Millones de instantes
Casa de citas/ 765
Millones de instantes
Héctor Cortés Mandujano
Sesenta y ocho años después
estoy cantando
Socorro Trejo Sirvent,
en “Aniversario”
1
En los años noventa circuló profusamente en Chiapas una publicación de Toluca, Estado de México, La hoja murmurante, dirigida por un hombre a quien tuve el gusto de conocer en esos tiempos: Héctor O. Sumano Magadán.
La mayoría de los escritores en activo en aquellas fechas, incluyéndome, publicamos allí.
No había vuelto a saber ni de La hoja murmurante ni de mi tocayo, hasta ahora que mi querida amiga Socorro Trejo puso en mis manos su poemario Horizontes de luz, que es el número 479 de esa colección. Me alegraron, me alegran las tres cosas.
2
Horizontes de luz se mueve hacia muchas temáticas: Naturaleza (“Flamboyán”), personajes (“Sor Juana”), oficios (“Oficios que ya no existen”), edades (“Aniversario”), familia (“Papá”), cocina (“Algo tienen de magia”), erotismo (“Él la amaba”), etcétera. Lo que da unidad al volumen es la escritura “y serena y tranquila y transparente” -Noquis dixit– de Socorro Trejo Sirvent.
3
“Embrujada” es un soneto que parece un poema de amor y de hecho lo es, con un par de versos más que aclaran al depositario de tanta pasión: “Es tu cuerpo un manjar, es un deleite […] ¡Oh dulce tan amado! Es tu victoria!”.
A veces los poetas se enredan en las lianas profundas del fondo del pozo; están inmersos, como dice Efraín Huerta, en “sus lamentos al crepúsculo y a la soledad interminable”, y olvidan lo agradable que es hacer sonreír al lector. Socorro lo logra con creces es este poema delicioso.
4
Varios de los versos sencillos de Horizontes de luz tienden a la evocación. Se le habla al árbol que se supone sapiente de la vida y los sueños de amor, o se reflexiona sobre “Los que se van”: “Se vuelven sueños que se deslizan por nuestra memoria,/ se quedan en nuestros pensamientos/ reconstruyendo los sabores de su esencia. […] Regresan en el aire que mueve nuestras ropas, en los ojos de alguien que nos mira”. O se recuerda la infancia, como en “Matatena”: “La abuela Delia,/ allá a lo lejos,/ escucha su novela por la radio/ y nosotros, los niños de la casa,/ jugamos matatena/ con las semillas de una papausa […] Soy el fantasma de mí misma/ jugando matatena”.
5
Hay títulos que nombran directamente su tema: “La nostalgia”, “Oficios que ya no existen”, “Vientecito de invierno”, y en otros la lectura nos lo descubre. “Aniversario”, por ejemplo, nos muestra a la autora cantando, joven: “esa soy yo en mis dieciocho,/ cuando los sueños de amor/ se deslizaban en notas musicales”.
6
La poesía de Socorrito ha estado siempre ligada a su familia; es uno de sus temas recurrentes. Como en muchos de sus libros anteriores, aquí hay poemas dedicados a varias de sus personas amadas y cercanas. En “Papá” nos hace una fotografía de su padre: “Papá usa bastón,/ pero es un bosque/ que sacude sus hojas en otoño/ para volver a renacer en cada primavera”.
7
Hace muchos años que conozco a Socorro Trejo. Los dos éramos jóvenes. Desde aquel entonces ella escribía poemas y estaba comprometida con la promoción cultural. Yo mismo soy un beneficiario de sus buenos oficios. Los primeros textos que publiqué lo hice con su impulso y su ayuda.
En aquellos años nuestros hijos –los de ella con mi querido y recordado Fer; y la mía– iban al kínder y ahora nos han hecho abuelos. Y aquí estamos, de nuevo, como tantísimas veces, compartiendo esta mesa de presentación.
Me da mucho gusto saber que la escritura de Socorrito es compromiso y pasión; oficio y paciencia; pasado luminoso y horizontes de luz…
Que nunca deje de serlo. Felicidades, querida amiga.
[Texto leído en la presentación realizada en la FIL-UNACH, 15 de octubre de 2025, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.]
Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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