La figura del mundo. Remembranza emocional de Luis Villoro

Homenaje a Luis Villoro y al maestro Galeano del EZLN. Foto: ChiapasPARALELO
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, mejor conocida como la FIL, no solo es uno de los mayores eventos que vive la capital de Jalisco, sino que se ha convertido en un auténtico espectáculo, como reflexionó el Dr. Andrés Fábregas Puig, con quien tuve la dicha de compartir la presentación de la Revista Pueblos y fronteras digital en el pabellón de la UNAM de la FIL. La revista, que actualmente dirijo, es el órgano de difusión del Centro de Investigaciones de la UNAM en Chiapas, el CIMSUR.[1] Nosotros también fuimos parte de ese espectáculo que anticipó de manera brillante Guy Debord en su libro La sociedad del espectáculo, publicado originalmente en el año 1967. Nombre del autor del que no pudimos acordarnos en Guadalajara ni el Dr. Fábregas ni su servidor, tal vez aturdidos por el gentío que atiborra los pasillos de la FIL.
Dentro de los libros que adquirí en la feria se encuentra uno de Juan Villoro que me había recomendado el amigo, y magnífico arqueólogo, Rodrigo Liendo. Debo decir que, en el panorama de las letras mexicanas y sin ser ningún especialista, la narrativa de Juan me parece una de las más vigorosas. El libro en cuestión, que devoré en muy poco tiempo, se trata de una original biografía de Luis Villoro, a la que considero emocional por estar involucrado el escritor como hijo del filósofo.[2]
El género biográfico, uno de los más complejos a la hora de llevarse a cabo, tiene extraordinarios maestros, solo hay que recordar las biografías realizadas por Stefan Zweig, o algún clásico, como la efectuada por Richard Ellmann sobre la emblemática figura literaria de James Joyce. Como el mismo Juan Villoro señala al iniciar el libro, “Éste no es un libro sobre un filósofo, sino sobre un padre que desempeñó ese oficio” (p. 13). Es decir, resaltar aspectos de la vida y personalidad de Luis Villoro no deben comprenderse únicamente como parte de su biografía, sino en función de los nexos emocionales reflejados como encuentros y desencuentros entre un padre y un hijo.
Ese padre, Luis Villoro, nacido en Barcelona en 1922, aunque con madre mexicana, que imaginó la vida comunal en México como demostró al final de sus días con su intensa relación con los zapatistas chiapanecos, aunque en lo personal amara los silencios y la soledad creativa. Lucha para romper esa “cárcel del aislamiento” que compartían Octavio Paz y Luis Villoro, según su hijo, y que era la mayor discrepancia entre ambos dado que el poeta apostaba por el “Amor” para escapar de dicho aislamiento, mientras que el filósofo lo intentaba a través de la “Comunidad” (p. 258).
Distintos tiempos, lugares, personas y circunstancias transitan por las páginas del libro para entrecruzar la vida del intelectual y filósofo y del hijo escritor. Observador, este último, pero especialmente involucrado emocionalmente como su narrativa trasluce de forma categórica en muchos de sus párrafos.
No cabe duda que Luis Villoro, figura intelectual del México del siglo XX, y que tuvo a Joan Miró como maestro de pintura en su niñez, emerge en las páginas de libro más allá de su obra académica. Un padre, con todo el contenido y contradicciones implícitas en ese papel, así como también fue pareja y amigo. En definitiva, quien lea el libro entenderá aspectos que trascienden al Luis Villoro intelectual, al igual que comprenderá, al leer el epílogo del texto, la dedicatoria del libro a su madre (primera esposa de Luis Villoro).
Mirada profunda y sin complejos del filósofo, pero sobre todo del padre, para revelar su personalidad singular en el panorama intelectual y político del México de los últimos decenios. En definitiva, un magnífico libro para disfrutar de la madurez del escritor.
[1] Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur.
[2] Villoro, Juan, 2024 (2023), La figura del mundo, México, Penguin Random House Grupo Editorial.







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