Afrodescendientes y sus aportaciones a la cultura chiapaneca

El 24 de enero de 2020, se celebró por primera vez el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes. Cortesía: INPI

Benjamín Lorenzana Cruz, investigador de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) a través de su investigación “La población afrodescendiente y sus aportaciones a la cultura chiapaneca” analizó la contribución de la población africana (negros y mulatos) en la provincia del Soconusco, en especial las manifestaciones culturales como: religión, danza y gastronomía.

Así mismo, explicó los motivos del despoblamiento y repoblamiento del noroeste del Soconusco, su aporte en la economía de la región, en las estancias ganaderas y obrajes de añil y milicias.

El espacio territorial ocupó Mapastepec, Pijijiapan y Tonalá. La información sobre el origen de la población negra y mulata en estos municipios se encuentra en distintas fuentes coloniales, como son los registros de matrimonios, bautismo y defunciones, así como padrones regionales de confesiones, censos generales de población, entre otros.

La población de origen africano (Negros y mulatos) estuvo presente en Chiapas desde los primeros momentos de la conquista. Cortesía: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas

Lorenzana Cruz enfatizó que la introducción de la población negra a Chiapas, en especial a la costa, es parte de un proceso histórico amplio que vincula las historias de Europa, África y América. Puesto que, el periodo del comercio de esclavos africanos tiene sus raíces en las exploraciones de los portugueses a las costas africanas en el Siglo XV.

Aunado a ello indicó que los estudiosos coinciden en señalar las diversas  actividades que desempeñaron en México, pero fue en las plantaciones de caña de azúcar, minas, estancias ganaderas y obrajes, donde más se explotaba a esta población.

Otras investigaciones apuntan que los primeros negros y mulatos que llegaron a México fueron sirvientes personales de conquistadores y religiosos, aunque algunos también participaron en las campañas de conquista.

Dicho esto, de manera general, el investigador señaló que la población africana y su descendiente (mulatos o negros libres) se encontraban presentes en diversas comunidades, pero las tres ciudades ya mencionadas son en las que más se identificaban.

Al mismo tiempo, recordó que Arriaga fue un pueblo que nació a partir del ferrocarril, pero cuando no existía esta ciudad, había varias haciendas ganaderas como El Rosario, de propietarios españoles. La mayoría de la población que trabajó en estas haciendas eran mulatos, según los padrones de la época colonial.

En el caso de Pijijiapan, estaba registrado como un pueblo compuesto de manera exclusiva de mulatos. En cambio, Mapastepec era predominado por la población de negros y mulatos, y para Ciudad Real (San Cristóbal de Las Casas) la afrodescendiente fue mayor, incluso que la española.

Visibilizar la diáspora africana en México y reflexionar sobre los estereotipos que pesan sobre esta cultura a través de diversos programas en los que se reconoce la afromexicanidad en la danza, la música, la gastronomía, el análisis y el debate. Cortesía: Secretaría de Cultura

Para la provincia de Chiapas, cuya capital era Ciudad Real, la población se concentró en esta dicha ciudad, es decir, el municipio fundado por los españoles tuvo población afrodescendiente, pero la de origen indio siguió siendo la principal. En la zona de Cintalapa, Jiquipilas y la Frailesca hubo población africana.

Se sabe que los frailes dominicos eran los principales hacendados de Chiapas, tenían una serie de haciendas en toda esa zona, la mayoría de los trabajadores eran esclavos africanos, añadió el investigador.

Por ejemplo, en San Pedro Buenavista del municipio de Villa Corzo, era una hacienda abandonada por la distancia en la que se ubicaba, por esta razón los dominicos buscaron venderla, pues decían que los negros que ahí se encontraban estaban consumiendo todo el ganado.

Acerca de la ocupación de estas poblaciones, Lorenzana Cruz mencionó que tradicionalmente eran mayordomos, mientras tanto, las mujeres eran lo que se conoce como “mamás de leche”. Otros los llegaron a ocupar como guardias personales, donde las autoridades como el: alcalde mayor y justicias, andaban a un negro armado. En estos documentos, aparece que en los conflictos siempre destacaba “el negro del alcalde”.

En México, se aplican medidas para tratar de reducir el riesgo de infección en las poblaciones ganaderas y crear una barrera entre la fuente animal de la enfermedad y los humanos. Cortesía: COMITÉ DE FOMENTO Y PROTECCIÓN PECUARIA DEL ESTADO DE CHIAPAS A.C.

A ello se suman las mujeres africanas que eran compañías de las monjas en los conventos, quienes les preparaban la comida, entretenían, bañaban y limpiaban. Estos esclavos, eran de su propiedad, entonces podían venderlos incluso ser robados.

En las zonas rurales, esta población se concentró en las haciendas ganaderas, las primeras instancias surgieron a finales del Siglo XVI, y con una solicitud del gobernador buscaron introducir a los negros en estos espacios, así empezaron a crecer.

Para el Siglo XVII, se decía que una de las principales instancias de toda la Nueva España se encontraba entre Mapastepec y Pijijiapan, llamado “Instancia Grande”, donde los principales trabajadores eran los esclavos o mulatos en condiciones libres.

La población afrodescendiente se va a identificar mucho con la actividad ganadera, al ser ellos quienes realizan el trabajo rudo, esa cercanía con el ganado generó tradición. Por ejemplo, las mejores partes del ganado se las quedaba el patrón, esta población en su condición marginada hacía su comida con las sobras: patas y viseras, lo que generó una tradición gastronómica como el tasajo, pues muchos de ellos trasladaban ganado a Puebla o al centro de México, y lo que podían llevar era la carne salada, explicó el investigador.

Así pues, fueron utilizados para la sublevación indígena de 1712, la primera rebelión que tuvo la corona española en esta región. Por ejemplo, el convento de Chiapa, envió a 50 negros.

Los elementos de nuestros rasgos tienen que ver con este pasado, tenemos la herencia de muchas migraciones en Chiapas: japoneses, chinos, alemanes, españoles, franceses y poblaciones del Caribe, indicó el experto.

Por otro lado, señaló que en la tradición oral se encuentran personajes como el negro cimarrón. En la gastronomía, sabe que un platillo cuenta con los aportes de las distintas migraciones, para destacar y visibilizar lo afro, señaló el mondongo, chanfaina, chimbo y la malanga.

A las cocineras y cocineros negros se les atribuye el uso y abuso del aceite, así como darles color a las comidas con el achiote. En los dulces, al trabajar muy de cerca con la caña de azúcar, y la forma de cargar el cesto para vender de casa en casa con el yagual, es africano, concluyó el investigador.

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