La rebelión del 68´

Para los fundadores de Chiapas Paralelo en su aniversario

Miguel Ángel Zebadúa Carboney*

En la fotografía de una manifestación en el movimiento de 1968 aparece el doctor Gilberto Gómez Maza, activista chiapaneco.

En aquella tarde otoñal toda la fuerza del Estado –la misma que Ernesto Zedillo decidió contra los indígenas zapatistas- fue lanzada contra estudiantes. Culminó un proceso el cual  venía haciendo años atrás en contra de la protesta social: usar a la fuerza militar.

A diferencia de aquel tiempo, en la que la mayoría de la prensa -con dignas excepciones en Excélsior-, vociferaba fariseamente bombardeando con todas los estigmas habidas a los jóvenes universitarios, politécnicos, hoy, algunos de esos medios conservadores, herederos y servidores del poder, los cuales ya sabemos quiénes son, se resisten con cierto enfado de narrar la dignificación de los cincuenta años del 2 de octubre de 1968. Tuvieron que hacerlo y salirse de su verdad oficial. Esta vez trataron de no mentir contra las marchas estudiantiles, y acomodaron su discurso a los vientos que van ahora hacia el lado izquierdo de la historia, algo no ocurrido desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas. Tampoco la voz del poder presidencial se dejó oír sobre estos cincuenta años. Silencio. El nuevo Tratado de integración con Estados Unidos fue la excusa. No podían. Había sido durante cuarenta y nueva años las voces, sus voces, las que rebotaban año tras año sobre las paredes de los testigos mudos departamentos de la unidad habitacional Tlatelolco, las mismas que machacaban sobre el cemento de la explanada, como lápidas dejándose caer sobre el tiempo pendiente y dándoles largas a una legítima pregunta aún sin respuesta: ¿por qué?

Ese las conservadoras voces se oyen en la agonía del poder priísta al que defendieron, tuvieron que oír más fuerte que nunca, esas demandas que mantienen viva su memoria histórica, con la diferencia que se hizo con un próximo gobierno de izquierda, el cual reconoció la deuda pendiente –de varias, por cierto-, al simbolizar el día. No podía ser de otra forma. Por primera vez, quienes algunos de ellos fueron víctimas y sobrevivieron de ese largo proceso de la sistemática represión política contra médicos, ferrocarrileros, maestros, campesinos y estudiantes fueron oídos y simbolizados. La bandera nacional a media hasta, un minuto de silencio, un letrero con el  apellido Díaz Ordaz desaparecido de la calle, discursos con nombres y apellidos.

Muchas pudieran ser sus interpretaciones. Pero lo que no podría negarse es  su esfuerzo utópico de ese movimiento juvenil, que cuestionaba, quizá, lo más profundo del cambio social: la libertad política, la justicia social. Otra utopías más habidas en la historia nacional, asumidas por el próximo gobierno como “transformaciones”. Ya veremos.

Comunicación juvenil, sexual, minifaldas, rock, ecología, feminismo, politización, Vietnam, Cuba, el che…, y represión. Tuvo que hacerse presente una vez más la masacre para abrir  una histórica brecha en la vida política y cultural mexicanas. Por todos aquellos jóvenes de aquella tarde de 1968 que murieron, golpeados, perseguidos, el dos de octubre no se olvida.

*Politólogo

 

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