Encuadernación, el oficio para proteger la palabra

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*Zúñiga tiene un libro publicado, también tiene particiones en revistas y en Coneculta, es becario en la especialidad de poesía en la construcción de un poemario. En un futuro espera seguir con los dos oficios a los que se dedica, la literatura y el encuadernado, crear una tienda-taller para dar clases de encuadernación, serigrafía y comercializar las libretas y encuadernaciones.


Francisco Zúñiga, poeta y encuadernador, originario del municipio de Las Rosas, lleva realizando el oficio de encuadernar desde hace 5 años, empezó a raíz de estudiar la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas, considera que el estudio de la literatura está muy separada del estudio de los libros, pues solo se enfocan en el contenido y no en la estructura física de este.

Asimismo, añadió que no ve avance en la actividad de la encuadernación, pero este conlleva un mundo muy grande, de muchas técnicas y de muchas variaciones. Además, trabaja en una imprenta y en una editorial independiente, todos estos oficios también lo llevan a acercarse más a la encuadernación.

“Yo estoy tratando que la encuadernación sea como debe de ser, porque aquí hay mucho malentendido en cuanto que es una encuadernación y que no es una encuadernación… pero no nos referimos a ella como debe ser… coloquialmente todas las personas cuando van a encuadernar una tesis se refieren a un empastado, eso está mal”, expresó.

Zúñiga mencionó que, en su oficio se fue haciendo autodidacta, a través de talleres en línea ofrece que las personas realicen sus propias encuadernaciones, así como sus herramientas, porque muchas son de difícil acceso, de alto costo, en el estado no hay muchas y la mayor parte se tiene que conseguir en el centro del país o del extranjero.

A su vez, dijo que no sólo se enfoca a realizar la encuadernación, sino investigar sobre esta, de donde surge, los tipos de encuadernación, también trata de hacer nuevas o usar las existentes, pero darles un toque personal, una de las que destaca, es que realiza encuadernaciones en miniatura, posterior a ello pasan a formar parte de artículos como aretes y anillos.

Zúñiga compartió que, la encuadernación fue creada para proteger la palabra escrita, por la importancia y poder que esta involucra, por ello la necesidad de crear métodos para protegerlos, como principales fueron los textos religiosos como la biblia y el coram; demostrando que es proceso muy antiguo.

Además, comentó que desde antes de cristo ya se venía haciendo un tipo de encuadernado, sin embargo, no como la que se conoce en la actualidad, las primeras eran en rollos de papiro o pergamino, después pasó a una encuadernación denominada en acordeón, que aún no tenía costuras.

También, hablo sobre el tipo de encuadernación del cuadrado plegado, su tamaño se adecuó para que entrará en el tamaño de la mano, ya que antes para realizar una obra se utilizaban muchos rollos de pergamino, para evitar esto comenzaron a doblarlos, y no tener que cargar con estos, esa fue la primera modificación que se realizó.

Posterior a ello, se utilizó la encuadernación costurada o de cadena, muy parecida a la que se usa en la actualidad. De ahí surgieron las tapas, no sólo para ser un contenedor que protegiera a la palabra, también tenia que proteger a las hojas, las cuales ya iban cocidas con el cuerpo del libro, se usaba madera y cuero.

Después, hubo otra evolución, donde se separa el lomo de la cubierta, por medio de una lomera, para que tuviera mayor protección. Las más contemporáneas, datan a principios del Siglo XVIII y XIX, empiezan a surgir las encuadernaciones bradel, son de tapa suelta, pues se costuraba el libro, se unían todos los accesorios, la tapa se hacía por aparte y al final se unía.

“Se ha ido modificando con el paso de los años, al principio era para proteger la palabra, después la cubierta protegía las hojas o la escritura, en las encuadernaciones más actuales ya son para diferentes usos, se ha apostado más a lo estético”, explicó.

Sobre los tipos de encuadernación, mencionó algunas como es la japonesa, holandesa y española. También hay una infinidad de variantes en cuanto a las costuras esta la de nervios, sobre nervios y griega, hay encuadernaciones artesanales, artísticas y maquinizada, cada una con sus variantes, las dos primeras se hacen a mano.

Respecto a las piezas que conforman la construcción de un libro, mencionó que las guardas, puede existir de muchos papeles, ya sea en blanco o decorados, existen técnicas para decorar las hojas puede ser el marmoleado o al alcohol. Las cabezadas se ubican en el lomo tanto en la parte superior como inferior, es un pequeño bordado, la mayoría maneja el industrial, son pocos quienes optan por hacer el bordado de forma directa en el libro.

“El trabajo del encuadernador es un trabajo artístico, porque llevamos muchas cosas para decoración, ornamentación, y no entra sólo el hecho de hacer libros, libretas o cuadernos”, expuso.

Zúñiga compartió cómo surge la denominación del cuaderno, se dio a través de doblar 4 hojas a estos se les denomina bifolios, que ahora se le conoce como páginas, este doblado formaba el cuaderno o cuadernillo. Respecto del porque los libros tienen la forma rectangular, se debe a que el material que se empleaba para escribir en el principio era el pergamino, se obtenía de la piel de animales.

Con base a lo anterior, la piel tiene la característica de ser más larga que ancha, esta forma permitía a los encuadernadores cortar la piel de manera rectangular para aprovecharla toda, En el surgimiento de la hoja, los chinos tomaron esta misma forma porque ya tenían esa idea del pergamino.

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El encuadernador, asoció este oficio en artículos, para no limitarse en tesis, agendas, libretas y libros, decidió unirlos a piezas como son los anillos, aretes, porta cigarros y tarjeteros. Además, al unirse a una editorial quiso conocer más sobre lo que conllevaba encuadernar, para darle al oficio el respeto que se merece,  ya que ahora es una de sus principales fuentes de ingreso.

“Es difícil aprender a encuadernar de manera autodidacta en nuestro estado, porque la mayor parte de los encuadernadores están fuera, hay muy buenos aquí en Chiapas, pero no he localizó a todos, tenía irme a México o a otros estados para tomar un taller, es bastante difícil y caro, empecé a formarme de manera autodidacta… empecé a buscar libros… de tener el conocimiento teórico puede de manera más fácil implementarlo a la manera didáctica”, mencionó.

Además, añadió que cuando ya tenía lista sus encuadernaciones, buscaba el asesoramiento de un encuadernador, para que le dieran el voto de aceptación o no, considera que aún le falta mucho por aprender, pero siempre trata de perfeccionar su oficio.

En Chiapas ha conocido a 6 encuadernadores, 4 en Tuxtla Gutiérrez y 2 en San Cristóbal de Las Casas. los cuales considera que se enfocan en su totalidad a realizar este oficio, que conocen una variedad de técnicas y tienen mayor conocimiento. Hay otros que se dedican a encuadernar, pero no de manera en general.

Por otro lado, Zúñiga mencionó que la primera satisfacción que le dejo este oficio es la construcción de sus herramientas, con ella puede construir los libros a mano que realiza. Pero la más grande es que puede unir las dos cosas que más le gustan, la literatura y la encuadernación, cuando empezó a escribir creyó conocer el alma de la literatura, sin embargo, no conocía el cuerpo.

“Puedo escribir el libro y construirlo de manera física” añadió.

Con relación al tiempo en que lleva elaborar una encuadernación, dijo que depende del tipo de este, pero puede hacerlos en un día, tres días o una semana, dependiendo que tan complejo sea y los detalles que llevará.

Zúñiga resaltó que debido a la pandemia que enfrentamos por Covid-19, se ha visto afectado en la parte económica, al ofrecer un producto que por el momento no es tan necesario es difícil comercializar, pasó de vender un aproximado de 10 libretas por semana a 3 en un mes.

“Las ventas han sido bastante bajas, se entiende que no es algo de primera necesidad, como comprar una bolsa de arroz… si ha afectado porque la encuadernación es mi primera fuente de ingreso, a pesar de tener otro trabajo me ayuda, desde que empezó la pandemia no he podido trabajar de manera formal… no me había podido presentar a trabajar porque me convertí en una persona de riesgo”, expuso.

Para sobrellevar la situación, ha implementado reducir el precio de las libretas que elabora, entregando siempre la misma calidad, como ofrecer un separador de regalo. Por el momento no puede salir, así que usa sólo el poco material que tiene en casa, por lo que no puede ofrecer más cosas, sin embargo, siempre busca dar promociones.

“En los últimos meses, ni ofreciendo eso ha podido salir, de lo que ya se tiene, es comprensible, todos estamos de cierta manera mal”, compartió.

Por último, el encuadernador vende sus productos a través de redes sociales, en su cuenta personal en Facebook o de manera personal con amigos o recomendados, ya que no cuenta con un espacio físico.

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