Mi experiencia Pokémon

Foto: Carlos Rodríguez

Foto: Carlos Rodríguez

Nunca he sido asidua a los videojuegos. Lo único que he jugado en mi vida es Street Figther II y Mario Bros. Nunca vi la caricatura de Pokémon. Tengo 33 años y creo que no fue de mi generación y tampoco es que haya sido tan asidua a esa clase de caricaturas. Lo más cercano a una serie de ese tipo que vi y me encantaba eran los Caballeros del Zodiaco. Pero, cuando descubrí que Fénix siempre aparecía para salvar el capítulo me empezó a aburrir. Eso de saber que hay un inmortal o que siempre resurge “como el ave fénix”, nunca se me ha hecho atractivo.

A Pokémon lo conocí hace apenas unas semanas cuando empezó el boom de Pokémon Go. Por una extraña razón me llamó la atención. Ha de ser porque vi en unos promocionales que las “bolas” para atrapar a los “muñequitos” eran como en tercera dimensión y que se podía manipular con las manos –así tipo computadora de iron man-. En mi ignorancia pensaba que el juego permitía hacer eso. Terrible decepción me lleve cuando vi que no era cierto.

El día en que el Museo de la Ciudad de Tuxtla anunció que era gimnasio Pokémon mi curiosidad incrementó. “¿Qué significa eso?” “¿Acaso podré ver en medio de las obras un “vamo a calmarnos”? Así estaba de ignorante de lo que se trataba.

Le comenté a un amigo –Andrés Domínguez, colaborador de Chiapas Paralelo– que el juego me llamaba la atención, y él que ya andaba metido en ese rollo me explicó más o menos de qué iba. Me invitó a tener mi experiencia “Pokémon” y hace unos días con mi “amiguita de tareas”, que tiene 10  años, nos fuimos al parque de la marimba a tratar de atrapar pokémones.

No quería verme tan torpe con el amigo que me había invitado así que me puse a leer acerca del juego. Me encontré un montón de comentarios tanto a favor como en contra.

Llegué al parque de la marimba sin el prejuicio de que el juego es otro invento para personas sin oficio, ni tampoco creyendo que es la panacea del mundo.

Con honestidad le entendí muy poco y no le encontré mucha gracia tal vez porque los vídeo juegos y la propia caricatura nunca ha sido mi “hit”. Solo escuchaba palabras como: “pokeparadas”, “gimnasio”, “pokebolas”, “cebos” y nombres impronunciables de criaturitas graciosas que jamás había visto. Mi “compañerita de tareas”, en cambio, le agarró muy rápido a la dinámica del juego, brecha generacional que le dicen, supongo.

La tarde me sirvió más para ver otras cosas, por ejemplo, cómo ha ayudado el juego a que las personas utilicen los espacios públicos, regrese la actividad a algunos sitios que habían dejado, prácticamente, de ser frecuentados en Tuxtla. El caso más representativo y exitoso me dijo Andrés es Convivencia Infantil.

Apenas hace unos meses leía un trabajo de una compañera en el que reseñaba cómo las y los comerciantes del lugar se declaraban en quiebra y ahora hasta han tenido que cerrar más tarde porque hay personas en el sitio consumiendo y atrapando pokémones. Es uno de los lugares en Tuxtla donde  más “pokeparadas” hay. –Por cierto, no crean que todo en el juego debe de llevar el prefijo “poke”, yo creí eso y ya andaba diciendo “pokegimnasio”, “pokecebo” y lo único que me gane fue la risa burlona de los “pokeadictos”-.

Que un juego global haya logrado que un comercio local se recupere económicamente en estos tiempos creo que no es poca cosa y nos dice algo.

Foto: Cortesía.

Foto: Cortesía.

El mismo día que tuve mi “pokexperiencia” terminamos nuestra “aventura” en el Museo de la Ciudad de Tuxtla y ahí Humberto Villa tuvo a bien enseñarme un mensaje que habían dejado en el libro de visitas del Museo: “Entre buscando un Pokémon y me llevo una gran admiración por el arte”. Eso basto para que el juego me terminara de caer bien a pesar de que no le vi mucha gracia.

He leído muchos comentarios en contra del juego: que causa accidentes, pérdida de tiempo, robos de celulares. Considero que Pokémon Go por sí solo no ocasiona nada de eso más bien es la acumulación de factores así que quienes gusten del juego solo tienen que tomar en cuenta eso para evitar circunstancias negativas.

Entiendo que hay-habemos muchos nostálgicos del trompo y las canicas, de salir a jugar bajo la lluvia, de tener otro tipo de diversiones, pero hay que entender que vivimos en un momento donde las dinámicas de relación y entretenimiento están en constante cambio, que todo se mueve, nada queda en su lugar, a veces nos movemos de manera cíclica o más bien en espiral.

Si ustedes son de las y los que no les gusta el juego, pues, está fácil no salga a atrapar “pokémones” y si por el contrario lo disfruta aproveche en sus caminatas a reconocer de manera distinta está ciudad que tanto nos da. A verla de manera diferente.

 

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