Pautas

Foto: Cortesía

La rebelión del gallinero. La “rebelión Z” no es una rebelión. Es una simulación auspiciada no se sabe aún por quién, pero si toma como estandarte la supuesta irrupción en Nepal, ya tendríamos una brújula, porque usar a la juventud contra gobiernos de izquierda, como sucedió con la irrupción de Milei. No lo es porque su “originalidad” no es como tal; copiada, apoyada por lo que queda del priísmo, y por un panismo y por segmentos de una clase media azuzada y asustada por el “comunismo”, por su conformismo, “polarizada”, la convierte en blanco preferido de una supuesta inconformidad guiada y vaciada principalmente desde las redes sociales.

El nobel de la guerra. Tan mal está el mundo que los suecos dan una unanimidad a una persona que pide la guerra conta Venezuela, contra su país. Está claro aquella frase de que algunos políticos no tiene patria. El nobel que solo considera ciencia a la economía, ignorando al resto de las ciencias sociales, incluyendo a la denominada “ciencia política”. Solo ciencias: medicina, química, física. Bueno, hay para la literatura, que no es una ciencia, y el de la paz, al que hay que asignarle a partir de este año, otro calificativo. ¿El de la guerra tal vez?

Quizá la ganadora hubiera rechazado el premio, pero no es Sartre.

Tres. El trumpismo rebobinado. No es que se haya formado una doctrina Trump, no; lo que pasa es que Marte empieza a tomar ventaja en las vencidas, empujando al presidente Trump hacia su primera guerra. Sin embargo, en el interior de las fuerzas armadas las cosas no se ven del todo bien. La renuncia del comandante del Comando Sur, principal alfil continental y brazo armado del gobierno estadounidense, dice mucho pues no se trata de cualquier militar. Y es que es descontento militar con el presidente Trump no es nuevo, aunque de cierta forma inédito: el general Mattis, antiguo jefe del Estado Mayor Conjunto había renunciado y expresado unas no agradables palabras, más bien desacuerdos, hacia el presidente. Es que en el fondo de la cuestión está una Constitución jurada.

Cuatro. Un “héroe”. Lamentable la muerte del alcalde de apellido Manzo, como lamentable la raja política hecha por la oposición, al tratar de meter todo en la olla caliente. La construcción de una muerte como bandera acicatea un camino para echar a andar la mano dura contra todo tipo de violencia y, ahora sí, usar a las fuerzas armada de forma más directa que iguale la confrontación hecha por el calderonismo. Entonces no aparecerán los aplausos para el gobierno; aparecerá el camino de la muerte y de una guerra que algunos les beneficiaría para colocarla como una serie más de entretenimiento y descomposición política.

Cinco. 10,500. Es la cantidad de militares que han llegado a Uruapan. Dinero y tropas, Ejército, Marina, y Guardia Nacional, camionetas pick up, hummers, camiones, retenes. “Sellar el Estado”, es una orden. También la pacificación y la inversión. Helicópteros, drones, tanquetas, no se han visto. Un despliegue militar no visto desde el gobierno de Calderón donde este estado fue su primera decisión bélica.

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