Llegó la semana santa

Por Erika Valdes

Desde que tengo memoria, hasta que cumplí 17 años, era obligatorio viajar 4 horas en auto para pasar las fiestas de «semana santa» con la familia de mi mamá en un pueblo que pertenece a Frontera Comalapa. Cómo mencioné en otro texto anterior, es muy común que tengamos familiares migrantes de Guatemala y así como las personas se mueven de lugar lo hacen con sus tradiciones y costumbres.

En pleno 2024, viviendo a miles de km de Chiapas, una sobrina compartió en sus redes como muy animada bailaba con unos seres que bien podrían ser de una película de terror: chicos vestidos de mujeres, con vestidos, medias y máscaras, pero mucho ritmo. Y me entró la nostalgia, pero también muchas dudas, porque si bien disfrute el vídeo de unos cuantos segundos, no supe exactamente cómo explicarle a mi esposo porque la gente hace eso y es parte de la tradición.

Cuando era niña, veía con miedo como muchos niños disfrazados como diablos y demonios, se  acercaban a los autos, camiones y combis de transporte para pedir dinero mientras bailaban o brincaban. Esto se repetía en cada poblado sin falta por toda la zona fronteriza.

Y a llegar al pueblo, por las noches eran los jóvenes hombres quienes se disfrazaban de demonios y mujeres quienes al ritmo de marimba en vivo ( porque muchos tenían más presupuesto) bailaban a cambio de dinero. En teoría, estos pequeños grupos debían llevar con ellos un muñeco hecho de tela/aserrín que representa a Judas Iscariote y se quemaba el día sábado de Gloria. 

Está tradición no es del todo originaria de México, se cree Guatemala fue la cuna del «baile de los judíos», y se terminó por formar con la migración, y como todo también ha evolucionando con el tiempo

  EL BAILE DE LOS JUDIOS 

Lo poco que sabemos de esta historia es que originalmente se hacía un muñeco relleno de aserrín, papel o tela que representa a Judas Iscariote, el que vendió a Cristo en la tradición católica por 30 monedas de plata. Los grupos de personas disfrazadas de demonios o diablos representan los pecados  o pecadores, cargaban este muñeco por el pueblo a cambio de pan, porque para merecerlo tenían que bailar o hacer alguna cosa graciosa / payasada. Salían a bailar desde el domingo de ramos hasta el viernes santo. El sábado de gloria se quemaba el «Judas» .

Cuando yo era niña, recuerdo ver marimbas muy pequeñas acompañando al grupo de «judíos» como les llaman y ya estaban vestidos de mujer, se ponían medias, vestidos, globos simulando senos y nalgas y sacaban a bailar a los transeúntes. Al parecer vestirse de mujer también fue un cambio notable de la tradición original y en lugar de pedir pan pedían dinero. Aquí la interpretación también evolucionó, el disfraz representa las tentaciones (sobre todo la tentación de la carne)  no los pecados.

Mi abuela Sara falleció un 28 de marzo del 2004, semana santa ese año fue en abril. Reunidos en la casa que había sido de mi abuelita esa semana santa esperábamos pasará algún grupo a bailar frente a la casa. Pero fue un ex novio de una prima quien ya vestido de mujer se acercó a nosotros a decirnos que no podía bailar para nosotros porque estabamos de luto y se le hacía irrespetuoso con la «tia Sarita».

Claro que los vimos bailar y hacer payasadas pero en calles aledañas a la nuestra.

Años pasaron y ahora los grupos llevan una bocina, ponen ritmos variados (No dudo que hasta reggaeton), ya casi no cargan «el judas» pero siguen pidiendo dinero. Sacan a bailar a los amigos y conocidos.

COMIDAS DE TEMPORADA

De sobra se sabe que en la tradición católica, semanas antes del domingo de ramos no se come carne de res o de cerdo los viernes de Cuaresma. Pero en el pueblo todo se iba a algo más extremo.

PESCADO DE SEMANA SANTA 
Mi abuela preparaba un delicioso(y salado) pescado de semana santa, escribo esto y el olor a salsa de tomate salada inunda mi recuerdo: mi papá era de los pocos valientes que degustaba (y hasta creo llegó a disfrutar). Este platillo que consistía en pescado seco en salsa de tomate con chile de árbol y se podía acompañar con frijoles.
   
 PAN
 

En la tradición original, todas las jefas de familia hacían canastas con mucho pan con anticipación a la Semana Mayor. Pan que, al llegar los días santos se repartía con la familia y también se obsequiaba a conocidos. Entre risas, mis tíos solían contar que cuando ellos eran niños, y se realizaba este extraño intercambio de pan entre comadres, ellos calificaban que pan estaba más rico, quién si sabía hacer pan y quien no.

      PISHQUE

No hay nada más extraño para el resto del mundo que decir pishque. Básicamente es una bola de masa de maíz condimentada con sal y envuelta en hoja de plátano. En días santos se debe guardar la calma, trabajar, incluso en labores domésticas, era totalmente mal visto. Esto incluía la labor femenina de hacer tortillas a mano (tortear dicen en la zona). Y como no podíamos comer sin acompañarlo con algo y las tortillas se podían hacer feas se cocinaba pishque.

La bola de masa en hoja de plátano se resguardaba. Para las comidas se destapaba y rebanaba (como el pan Bimbo bromeábamos en la familia) se calentaba en el comal. Y como las tostadas podías ponerles frijoles, queso y salsa o acompañar las comidas. Un sustituto de tortillas exclusivo de semana santa.

Yo solía ver cómo mi abuela preparaba el pishque, aunque ya habían tortillerías en el pueblo y la gente ya estaba más libre de hacer sus actividades normales en días santos, para ella era importante  prepararlo. Mis tías incluso por nostalgia lo hacían para nosotros cuando llegamos en vacaciones. No es del todo de mi agrado pero recuerdo como lo preparaban, esa receta secreta que puede ir variando de familia en familia (Vi en  Youtube un vídeo de como le ponen hasta caldo de pollo en polvo). Y también como se acompaña.

MOJARRAS FRITAS 

Fue entre 2012 y 2015 que uno de mis tíos comenzó a criar mojarras. Un hueco en el terreno que se improviso como laguna artificial era dónde estaban hasta este final: ser comidas por nosotros. Está delicia no necesitaba condimentos extras, mis primas muy habilidosas para la cocina después de limpiarlas las pasaban por harina y directo al sartén. El pescado salía entero, crujiente y delicioso.

Estás comidas, aparte de deliciosas nos acercaban mucho como familia. Un trozo de madera largo con banca improvisada bastaban para el momento cumbre de nuestra semana santa: sentarnos a comer juntos. Tíos, sobrinos, nietos e incluso los novios de algunas primas se unian a estas pequeñas fiestas familiares. Jugábamos lotería donde apostamos un peso por jugador y el ganador se llevaba todo. No era una celebración religiosa (nunca lo fue) solo eran días en familia para nosotros.

Justo mientras buscaba fotos sobre «semana santa», no encontré  muchas sobre la celebración, pero si muchos recuerdos. Es inevitable sentir algo, nostalgia, un vuelco al corazón. Dicen que los seres humanos tenemos capacidad de recordar casi siempre solo lo bueno o bonito de nuestro pasado. Y añoro mucho esos días de la familia reunida en esa mesa sencilla en el patio en medio de árboles, alrededor de las comidas, de las historias de mis tíos, de las carcajadas con mis primas, de disfrutar tanto ser la tía cool que jugaba muchísimo con sus sobrinas, de verlas crecer.

Lo añoro mucho,  pero también lo atesoro como el tiempo maravilloso e increíble que me tocó vivir porque se de sobra que tal vez nunca regrese a ese lugar, por muchos motivos, (la inseguridad principalmente) o porque la familia evolucionó a tomar su propio rumbo para contar sus propias historias…

Agradezco todo lo que viví durante casi 20 años, y las historias que puedo contar gracias a esos maravillosos días de semana santa en la parcela.

¡Felices vacaciones de semana santa!

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