“¿Por qué Albania? —Te lo investigo”

Bosquejos históricos de Tuxtla Gutiérrez

Texto: Andrés Domínguez

Edición: Erika Valdes

Siempre aseado, con una maleta llena de trípticos o libros de su autoría dispuestos a regalar: así se presentaba a cualquier compromiso José Luis Castro Aguilar. Nunca faltó a los eventos culturales, presentaciones de libros o tardes poéticas organizadas por el ITAC.

Don José Luis Castro fue conocido por su trayectoria bibliotecaria como: director de la Biblioteca Pública del Estado, fundador de la Biblioteca del H. Congreso del Estado; y ahora Archivo General del Estado. No obstante, dicho trabajo supo combinarlo con su motivación por difundir y crear contenido histórico de su natal Tuxtla Gutiérrez; pese a su formación como experto en economía.

Castro era un dador de libros singular, pero no lo hacía por su ego. Si no, por idealismo a la cultura. Era un convencido de la dispersión, como en su momento lo fue José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet.

“Bosquejos históricos de Tuxtla Gutiérrez” es la obra cúspide de Castro Aguilar debido a la versatilidad presentada en el texto. Su capacidad de recuperación, búsqueda, creación de crónica y poesía, así como análisis de los procesos históricos, se ve plasmada en más de 350 páginas.

El libro, ganador de Primer Lugar Nacional de Crónica por Obra Publicada, recopila seguramente años de documentos, libros y hojas que en su momento tuvo en sus manos. Por esto último, es el motivo por el cual debemos recordarle, ya que su oficio lo fue transformando en una forma de difusión multiplataforma, los cuales iban desde trípticos, libros, columnas y hasta publicaciones digitales.

El maestro era elegante para colocar los elementos personales a las narraciones históricas. Por ejemplo, en su narración sobre el nacimiento del barrio Niño de Atocha, inició su texto con el arribo de grupo numeroso procedente de Juchitán, Oaxaca en 1871. Y proporciona con una vivencia el contexto historico.

Los niños de aquella época nos bañábamos cerca del mujeraje que iba a lavar ropa en el arroyo; cuando terminaban de hacerlo se bañaban en calzones o en justan todos voltiabamos a ver para admirarlas (p. 96).

Otra particularidad de Don José Luis es su ánimo por colocar datos curiosos: innecesarios para aquellos historiadores e historiadoras puristas. Por ejemplo, en la página 228 y 229, hace una pausa a la documentación para contar el curioso origen de del Parque Recreativo y Deportivo Caña Hueca. Que hoy defiende la población tuxtleca ante su posible desaparición:

El terreno había sido adquirido por el gobierno del estado para la construcción de una macroplaza comercial y un mercado público; sin embargo, al ya no haber recursos económicos en el gobierno del estado, se construyó Caña Hueca en el margen derecho del Sabinal, comentó.

Además, agrega una nota periodística hecha al arquitecto Luis Orantes Aramoni: Ya no había dinero y ya se había comprado este predio, para hacer una plaza comercial con un mercado. Los recursos se terminaron, teníamos maquinaria pesada, en la secretaría que no estaba trabajando por la falta de recursos para los programas, se nos ocurrió trazar un parque aquí porque estaba arbolado y sin decirlo a don Juan (Sabines Guerrero) aguas va, nos pusimos a trabajar».

También se dio el tiempo de empezar a entrenar una nueva generación de cronistas tuxtlecos que pudieran narrar lo cotidiano y lo sorprendente del día a día en esta ciudad, cómo Sara Martínez Rincón, quién ya público algunos textos y continúa con el legado. Impartió talleres de crónica en muchos lugares como en la biblioteca pública del Barrio Niño de Atocha cuando fue inaugurada hace algunos años.

Don José Luis Castro falleció en la pandemia. Una situación sanitaria particular por el confinamiento y el uso excesivo de pantallas e internet. En esta situación, hubiese sido un placer para cualquiera, estar cerca de él para escuchar narraciones, historias y crónicas sobre los sitios de nuestra capital y estado.

Cabe señalar, el maestro aprovechó para publicar 15 microcrónicas del Covid-19 en Tuxtla Gutiérrez.

Antes de terminar, aprovecho para recordar dos aspectos memorables con el maestro. El primero se resume en su amplia disponibilidad: una cualidad que es de suma valía para las personas que nos dedicamos a los medios de comunicación. Inclusive en pandemia, estaba pendiente de responder y seguir hablando más sobre historia.

Por otra parte, en nuestro último encuentro le comenté una curiosidad: ¿Por qué se llama Albania? -refiriéndome a la colonia ubicada al norte de la ciudad-, Don José Luis respondió con un contexto amplio sobre la zona, pero me pidió paciencia para buscarlo: sin pensar que días después iniciaría la pandemia.

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