Los libros en mi vida

A mis queridas hermanas «Vicky» y » Paty»  con quienes comparto el gusto por la lectura

Foto: Sandra de los Santos/Chiapas PARALELO.

Cada año mi hermana Paty (Patricia Chandomi) publica la lista de libros que leyó en el año y nos invita a otras personas hacer lo mismo. El año pasado hice una publicación sobre los libros que leí en el 2016 y un querido amigo me preguntó  si este año volvería a escribir algo sobre los libros que leí. Creo que mis lecturas de este año les pueden resultar muy repetitivas porque la mayoría fueron textos académicos sobre Estudios Culturales. Así que en esta ocasión no hablar sobre los libros que leí durante el 2017, sino de lo que ha significado la lectura en mi vida.

Los regalos de Navidad

No crecí en un hogar donde hubiera libros. Mi madre no es amante de ellos y mi padre tampoco lo era mucho, lo suyo eran los periódicos y las revistas. En la casa había enciclopedias académicas y algunos libros sobre sindicalismo.

No recuerdo con precisión cuántos años tenía, pero no llegaba ni a los diez  cuando un amigo de la familia me regaló mi primer libro, era uno de Amado Nervo. Recuerdo con mucho cariño a ese amigo y la sensación de saber que ese libro que no era un texto escolar era mío, solo mío.

Esa sensación tan bella es por lo que me encanta regalar libros a las y los niños de mi vida, ser esa persona que les dé por primera vez algo que para mí fue inmensamente maravilloso.

Acostumbro regalar libros a mis afectos el día de su cumpleaños o en Navidad. Me encanta escoger títulos que pienso les pueden interesar –rara vez regalo un libro que no he leído-. Es mi manera de decirles que las y los pienso, que no es un regalo cualquiera que se me ocurrió darles cuarto para la hora.

Hace un par de años en Navidad decidí obsequiar a mis afectos más cercanos los libros que conforman la serie de Belascorán Shyne de Paco Ignacio Taibo II. La serie la conforman 10 libros, que fui encontrando de diferentes formas durante algunos años. A cada afecto le di un libro con la intención que fuera buscando o intercambiando los libros para leer la serie completa.

La plática que nunca termina

Con mis hermanas compartimos el gusto por la lectura. Podemos dejar de preguntarnos algunas cuestiones cotidianas, pero inevitablemente en algún momento de la conversación terminamos preguntándonos “¿Qué libro estás leyendo ahora?”.

Hay un tráfico constante de libros entre las tres. Nos gusta pararnos frente al librero de la otra y llevarnos lo que nos llama la atención –muchas veces hasta sin avisar-.

Me encanta la conexión que nos da la lectura, el obsequiarnos libros, saber cuál es el gusto de la otra,  encontrar un texto que sé que le va a gustar a alguna de ellas y  compartírselo. La lectura me remite a ellas.

La soledad con los libros

Me da ansiedad saber que no traigo un libro a la mano, a veces solo los ando paseando porque las actividades cotidianas no me dejan leerlo, pero temo que “algo” –desde una larga fila en el banco o la apocalipsis zombie- suceda y yo no tenga nada que leer.

Con todo y lo que me gustan los libros y pienso que son una forma de poner en común el conocimiento: transmitirlo y generarlo; no soy de las que cree que sea la única forma de lograr este objetivo.

La lectura es un asunto placentero, algo que se puede hacer en colectivo o de manera muy personal, habría que resignificarla, quitarle algunos estereotipos que se le han impuesto, y nos deberíamos dejar llevar por el solo gusto de disfrutarla. Ojalá y este 2018 nunca estén solos, que siempre los acompañe un libro.

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