Samuel Jiménez Ramírez, piñatero

Entrevista y Fotos: Gabriela Barrios

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“Estoy aburrido de estar aquí”, “este trabajo ya no da para más”, “si tuviera el apoyo emprendería mi propio negocio”, “me encantaría dedicarme a lo que me gusta”. En repetidas ocasiones muchas personas han dicho estas frases, espoleadas por el tedio que produce una sola actividad que se ejerce más por necesidad que por vocación.

Samuel Jiménez Ramírez no quedó atrapado en el deseo, porque a sus 63 años decidió dar un golpe de timón a su vida y emprender un negocio propio: la elaboración de piñatas.

“Un día dije: `aquí ya no queda, necesito trabajar de otra forma´, y le pedí al Señor que me diera otro trabajito que no fuera en el volante, ya no quería. Trabajé 12 años en el taxi. De chofer estuve 44 años, toda mi vida, manejando camiones, carros chicos, de todo tipo”.

Don Sami, como le dicen sus amigos y conocidos, y que de joven tomó un curso de caricatura que nunca ejerció, es ejemplo quizá de que cuando la fuerza creativa ha quedado largo tiempo estancada, termina por desbordarse; como lo señaló el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, el capital se ha acumulado, no cae de repente del cielo.

Ese momento de “iluminación” llegó de manera repentina: “Un día que venía por la calle Central y lado Sur, donde hay muchos negocios de piñatas, me hizo parada una señora y subió tres; le pregunté: `oiga señora ¿a cómo le costaron sus piñatas?´; `a ochenta pesos´, me dijo. Entonces, pensé, en tres piñatas ¿cuánto viene siento? Ahí me vino la idea. Al poquito empecé. En mis turnos y ratos de descanso del taxi venía a trabajar al taller, venía a probar y empezó a salir.

Stephani de Lazy Town/Foto:Gabriela Barrios

¿Qué opinó su familia, qué le dijo su esposa de este cambio tan radical?
“Nos vamos a morir de hambre”, dijo. Contesté que iba a buscar otro trabajito por ahí mientras esto agarraba su pasito, porque todo negocio así es; poco a poquito va agarrando y así le empezamos.

¿Tiene usted dos trabajos?
Sí. En la mañana me dedico a hacer piñatas y por la tarde me voy a una constructora.

¿Sus hijos o alguien de su familia se han anexado a esta actividad?
Sí, mi hija me echa la mano. Belén Azucena se pone a ver cuando estoy trabajando y ahí le va agarrando. Cuando no estoy ella empieza a trabajarlo porque ella está más tiempo acá, en el local… Lo hace por ratos. Cuando duerme el niño o cuando su esposo viene en las tardes y le ayuda con el niño; como dos horas, de seis de la tarde a ocho o nueve de la noche, depende.

¿Cuál es el proceso para hacer la piñata?
Empapelo el molde con almidón, tres, cuatro tapas de papel, se pone al sol; ya que está seco se abre y se saca el molde, se vuelve a empapelar donde se rompió y se pone a secar de nuevo, ya que secó lo fondeamos, después del fondo va el color de la figura. Hay muchas formas, las piernas se hacen aparte, la cabeza aparte, el cuerpo es la base, de ahí se le van anexando los brazos, los pies, los zapatos, después va al pintura y todos los detallitos.

¿Alguna anécdota que recuerde de esos primeros trabajos, de sus primeros experimentos y diseños?
Pues empezamos hacer moldes para personajes grandes, por ejemplo el Hombre Araña, Batman o Superman, el molde lo empapelamos, las piernas se hacen aparte; los moldes se empapelan con todo y zapatos, se acomodan y ahí va agarrando su paso. Todas requieren de molde. El cuerpo es como la pichancha.

¿Qué figura tenía la primera piñata que hizo?
Estaba en esas fechas (la película) “La era del hielo”. El grandote, Many, empezamos hacer el molde, sale el mamut bien grandote, luego Diego, el de colmillos grandes y el del perezoso, esos son los tres primeros moldes que hicimos.

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