Campaña

Foto: Chiapas Paralelo

Enfurecidos, furibundos, la oposición pareciera mostrar en su narrativa un temor hacia algo como resultado de la votación para remover a un caduco y elitista Poder judicial. Un miedo a un cambio, reforma en este caso, de un poder que no se elige; es impuesto por una persona: el Ejecutivo -como hizo el expresidente Zedillo-. ¿Acaso hay en ese poder viejas historias de intereses vinculados con esa élite judicial acumuladas durante muchos años?

Hacer creer que fue un “fraude” mediante su repetición constante antes y después de la votación, muestra rasgos de lo que en la jerga del espionaje se conoce como “intoxicación informativa”: hacer creer a la sociedad que esa remoción no es verdadera, es el juego que casi la mayoría de los medios han hecho como parte de la guerra psicológica contra el gobierno morenista. Es una guerra librada principalmente en las redes que se juntan con otras demandas o protestas surgidas antes de las votaciones del domingo pasado, como el paro anunciado que llevarían a cabo tres días después de la votación por las industrias gaseras, argumentando que el tope del precio del gas LP no le da ganancias, un tope que por cierto para el alza de precios y frena el gasto de millones de familias, sobre todo las pobres.

Esta repentina amenaza para romper el límite establecido de precios por el anterior gobierno -tope para no subir de precio del gas-, que, de haberse producido, las consecuencias económicas ya pueden imaginarlas. Sumado al “caos producido” por un sector de los maestros, se le uniría a otros descritos en la anterior entrega, con el fin de crear un descontento masivo sin precedentes y sólo visto en situaciones de pregolpe de Estado, como el de transportistas, el farmacéutico, o el hospitalario, que actúan como grupo de presión en coyunturas debido al impacto social y psicológico que crea: enojo, inconformidad, impotencia, protesta, que, si son inducidas, tienen como fin la desestabilización política.

No obstante que la protesta social es legítima, autentica, justa, en otras parecieran que no. Ciertos medios de comunicación, académicos, intelectuales, revistas, sindicatos, partidos, periódicos, redes, y otros, son el medio para modificar conductas, símbolos, imágenes hacia el enojo, la inconformidad, en resumen, crear desinformación, donde la confusión y la duda son parte de la propaganda. O sea, el medio es la falsedad de ciertas noticias e imágenes, como las hechas desde el medio Latinus y otros medios antigobierno, que se encargaron todos los días de magnificar el caos vial hecho por la protesta magisterial -justa en aspectos como reponer la jubilación-. Por su parte, el gobierno puso en práctica una estrategia de contrainformación frente a los medios privados que siguen actuando como si las cosas no han cambiado…, excepto la desaparición del chayote.

Si es una campaña en marcha (dinero, reclutamiento), entonces es otra forma de lucha por el poder político entre la derecha y la izquierda, convertida de facto en guerra psicológica permanente situada principalmente en los teléfonos inteligentes como medio de acceso donde la mentira es un arma para hacer creer que es verdad, sólo que de forma encubierta.

Foto: Isaín Mandujano

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