Ser «antsiwinik»; una víctima de abusos físicos y psicológicos en el entorno familiar, escolar y social

Para exigir un alto a los crímenes de odio la comunidad gay de Chiapas marcha por la avenida central de Tuxtla Gutiérrez. Cortesía: Joselin Zamora.

*El Estado de Chiapas se ubica en el lugar número 15 de estados con más crímenes de odio contra la población LGBT+. 


*Investigación Antsiwinik. Expresarse como homosexual en una secundaria de contexto indígena.

Amadeo Hernández Silvano, Rogelio Ernesto Marcial Zavala y Manuel Alejandro Moreno Muñoz, maestros en Estudios Culturales por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), realizaron una investigación, sobre la percepción de las identidades homosexuales en contextos indígenas, en específico en una escuela secundaria ubicada en un ejido de Damasco en el municipio de Ocosingo.

Los investigadores mencionan que, la visión que se ha forjado en determinados contextos culturales sobre el deber ser en relación con el cuerpo de una persona influye en la sociedad, al promover discursos que establecen principios normativos que marcan lo normal o anormal dentro de cada grupo social.

En el trabajo de investigación, analizaron la significación y la vivencia de jóvenes adolescentes indígenas con orientaciones y prácticas sexuales diversas. Hablar de sexualidad en el ejido es poco frecuente, de diversidad sexo-genérica aún menos; como expresaron los habitantes de la comunidad, aseguran que empezó a tratarse este tema cuando llegaron personas externas, afirman que, estos metieron ideas a los jóvenes.

Es importante mencionar que, el sistema sexo-género reconoce la heterosexualidad de los sujetos, coloca comportamientos y modos de vivir con relación a la división hombre-mujer, sin embargo, rebasa la norma binaria, al tener una relación sexo-afectiva con una persona del mismo sexo, como dentro de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual (LGBTTTI) se quebrantan las reglas impuestas y normalizadas en el patriarcado.

Por lo anterior, Hernández, Marcial y Moreno añaden que, la heterosexualidad, además de ser una forma de relación, opera como un régimen político que abarca todos los espacios de la vida pública y de la privada.

Además, existen espacios designados para ser ocupados por la presencia masculina o femenina, así como también hay espacios designados para hombres heterosexuales y no heterosexuales. La escuela opera bajo estas regulaciones fundamentadas en la heteronormatividad, aquello que se aleje del estereotipo de heterosexualidad es cuestionado, señalado y enterrado.

Asimismo, en el ejido es evidente este tipo de estereotipos de género, dejan fuera todo lo que tenga relación con diversidad sexo-genérica o que se aleje de los mandatos heterosexuales.

“Siempre me molestan, no hay momentos que mi papá no me regañe, me pega que, porque no hablo como hombre, camino como mujer, se avergüenza de mí… igual aquí (en la escuela) me molestan, no encuentro apoyo con los maestros, se ríen, no hacen nada… a cada rato me andan toqueteando, ¡al menos fuera uno solo!, no que son todos, y así no me gusta”, compartió Ismael.

Los investigadores, comentaron que, Ismael refleja el rechazo que recibe por parte de su familia, en específico de su padre, por no llevar a cabo los roles sociales asignados a los hombres en su contexto social, generando agresión física y psicológica.

También, lo que experimenta en la escuela, no está lejos de su experiencia familiar, porque la visión heteronormada y la falta de una educación intercultural da paso a burlas, señalamientos, dando como consecuencia exclusión e incluso a agresiones físicas sin que los maestros intervengan de manera oportuna.

Ante lo expuesto, para realizar la investigación, Hernández, Marcial y Moreno hablaron con personas que participaban en la directiva de la escuela. Contaron con el apoyo del comité de padres de familia, cinco alumnos, de los cuales tres son homosexuales y dos heterosexuales, así como cuatro profesores.

Por otro lado, Damasco es una comunidad tseltal no existe una expresión que se identifique con la palabra homosexualidad; sin embargo, antsiwinik es la aproximación más cercana, término que se refiere a una persona que puede hacerse pasar por hombre y a la vez por mujer.

“Anteriormente eso no había, ahorita donde quiera que se vaya se ven los antsiwinik, se meten hombre con hombre, se visten como mujer… los antsiwinik son eso, hombres que se visten o quieren ser mujer o que ocupan el lugar de una mujer cuando están con un hombre, no se ve bien porque los más chicos lo pueden aprender”, dijo un padre de familia.

Los investigadores, mencionan que, los pobladores consideran que ser antsiwinik es algo que se desarrolla, se trata de un proceso social que puede llegar a aprenderse en la interacción con otros que ya lo son.

Por ello, ser homosexual o antsiwinik es sinónimo de opresión múltiple según los habitantes de la comunidad y en el mismo seno familiar, considerando que la organización y los roles sociales están enmarcados en la sexualidad heteronormativa y patriarcal, determina que solo se puede ser hombre o mujer heterosexual.

“Es que cada quien tiene que hacer, las mujeres tienen una función y los hombres también; ellos, los hombremujer, se quedan en la casa, no salen, no trabajan casi, son como mujeres, pues, aprenden lo que hacen las mujeres. El hijo de Mario siempre está con las señoras y pasa todo el tiempo en la cocina, nunca va a la milpa, hasta se pinta”, expuso un padre de familia.

A su vez, winikil es otra expresión común en las conversaciones entre padres y madres de familia y alumnos; significa compórtate o actúa como un hombre. El antsiwinik no sale de su casa por varias razones.

“Casi no salgo de la casa… donde sea que yo ande, rápido me quedan mirando, o los del campo me empiezan a chiflar o decir muchas cosas, siempre es lo mismo… mi papá no me lleva a la milpa que porque es para hombres y no le gusta que me vean con él, porque según soy como mujer… en cuanto salga de la secundaria me iré a buscar trabajo a otro sitio porque aquí ya no quiero estar” dijo Omar.

El rechazo, genera en los jóvenes tristeza por la exclusión social de la que son objeto. Sin embargo, los jóvenes diversos no es que no puedan realizar los papeles asignados a los hombres en el contexto social, el problema es la norma social, hace imposible que los lleven a cabo, mencionaron los investigadores.

También, encontraron que, en las narrativas exponen comportamientos respecto a prácticas sexuales entre los jóvenes que se asumen heterosexuales y los antsiwinik, estos últimos son obligados a mantener relaciones sexuales o a realizar otras prácticas por el simple hecho de ser diferentes, dañando la integridad de los jóvenes diversos, empoderando a los chicos heterosexuales, al establecer poder.

“Me persiguen, porque quieren estar conmigo, rápido me dicen vamos al puente o cosas como eso… a la fuerza me quieren llevar, aunque yo no quiera. Me muestran sus partes agarrándose con la mano, así lo hacen ellos, y según dicen que son bien hombrecitos, pero ¡quién sabe!”, compartió Ismael.

Es así como, ser antsiwinik es sinónimo de rechazo en el esquema social comunitario; implica que los jóvenes oculten sus identidades y orientaciones sexuales por temor al rechazo, a la violencia verbal y física. Externar que se es antsiwinik implica ser objeto de señalamientos, burlas, persecución, rechazo, acoso y violencia constantes, reprimir los sentimientos es la alternativa que algunos asumen para evitar la norma y los estándares sociales establecidos.

Respecto a la práctica docente y los cursos de actualización, no se da la importancia necesaria a este tema; incluso los investigadores observaron, que es un asunto que no afecta en el proceso enseñanza-aprendizaje, al no estar incluido en los programas de estudio, los profesores afirman que no tienen la obligación de abordarlo en el aula.

“Realmente no hemos trabajado sobre la homosexualidad en la escuela ni en los cursos, en los programas de estudio no está, me imagino porque no tiene que ver con el proceso enseñanza-aprendizaje… tampoco los padres de familia nos permitirían hablar acerca de ese tema. Nosotros seguimos el programa de estudio, pero estos chavos igual también en la escuela nomás no dan una, son bien flojos”, dijo un docente de la escuela.

Por último, la situación de los antsiwinik al interior de la escuela es complicada. Algunos de ellos presentan problemas de reprobación y falta de interés por las actividades escolares. Ante el acoso y la violencia que viven, el alumno tiene poco interés en su formación académica.

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