
“El amor no mata, el odio sí”
El asesinato de Octavio Acuña en Querétaro, hace 16 años, tuvo todos los indicios de un crimen de odio, y que pudo ser cometido por policías en activo. Octavio denunció las amenazas, pero no lo escuchó ni el gobierno, ni las comisiones de derechos humanos. El crimen continúa impune. Sus amigos siguen trabajando por garantizar los derechos de la comunidad LGBTTTIQ en la entidad y en el país, y siguen exigiendo que se investigue.