Los Anfibios de Tuxtla

Piel húmeda y fría, ¿qué son los anfibios?

Por Daniel Pineda Vera.

De forma somera y breve, podríamos decir que los anfibios son vertebrados (aunque usted no lo crea, tienen huesos, como nosotros, también corazón, pulmones, intestinos, etc., no son «de gomita») de sangre fría, de piel húmeda, lisa o cubierta de verrugas, que viven en la tierra y en el agua, pasan una etapa de larva, popularmente conocida como «renacuajo», «gusarapo», «tepocate», entre otros. Ranas, sapos, salamandras, tritones, ajolotes y cecilias (¿¡qué rayos es eso!?), mejor conocidas en Chiapas como Tapalcúas, Tepelcuas, Barretillas, Brazo de Metate o Tapaculo.

Las ranas son de los anfibios más y mejor conocidos, tanto por la población general como por los científicos. Especies como ésta Rana Manchada (Lithobates maculatus), pueden soportar las inclemencias de la compañía humana, como les sucede en el Centro «Ecoturístico» El Chorreadero. © Daniel Pineda Vera.

Ya que nos encontramos en el verano, y muchos de estos animales han dado inicio a su tiempo de mayor actividad, consideré pertinente el hablar del grupo de vertebrados más vulnerable y amenazado que existe en la actualidad -¡oh, vaya sorpresa! No son ni las ballenas, ni las jirafas ni el oso panda, son el sapo «feo» que hace unas semanas recibió piedras por entrar al patio de la casa, el tlaconete al que echaron sal, o bien, el «Tapalcúa» que fue cercenado por creerlo peligroso luego de emerger entre la hojarasca de un Cacaotal o un Platanar- y que a pesar de que antaño fueron sumamente comunes y aún hoy en día les podemos ver luchando por adaptarse a la presión que ejercemos como humanos, siguen siendo terriblemente estigmatizados, perseguidos, y peor aún, desconocidos. Concretamente, nos enfocaremos en los anfibios de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por ofrecer una buena muestra que sirva de ejemplo para el resto del Estado de Chiapas (aunque créanme, bien valdría la pena tratar casi todas las especies por lo interesantísimas que son), no obstante, siendo un grupo biológico tan poco conocido, habrá qué comenzar por saber, ¿qué son los anfibios?

Más de uno recordará con cierta nostalgia, cómo después de las lluvias, ya sea en los ranchos o incluso en los patios de las casas tuxtlecas, el cómo pequeñas ranas de variada coloración aparecían pegadas en los cristales o paredes, dando quizás un susto a más de una persona. Esta Smilisca baudinii es una de esas especies trepadoras que aún hoy en día podemos encontrar en nuestras casas si somos afortunados. © Daniel Pineda Vera.

No haciendo más énfasis en su anatomía y fisiología, solamente haré hincapié en una característica primordial: Aunque la mayoría de los anfibios poseen pulmones, ellos respiran también por la piel, ¿qué implica esto? Pues bien, es una de las principales causantes de su actual situación tan crítica. Resulta que al tener una piel permeable, a través de la cual pueden penetrar fácilmente las sustancias encontradas en su entorno, los anfibios son sumamente sensibles a la contaminación. Si existe contaminación del aire, agua o el suelo, los anfibios serán los primeros organismos en sufrir las consecuencias, y en la mayor parte de los casos, fallecerán intoxicados. De hecho, la presencia de anfibios en un entorno, suele indicar una buena salud de ese espacio. Claro, tampoco hemos de confiarle a los resistentes sapos, que a la fecha, han podido vivir hasta en el río Sabinal. Caso contrario son las salamandras -de las que hablaré poco más adelante-, sobre todo del tipo de salamandras que habitan en Chiapas, porque no poseen pulmones y su respiración es totalmente cutánea (por la piel), entonces, son en extremo sensibles a contaminantes, como pesticidas, agroquímicos, detergentes, aceites, gases nocivos, etc. ¡Ya se imaginarán la terrible situación que están viviendo hoy en día!

Las formas y colores de ranas y sapos (Anuros), son muy variadas, desde las gráciles, esbeltas y claramente hermosas ranitas arborícolas como ésta (Ptychohyla euthysanota), hasta los regordetes, verrugosos y generalmente «asquerosos sapos», como el sapito común (Incilius valliceps). Desde luego, existen formas menos conocidas, como las ranitas de hojarasca, que suelen pasar desapercibidas por su coloración mimética con el entorno y su pequeño tamaño, como esta Craugastor rhodopis, de las selvas húmedas de Chiapas. © Daniel Pineda Vera.

Por otro lado, los anfibios, como muchos saben, pasan por una etapa larvaria, los famosos «Renacuajos» (y sus muy diversos nombres locales), mismos que en su mayoría dependen del agua para desarrollarse, por lo que, si las condiciones del agua no son saludables, simplemente ahí mueren generaciones enteras de anfibios. Claro, ni todas las especies de anfibios se reproducen en el agua ni todas pasan por una etapa larvaria observable. Existen en Chiapas, ranas, y todas las salamandras y tapalcúas, que no se reproducen en el agua, sino que ponen huevos sin cascarón -que ellos suelen cuidar- en sitios húmedos, de los cuales nacen diminutas copias exactas de sus padres, es decir, ya desarrolladas.

Finalmente, lo anfibios son en su totalidad insectívoros o bien, carnívoros. Solamente cuando se encuentran en etapa larvaria (renacuajo) son herbívoros, aunque pueden ingerir materia de origen animal e incluso, si las condiciones son adversas, practican el canibalismo. De adultos, los anfibios forman parte importante en el control de poblaciones de insectos (cucarachas, moscas, mosquitos, chapulines, grillos, escarabajos, hormigas, etc.) y otros artrópodos (como arañas, ácaros y alacranes). Especies de gran tamaño y voracidad, pueden ingerir lagartijas, ratones, polluelos o aves pequeñas, serpientes e incluso, otros anfibios y practicar canibalismo.

Poco menos que conocidas, las Salamandras en Chiapas (localmente llamadas «Niños» o «Salamanquesas», aunque esos nombres también se aplican en otros animales), son percibidas con asco, repudio y terror. Desde luego que la gente no ha de observar sus formas hermosas y graciosas antes de lanzar la pedrada o darles un tajo con el machete. Se les acusa de venenosas, de quemar la piel, etc. Estos no son más que burdos cuentos, pues en realidad, todas las salamandras de Chiapas son inofensivas. Esta Bolitoglossa rufescens, es propia de las selvas húmedas de montaña del Estado. © Daniel Pineda Vera.

Los anfibios actuales se encuentran concentrados en 3 grupos: a) Los Anuros («sin cola»), que son las ranas y sapos, b) Los Caudados («con cola»), que son las salamandras, tritones y ajolotes, y c) Los Gymnophiones («serpientes desnudas»), en donde encontramos a las extrañas cecilias, tapalcúas, barretillas o brazos de metate. En números, en todo el mundo existen alrededor de 6 400 especies de anfibios, México posee casi 380 especies, y Chiapas, alrededor de 113 especies de anfibios. En Chiapas, poseemos casi 80 especies de anuros, alrededor de 25 de caudados y solamente tres de guimnofiones.

De igual forma que las salamandras, las Tapalcúas, Barretillas, Brazos de Metate o Tapaculos, son animales inofensivos pero que desgraciadamente han sido objeto de creencias, leyendas, mitos y cuentos absurdos de la población, acusándoles de atrocidades (como introducirse por el recto de las personas que defecan en el campo), de las cuales obviamente no son culpables. Anteriormente, abundaban en las zonas tropicales de Chiapas. Hoy en día son vistos de vez en cuando en las plantaciones de Plátano, Cacao y Mango de la Costa y zona Norte y Lacandona de Chiapas, raras veces en la Depresión Central. © Daniel Pineda Vera

«Actualmente, se considera que de los anfibios de México, 164 especies están amenazadas o críticamente amenazadas, lo cual equivale al 43% de la diversidad total. Cuarenta y dos especies son vulnerables y para un 14% de las especies no se tiene suficiente información para asignarlas a una categoría. Los factores identificados como causantes del declive de anfibios son de diferente índole, tanto antropogénicos tales como la destrucción de hábitat, explotación, introducción de especies exóticas, así como el efecto del cambio climático global o bien las enfermedades infecciosas emergentes (Collins y Storfer, 2003; Daszak et al., 2003; Lips et al., 2008). Sin embargo, en el análisis llevado a cabo por la IUCN se determinó que con certeza el factor más importante para la disminución de las poblaciones de anfibios mexicanos era sin duda la deforestación y transformación de vegetación, aunque hace falta hacer más estudios para tener la información necesaria para calificar el grado de amenaza que tienen muchas especies de la fauna de anfibios de México» (en Parra-Olea, et al., 2014).

 

En próximas emisiones ya hablaremos a detalle de cada uno de éstos grupos, y por supuesto, de su presencia y situación actual en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

 

– FUENTES CONSULTADAS:

1.- Parra-Olea, G., O. Flores-Villela y C. Mendoza-Almeralla. 2014. Biodiversidad de anfibios en México. Revista Mexicana de Biodiversidad, Suplo. 85:S460-S466.

2.- Muñoz-Alonso, L. A., N. López-León, A. Hórvath, et al. 2013. Los anfibios. pp. 305-318. En: La biodiversidad enChiapas: Estudio de Estado. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y Gobierno del Estado de Chiapas, México.

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