Tabasco

Foto: Revista Espejo
Villahermosa, Tabasco. Muy temprano, en un día como otro, en la carretera hacia este estado se ve una constante presencia de trailers con un o dos remolques. Máquinas guiadas por traileros expertos y expuestos en una camino que indica Coatzacoalcos.
Lo primero que se me ocurre al ver la lentitud de los pesados camiones, es que, si hubiera un tren al lado de la carretera, (que no es una autopista). El movimiento de mercancías sería más rápido. Un tren eléctrico que no contaminara y que ayudara a los trailers con doble remolque con su velocidad y triplicaría las mercancías transportadas en los vagones. También el uso de los ríos navegables como el Grijalva, desaprovechado, sin una dinámica que apoye más al mercado interno entre Tabasco y Chiapas con el océano atlántico. No hay trenes. Si hubo, pero el neoliberal Ernesto Zedillo se encargó de venderlo. Hoy se intenta en el istmo de Tehuantepec. Hay, eso sí, ríos, vegetación, lagunas, sol, mucho sol, que parece contrastar con la lentitud de los trailers.
La palabra desarrollo no se escribe por estos rumbos con mayúscula. El verde y la humedad del subdesarrollo sureño, no actual, tiene su historia. Un cordón umbilical de la continuidad que tiene su sello con marca de “atraso”.
Villahermosa es una ciudad organizada, con poca gente y poco tráfico, mucha agua y mucha humedad. En el pasado zona de piratas, de olmecas, mayas, nahuas. En la actualidad, noticia por las revelaciones avisadas desde Washington. Por la “narcopolítica” de un ex secretario de Seguridad Pública no militar, como el del calderonismo. Esto pudiera hacer de esta ciudad una “ciudad militarizada”, insegura. Se ve poca gente en las calles. “Se debe a las vacaciones”, dice un orgulloso vendedor oriundo de San Juan Chamula.
Los escándalos revelados hasta hace poco y no antes contra el gobierno mexicano bajo presión del vecino norteño mostrando su puño derecho para recordarnos su adicción a la intervención en los asuntos internos de otros países. Pese a eso, en Villahermosa no se oyen sirenas de las pick up modificadas para un tipo de “guerra urbana” que las policías federales hacen y que desde febrero se encuentran hospedados en un hotel. Pudiera pensarse que se debe a la reciente aprehensión de un líder del crimen organizado; pero no: están desde hace meses haciendo vigilancia, patrullajes diurnos y nocturnos, yendo y viniendo en una rutina sin violencia como en los meses pasados con niveles altos de inseguridad.
El color azul del uniforme de lo que años atrás fue una gendarmería, un Mando Único, es ahora un cuerpo policial en actividades repetidas en otras ciudades para reforzar y apoyar a la Guardia Nacional y a las fuerzas armadas cuando la inseguridad es rebasada y entonces su presencia sirve para disuadir.
En el hotel se ven a oficiales, tropa, haciendo tiempo en su descanso diurno, llevando actividades que se alcanzas ver como una forzada pero necesaria rutina. En esta ocasión Villahermosa le ha tocado ser el receptáculo de una campaña con alta presencia policiaca a esta altura vista por la población como parte de ellos, al grado de no inmutarse de que casi todo el hotel es ocupado por la Policía Federal. Me pregunto cuánto cuesta al Estado el hospedaje sólo aquí. El policía que hacer guardia en las afuera del hotel está siempre de pie. Le quedan pocas horas de las ocho que debe completar. No se ve nervioso ni tenso. Es otro día más para el en Villahermosa. El poco calor hace del ambiente no ser tan “inseguro”.

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