Presentan en la Fonoteca Nacional: Viva el Mequé, Zoques de Tuxtla. Música y Celebraciones
De Gonzalo Camacho Díaz*
NdR: El presente texto fue escrito por Gonzalo Camacho Díaz para la presentación del disco ¡Viva el Mequé! Música y celebraciones de los zoques de Tuxtla; realizada el pasado 02 de agosto de 2014 en la Fonoteca Nacional en la Ciudad de México.
El Mequé es la reunión, la fiesta comunitaria que mantiene vivas las raíces de la cultura zoque, memoria inquebrantable que se rebela al olvido y encara el proceso de invisibilización que el Estado mexicano ha implementado contra todas las culturas matriciales de México, llámense ñañú, wixárica, raramuri, teenek, nahua, odam, ayuuk… El Mequé es la presencia zoque en el escenario de la diversidad cultural mexicana, presencia colorida que es disfrute para los ojos, aromas de flores lozanas, de altares y cuerpos sahumados con incienso, sabores a fiesta, frescura del pozol compartido en las jícaras que van de mano en mano confirmado la comunalidad que se vive y se bebe, la hermandad que se construye en el compartir. Sonidos de pito y tambor, de guitarra y jarana que se quedan anidados en el oído hasta la próxima fiesta, hasta el año siguiente en que volverán a convocar al gran encuentro. Hasta la próxima celebración en donde los redobles de los tambores pregonarán la continuidad del Costumbre. De las jaranas echadas a volar libremente anunciando el retorno al convivir, al fundirnos con el otro, al emocionar en el compartir y a compartir en el emocionar.
El Mequé es la apertura de un tiempo y un espacio sagrado, la instauración de un axis mundi que posibilita el encuentro de mujeres y hombres con sus divinidades, las cuales se encuentran protegiendo a la población desde hace siglos. Divinidades que a su vez fomentan el trabajo colectivo, la cooperación, la reciprocidad, incrementan la comunalidad y permiten que la cultura zoque siga transmitiéndose a partir de la fiesta misma. Bajo su cobijo también se encuentra la organización comunitaria a través de la mayordomía. Formas de organizar el trabajo comunitario a partir del compromiso social, de la responsabilidad que todos tienen de todos, del mandar obedeciendo, del mandar trabajando, del mandar compartiendo. Las palabras del mayordomo de la celebración del Rosario en Tuxtla Gutiérrez resumen de lo antes dicho de una manera conmovedora: “La mayordomía somos todos”
El material fonográfico que hoy se presenta tiene la magia de aproximarnos al Mequé desde una perspectiva visual y auditiva. El diseño mismo del fonograma nos adentra en la fiesta desde la dimensión visual, nos lleva a ese mundo de colores, de luces y sombras, de rostros de personas, de danzantes y de instrumentos musicales, recordemos que en varias culturas matriciales los instrumentos son macehuales, personas que también ayudan a la celebración del Costumbre. Al abrir el fonograma uno se encuentra con las presencias que hacen evidente que la cotidianidad ha quedado suspendida y que nosotros también estamos a punto de incorporarnos al Mequé. Las fotografías de René Araujo son una ventana a través de la cual se pueden mirar los distintos momentos de la celebración zoque, los diferentes protagonistas y de aquello que se encuentra detrás de la celebración. Las fotografías de los archivos personales de la población tuxtleca, seguramente sacadas del diván misterioso, del viejo ropero, o descolgadas de las paredes, vienen a enriquecer la mirada hacia la cultura zoque. Las imágenes del pasado y del presente permiten contrastar el como era y el como es y, en ese comparación, en el cotejo del ayer y del hoy, emergen fragmentos de la trayectoria histórica de la cultura zoque.
Los tres discos compactos nos adentra en la sonoridad del Mequé. En el primer disco se muestran algunos ejemplos de la música empleada en esta celebración abstraída de sus contextos sonoros. De esta manera se puede apreciar la destreza de los intérpretes y las secuencias melódicas, rítmicas, armónicas y tímbricas de los instrumentos musicales. En el segundo disco se muestran los instrumentos musicales insertos en las diferentes celebraciones del ciclo festivo Zoque. Aquí se exhiben los contextos sonoros de las diferentes celebraciones y por supuesto los muchos otros elementos sonoros que son significativos como son las espuelas en el baile del TONGUY ETZÉ. El tercer disco nos brinda los denominados paisajes sonoros de la celebración.
La grabación de los contextos sonoros de las celebraciones, más allá de grabar sólo “la música”, tiene la ventaja de acercarnos a la sonoridad de la interacción humana. Las risas, los rezos, los cuchicheos, los vivas a los mayordomas, mayordomos, a los priostes, a la Virgen, a los piteros, jaranistas, tamboreros, son parte fundamental para comprender el sentido de las prácticas musicales. Si bien hoy día existe la tendencia a grabar los paisajes sonoros, considero que se debe tener cuidado en no caer nuevamente, como pasó con “la música”, en la cosificación de dichos paisajes. Es decir, considerar el sonido como válido por si mismo y entonces se plantea “el rescate” de los paisajes sonoros olvidándose de los grupos humanos, de los pobladores. La importancia de estudiar la sonoridad de una cultura radica en que permite un conocimiento de la forma en que los mujeres y hombres interactúan a través de la dimensión acústica, es decir nos acerca a una acustemología, una epistemología acústica. En este sentido, todo el entorno sonoro de una práctica musical es fundamental para aproximarnos al sentido humano de dicha práctica. No son los sonidos por sí mismos lo que importa sino la dimensión humana a la que nos remiten.
El material fonográfico tiene el acierto de incluir las entrevistas de los diferentes protagonista de la fiesta. Así, de su viva voz se escucha las formas en que se organiza la mayordomía, los trabajos que deben realizar las personas que quieren obtener el don de la música, los rituales de las cuevas, los rezos, las anécdotas, las biografías de músicas y músicos. En este sentido, el material tiene esa riqueza etnográfica que nos hace más comprensible una expresión cultural, que nos permite ver la importancia de la fiesta como instancia reproductora y transmisora de la cultura y no sólo como un simple pasatiempo “bonito” y/o “exótico”. Lo anterior permite adentrarnos en el Mequé desde una perspectiva humana, considerando que lo fundamental es reconocer aquello que como humanos nos homologa, generando una empatía y solidaridad con las expresiones culturales diversas y desarticular la idea etnocéntrica que considera que sólo nuestra cultura es la adecuada y la mejor. La diversidad cultural implica otras formas de ver, oír, pensar y sentir el mundo y, en consecuencia, otros proyectos alternativos de sociedad.
Ya en un interés y desvarío etnomusicológico encuentro algunos vínculos entre la música de guitarra y jarana con el son veracruzano sureño, con la música mixe (que además es cercana lingüísticamente) y con algunas expresiones de las culturas musicales colombianas. Para no cansarlos me referiré a esta última cercanía por ser la menos evidente. En el documento se señala que la jarana también es denominada Tiple. En primer lugar el nombre me evoca al instrumento colombiano Tiple, así conocido, que se sigue ejecutando en la zona andina de Colombia La forma de ambos instrumentos es muy similar. Al igual que el tiple colombiano, la jarana zoque tiende a ser un instrumento melódico. En este sentido, se abre la pregunta acerca de las relaciones posibles entre el tiple colombiano y la jarana zoque. Tal vez, estamos frente a la unidad musical Latinoamericana.
El Mequé es la existencia de los zoques de Tuxtla dentro de un centro urbano sorteando la estigmatización, la discriminación, el racismo que sigue campeando libremente en el estado de Chiapas. Racismo que se ve cada vez más acentuado por los políticos en turno que defienden a las empresas extranjeras devastadoras de nuestros ecosistemas y violentan a los pueblos y naciones matriciales que han cuidado por siglos a la madre tierra. El Mequé es afirmación de una cultura ante un estado mexicano que sigue atentando contra los derechos más vitales de las comunidades indígenas. A la violencia simbólica ejercida sobre las innumerables culturas que enriquecen nuestro país, no sólo desde una perspectiva cultural sino económica. La riqueza de este país, apropiada en unas cuantas manos, es también gracias al trabajo del campesino indígena, al intercambio desigual de los productos agrícolas, a los precios irrisorios que se les paga a los agricultores, es gracias a las tierras que se les arrebata, es gracias a los migrantes que son explotados, a las mujeres que trabajan en las maquiladoras y como recompensa por esa explotación brutal son asesinadas. La pobreza de las comunidades indígenas es resultado de la una colonización que continua hasta nuestros días (a pesar que se nos ha dicho que esta concluyó con el movimiento independentista de 1810, ya no lo creemos), la comunidad zoque responde con flores y cantos, con danzas, con fiesta, con su historia representada una y otra vez en este gran convivio comunitario.
Hoy tenemos la fortuna de participar de este convivir, de estar presentes ante una expresión cultural surgida en las entrañas de la tierra, regada con las lluvias que cada año se piden a través de un rezandero, de los piteros y tamboreros, fertilizada con la alegría de todos los participantes. Estamos aquí para hacernos cómplices de una cultura que sigue desafiando el individualismo, que pone en primer lugar la organización comunitaria como un motor del vivir. Sería una visón muy corta considerar que sólo se ha venido a escuchar música y ver las expresiones dancísticas de una cultura del sureste mexicano, estamos ante una forma de vivir enriquecedora, ante un proyecto de sociedad alterna. Abramos el oído y el corazón.
El Mequé es la respuesta zoque a la violencia simbólica que desde hace más de quinientos años se sigue ejerciendo contra las culturas matriciales de México. He aquí sus palabras:
“Aquí está su flor”
“Para que tengamos paz y tranquilidad”
¡Vivá el Mequé!
* El Mtro. Gonzalo Camacho es uno de los investigadores más importantes de las culturas musicales de nuestro país.
Buena presentación de las expresiones musicales, socioculturales y de una gran riqueza simbólica de los Zoque a través de la realización de el Meque, que tengo que confesar no conocía (teniendo la obligatoriedad de conocer aun más), Felicitaciones a los que coordinaron esta excepcional demostración incluyendo, al Dr. Gonzalo Camacho, como siempre inquieto y marcando la pauta de la pasion musical tradicional de México.
El Dr. Gonzalo Camacho es uno de los etnomusicólogos más prominentes del país.