Lao tongs
Por Erika Valdes
Dicen en las calles que «uno no necesita dinero, necesita amigos» porque en el saber general un amigo siempre estará dispuesto a ayudarte de muchas maneras cuando tengas un problema.
«Lao tong» es un término para «hermana elegida» en China. Según las ideas astrales, dos niñas de diferentes familias cuyos nacimientos se alinearan podían ser unidas por una ceremonia donde el resultado era la hermandad.
El libro «El abanico de Seda» nos cuenta la vida en la provincia de China, dónde dos niñas, «Flor de Nieve» y «Lirio Blanco» son unidas en hermandad por esta tradición, marcando como se acompañaran por el resto de sus vidas. Ellas aprenden el arte de «Nushu», un lenguaje secreto escrito solo por mujeres para comunicarse a través de sus cartas e incluso arte bordado.
Las dos amigas crecen, se casan, tienen hijos pero nunca pierden comunicación. La historia nos transporta a China de provincia donde la vida en el campo es tranquila pero austera. Y dónde las tradiciones, como causar dolor a las niñas para transformar sus pies debe seguirse al pie de la letra.
La reflexión sobre la amistad inquebrantable de estas dos mujeres en una época tan diferente a la nuestra es movilizante, porque aunque las mujeres en China tenían menos oportunidades de elegir su futuro y alzar la voz, estar unidas es algo revolucionario.
Y así es que voy a iniciar una historia:
Mi mamá tiene una mejor amiga y yo una tía que aunque no tiene mis genes ni apellido, si esta en mi corazón. Ellas son muy diferentes, vienen de familias con ideas y formaciones que no coinciden. Se conocen desde hace muchos años y aunque no estén presentes 24/7 en la vida de la otra, nunca han dejado de ser amigas. Mi mamá se levanta un día y dice «estoy pensando en tu tía A» y justo ese día recibe un mensaje de ella. Su conexión es única, yo diría que hasta envidiable. Y creciendo con este ejemplo siempre quise una relación así de mágica: una dónde no deje de ser yo y me sumen en ideas, amor y aprendizaje.
Leí el libro hace más de dos años en un club de lectura para mujeres, mi mamá y mi tía compartían (para envidia del resto del club) que ellas si se consideraban «lao tong». Que siempre han estado la una para la otra, escucharse, ser pacientes y tolerantes con sus maneras diferentes de ver la vida.
Hace un año, mi mejor amiga, viviendo en otro país, visitando y revisando un librero ajeno terminó leyendo «El abanico de Seda». Estaba emocionada porque las coincidencias con nuestra relación de amigas (que no tuvo una ceremonia como tal) eran muchas.
Sin vivir en el mismo país, ni hablar todos los días, estamos conectadas por una especie de idioma que nadie más habla, es nuestro «Nushu», que solo ella y yo entendemos: A través del arte, ella dibuja, yo escribo. Siempre ha sido así, yo escribo historias y ella hace dibujos sobre mis historias, a veces sin saber lo que yo estaba creando. Hemos llegado a soñar cosas muy parecidas y solo basta un mensaje para que con ayuda de la tecnología otra vez estemos juntas. Y así es como descubrimos que cada relación tiene su propio «Nushu» o idioma propio para comunicarse.
Tal vez nos han vendido mucho la idea de que encontrar a tu «alma gemela» es una misión especial a lo largo de nuestras vidas, pero nadie nos ha dicho que un «alma gemela» puede ser un mejor amigo y no precisamente una pareja.
Las amistades nos salvan, están ahí cuando nosotros no encontramos el camino, para reír hasta que nos duela el estómago o para ser un hombro y llorar porque las cosas no están saliendo como esperábamos.
Saber ser un buen amigo también es una ciencia, somos humanos y podemos equivocarnos, pero el amor está ahí, en los audios de más de 5 minutos para ponernos al día, en el meme compartido en el chat para romper el hielo, en las videollamadas dónde terminamos diciendo «gracias por escucharme», » y «te extraño», en las ganas de vivir en la misma ciudad y abrazarnos. En compartir recetas para probar cosas nuevas y hasta en leer el mismo libro de vampiros e ir compartiendo nuestra emoción porque el protagonista es encantador.
El amor está ahí, en ese y mil detalles que a veces parecen pasar desapercibidos en el día a día de esta vida que parece ir muy rápido.
El amor está ahí, y tenemos que celebrarlo todos los días, no solo un día como hoy, 14 de febrero.
¡Celebremos el amor a nuestro alrededor siempre!
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