Mujeres indígenas de Amatenango del Valle y sus motivos para no ser madres

Municipio de Amatenango del Valle, Chiapas. Cortesía: SECTUR.

*A partir de entrevistas a mujeres indígenas de Amatenango del Valle, se encuentra un importante grupo que, dentro de sus opciones de vida, no esta el de ser madres o esposas, sea este un hecho anhelado o circunstancial. A través de sus experiencias, motivaciones y preocupaciones nos acercan al contexto y a las situaciones que las llevaron a tomar esta decisión.


Barbara Linares y Austreberta Nazar del Colegio de la Frontera Sur de San Cristóbal de las Casas junto con Emma Zapata del Colegio de Postgrados de Montecillo, Estado de México, realizaron un estudio que explora los motivos de las mujeres indígenas a permanecer sin hijos a lo largo de su vida reproductiva.

La maternidad ha jugado un papel trascendental en la vida de las mujeres, relacionada con la feminidad se define como el deber del ser mujer. El enfoque feminista cuestiona la asociación natural e ineludible, ha demostrado que esté no es un hecho natural, sino una construcción social y como tal es determinado. En la actualidad la idea reproductiva como obligación se concreta a partir de las presiones sociales e institucionales, explicitas o implícitas, que encierran los mandatos, describe la investigación.

Mujeres de Amatenango del Valle. Fotografía: Lesly Georgina Maldonado López.

Linares, Nazar y Zapata entrevistaron en la cabecera municipal de Amatenango del Valle a mujeres que manifestaron su intención de permanecer sin decendencia, a través de testimonios y experiencias de las protagonistas se buscó conocer las motivaciones, circunstancias y razonamientos por los que han permanecido o permanecerán sin hijos a lo largo de su vida.

Las habitantes de la cabecera participan dentro del espacio doméstico y privado, inciden en el ámbito público por organizaciones políticas en los movimientos sociales locales. El sistema de género es perceptible en las normas matrimoniales. El arreglo de esté es su forma mas tradicional y menos frecuente en las generaciones mas jóvenes, se basa en un acuerdo pactado entre los padres, mediante el intercambio denominado “Bocado” y la otra tiene que ver con la unión consensuada, las investigadoras encontraron que en la actualidad ambas coexisten.

Mujeres de Amatenango del Valle. Cortesía: Global Press Journal.

Las informantes no han estado unidas a un cónyuge, la relación entre no ser madres y la unión en matrimonio es compleja si se considera la normatividad de género, el deseo explícito de permanecer sin decencia es una decisión de estar soltera y para otras es el costo de no unirse en pareja, explicaron las investigadoras.

Linares, Nazar y Zapata explicaron que los motivos de no ser madre se relacionan con la historia de vida, creencias y temores. En las sociedades rurales e indígenas existe un estigma social sobre la madre soltera, genera discriminación y rechazo. Además, la maternidad esta normada a ejercerse en matrimonio si es producto de haber tenido relaciones sexuales fuera de la unión conyugal son señaladas por la comunidad.

“Si se embarazan le dicen a su mamá y ya la mamá va a arreglar con el papá del muchacho si lo va a tener como mujer, si no arreglan tienen que darle dinero, pero las ven mal, dicen que esa mujer no sirve, porque hizo eso, así no sirve… algunas se dejan engañar” compartió una de las entrevistadas.

La desigualdad de género concibe a las mujeres desechables, otorgándoles a los hombres el privilegio de dejar a sus cónyuges y no responsabilizarse de su descendencia. Una práctica común es que la pareja abandone a su familia y busque hacer una nueva unión lo que genera temor a tener hijos. Durante la entrevista se compartió lo siguiente:

“Yo no voy a querer marido porque lo estoy mirando la gente se dejan, casi aquí todos lo cambian a sus mujeres, dejan, pa que lo quiero, mejor voy a trabajar… hay veces le dejan abandonado a las mujeres con sus hijas que tal voy a salir así yo también” explicaron una entrevistada.

Las entrevistadas mencionaron que los hijos representan una carga de trabajo que recae desde un inicio en las mujeres, en manutención y crianza, tenerlos se considera una responsabilidad que implica mayor demanda de recursos monetarios y del cuidado.

“Las que están casadas no pueden descansar porque tienen hijos y quiere más gasto, tienen que hacer su tortilla porque aquí pue no compramos la tortilla, lo haces, a veces quieren frijoles lo ponen su olla tienes que cocer todo el día y con eso, en la tarde hacen otra vez la tortilla, dos veces, a veces quieren tomar pozol a medio día, no salen pue los que tienen sus hijos” testimonio de una de ellas.

En contexto de pobreza y desigualdad el temor a morir en el parto o por causas derivadas a esta, es una realidad presente.

La muerte materna las impacta de tal manera que genera miedo, dentro de esto también se implica el haber quedado al cuidado de los hijos de las familiares que han fallecido. Una de ellas dijo:

“No, me da miedo, tengo miedo de tener hijos… es que lo vi que nació mi sobrina, mi cuñada se puso mal, luego se falleció, me da mucho miedo, no quiero”

La información permitió identificar que la maternidad y la unión conyugal se relacionan de distintas formas, la no gestación responde a la voluntad de la mujer de no ser madre, reflejando una norma que se regulan y estructura bajo el control de la sexualidad mediante el celibato. La vivencia del no procrear se suma a las voces que desmienten los discursos que niegan, minimizan o naturalizan las desigualdades de género, como aquellos cargados de estereotipos reproductivos en las mujeres indígenas.

 

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