Retablo de oro del siglo XVIII es restaurado tras ser dañado por terremoto del 2017

Finalizó la restauración del retablo de la iglesia chiapaneca de San Nicolás Tolentino.-Cortesía Iván Gómez

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que finalizó la restauración de tres retablos que datan del siglo XVIII, con hojas de oro, que se dañaron tras el terremoto del 7 de septiembre de 2017.

Se trata del retablo de la iglesia de San Nicolás Tolentino, una de las más antiguas ubicadas en San Cristóbal de las Casas, el cual tuvo como daño principal el desajuste de sus elementos estructurales y decorativos. No obstante, su restauración reveló que la pieza no era una unidad, sino un híbrido construido a partir de tres retablos, probablemente, del siglo XVIII.

El grupo de expertos que trabajó el retablo, entre los pasados meses de enero y abril, descubrió tal hecho al iniciar los registros de las afectaciones.

El restaurador Iván Gómez Murillo, encargado de la intervención, efectuada por medio del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), indicó que, durante los levantamientos gráficos, al dibujar cada una de las piezas, se evidenció que algunas no embonaban en los espacios donde deberían, o que diversos segmentos tenían características heterogéneas, como acabados diferentes en las hojas de oro.

Aunque el conjunto guarda una apariencia de uniformidad, tal hallazgo llevó a una búsqueda documental en el Archivo Histórico Diocesano de la Catedral de San Cristóbal de las Casas, donde pudo conocerse que el templo, ocupado en tiempos virreinales para el culto de la población negra y afrodescendiente de la localidad, recibió —en los años 90— una intervención arquitectónica que incluyó la modificación de su retablo.

La restauradora Rosa García Sauri, adscrita al Centro INAH Chiapas y supervisora del proyecto de atención, explicó que, de acuerdo con los documentos revisados, en San Nicolás existían tres retablos en condiciones de alto desgaste, por ello, decidieron escoger las mejores piezas e integrarlas en uno.

Así, se creó un ‘nuevo’ retablo —de 5.95 metros de alto—, dividido en dos cuerpos y tres calles, con cuatro pinturas sobre tela, así como un par de nichos ocupados por un sagrario, en la parte baja; y una escultura de San Nicolás, en la alta.

Esto hizo más compleja la restauración, porque además de las acciones de atención a los daños por sismos —las cuales incluyeron fumigación preventiva, registros fotográficos y en AUTOCAD, y limpieza de materiales ajenos: polvo, escombros y hollín—, se requirió atender detalles estructurales que la intervención, realizada en 1992, dejó pendientes.

Un ejemplo, apuntó Iván Gómez, fueron dos paneles de madera con acabados en dorado, los cuales simplemente fueron ‘presentados’ visualmente para detenerse por sí mismos, de manera que hubo que diseñar y crear elementos de sujeción para ambos.

La restauración reveló que la pieza no era una unidad, sino un híbrido construido a partir de tres retablos, probablemente del siglo XVIII.-Cortesía del restaurador Iván Gómez Murillo.

Los restauradores teorizan que los tres retablos históricos integrados al híbrido datan de mediados del siglo XVIII, dado que comparten un estilo barroco; para tener datos precisos se requerirá de futuras investigaciones estilísticas y de archivo.

El bien cultural, ya atendido desde la cara visible al público y en sus bastidores, está cubierto con un plástico de protección, debido a que el templo aún es objeto de trabajos menores de atención.

 

Escultura de San Nicolás y órgano tubular

El proyecto restauró también una escultura de San Nicolás . Cortesía Iván Gómez

En el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, los restauradores dieron a conocer que, como parte del proyecto autorizado para el retablo, también se realizaron labores sobre dos objetos históricos resguardados en la iglesia de San Nicolás: el primero, es la escultura del propio santo, la cual con el sismo registró el desplazamiento y la caída de algunos de los dedos de la mano izquierda; la intervención comprendió la limpieza y restauración de la extremidad.

El segundo, es un órgano tubular, elaborado por Francisco Torres García hacia finales del siglo XIX, el cual fue registrado, limpiado, fumigado y encofrado. Iván Gómez explicó que, aunque el instrumento no se restauró en su sonoridad, sus piezas sueltas se resguardaron previendo un proyecto futuro de atención.

Cabe destacar que, a iniciativa de la sociedad civil, se decidió dar continuidad a las acciones e ir más allá de la atención por sismos al retablo y los bienes muebles citados. Así, actualmente los restauradores atienden un escudo, de mediados del siglo XVIII, que fue pintado sobre el arco toral del templo.

El especialista comentó que el escudo —cuya heráldica representaría a la ‘Encarnación’, ya que el templo de San Nicolás era atendido por la cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación— fue elaborado con la técnica del temple y presenta, fundamentalmente, problemas de suciedad acumulada y pérdida de capa pictórica.

“La idea de la comunidad es poder tener  su templo completamente restaurado”, concluyó la restauradora Rosa García al encomiar el trabajo en el retablo de San Nicolás y las acciones actuales sobre el escudo, resultado de la colaboración entre la sociedad civil, las autoridades religiosas, el Centro INAH Chiapas y la propia empresa de restauración que, con un alto compromiso, se dedicó de lleno a ambos proyectos.

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