Los paisajes vividos

Balneario en Candelaria. Foto: Robin Canul
El clima otoñal favoreció el recorrido que Hortensia había decidido realizar esa tarde, junto con otras personas viajeras que encontró al integrarse al tour más inmediato que halló luego de llegar a su destino de viaje.
─ ¡Las personas que van a subir a las balsas, favor de formarse en esta fila! Mientas más rápido nos organicemos aprovechamos más el tiempo ─se escuchó la voz de una mujer que habló en voz alta.
Hortensia no tardó en integrarse a la fila. Al principio se sintió un poco extraña de ir sola en el paseo, no conocía a nadie, pero la alentaba el deseo de conocer paisajes de la naturaleza en otras regiones distintas al de su terruño. Eso la había animado a tomar la decisión de hacer un viaje sola. Mientras la gente se formaba, se le vino a la mente cuando les dijo a sus amistades que tenía ganas de hacer un viaje donde pudiera conocer espacios de naturaleza en otro estado de la República Mexicana diferente al de ella y que aprovecharía en el espacio de vacaciones que tenía en su trabajo. Buscó quiénes podían coincidir con ella, pero no les pareció muy atractiva la invitación. Alguien le dijo que no se animaría a viajar sola.
─ ¡Vamos a comenzar a subir a las balsas! Por favor, les pedimos que se pongan y abrochen los chalecos salvavidas ─se escuchó nuevamente la voz de la mujer que guiaba a los grupos.
Hortensia se acomodó el chaleco y se acercó a la balsa a donde le tocó subirse. Iba acompañada por cinco personas, además de don Tomás, el lanchero quien le entregó un remo a cada persona y les indicó en qué manera iban a remar, acompañándolo. La travesía inició. El grupo comenzó a remar, entre nervios y risas. Don Tomás, un señor muy entusiasta, iba contando datos interesantes del lago que estaban cruzando y también compartió algunas leyendas del lugar.
El trayecto fue muy ameno, el paisaje que Hortensia contemplaba era sumamente hermoso, rodeado de montañas verdes que parecían abrazar el lugar. El agua del lago era tan nítida que le daba como una especie de toque mágico a la postal. Ella se sentía muy feliz remando, iba haciendo su mejor esfuerzo y lo disfrutaba. Se alegró mucho de haber tomado la decisión de hacer el viaje. No solamente significaba un gran reto de viajar y cuidarse, sino también la oportunidad de poder estar con ella, de ser su propia compañía y de interactuar con más personas, conocer otros lugares. Sin duda esto representaba el hermoso regalo de llevar en su mente y corazón los paisajes vividos en cada experiencia.
─ Ya estamos por llegar al otro lado del lago, ahí les guiarán a un museo comunitario que la gente del pueblo ha ido construyendo, su aportación es voluntaria ─se escuchó decir a don Tomás. Hortensia espero su turno para bajar y dar paso a otra nueva experiencia.







No comments yet.