Sitios Ramsar: Breve semblanza y panorama actual de nuestros humedales

Por Daniel Pineda Vera / El Neotrópico: Divulgación de la Ciencia y la Biodiversidad de Chiapas

Qué tranquilidad se respira, estando de pie, con el aire húmedo y el aroma fresco que emana de las entrañas de uno de los ecosistemas naturales más ricos y diversos del planeta: Los humedales. Pero no estamos solos en la calma que ofrece una mañana dentro de los tulares, de un manglar o un -casi extinto- sistema de lagunas en las frías montañas de Los Altos de Chiapas.

Amanecer en los Manglares del Sistema Lagunar «La Joya-Buenavista», Tonalá, Chiapas. © Daniel Pineda Vera, 2020.

Los sonidos que inundan la atmósfera, provienen de decenas, quizás centenares o -como en tiempos pasados- de millares de aves, que anuncian su presencia, sus intenciones de reproducirse o su dominio sobre algún pedacito de terreno en la inmensidad del humedal. Quizás algunas ranas desveladas aún croan entre la vegetación y los insectos frotan sus alas y patas produciendo estridentes chirridos que dan una textura vibrante al ambiente.

La peculiarmente cautivante Garza Cucharón (Cochlearius cochlearius), una típica y emblemática de los manglares del sur de México. Tonalá, Chiapas. © Daniel Pineda Vera, 2020.

Claro, ¿quién no disfrutaría tan maravilloso espectáculo? Pareciera totalmente ajeno al humano no dejarse envolver por tan primoroso llamado de la naturaleza. Pero ¿qué creen? Sí existen entes que, haciendo gala de su acérrima ignorancia, de nepotismo, de egoísmo, de una avaricia incontrolable y bien arraigada y hasta hereditaria, declaran su total desprecio, falta de respeto, de amor a la vida, y su abulia, mancillando y prostituyendo estos increíbles espacios otrora pletóricos de vida, despojando de refugio y alimento a seres que, a la vista de estos miopes tomadores de decisiones, eran invisibles, inservibles, e incluso, repulsivos. Han decidido subastar estos terrenos al mejor postor en complicidad con las instituciones pertinentes. Resuena la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en estos atentados, pues lleva un larguísimo historial de omisiones a su supuesta vocación, pero haciendo gala de su más grande convicción: La capitalización y destrucción del patrimonio biocultural de México. 

Un vibrante manglar, cuna de cuantiosas generaciones de moluscos, de camarones, jaibas, e infinidad de peces de las más exquisitas carnes de gran valor comercial, es devastado para dar paso a un espacio de banalidades, de la vanidad y el ego propios del frenético y vulgar estilo de vida actual. Un lujoso hotel, un pretencioso club de playa. Incluso el paisaje sonoro cambia, las aves, han cedido su espacio a los motores, los altavoces y a las vociferaciones irritantes de la inmundicia, que ni hacen el esfuerzo de pronunciar correctamente el español en el contexto de un monótono y burdo ritmo.

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Este triste y desolador panorama, ya era previsto por distintas organizaciones ambientalistas, científicos y naturalistas alrededor del mundo, quienes con todo conocimiento de causa, realizaron las gestiones para que destruir los humedales al menos no fuera tan fácil. En 1971, en la ciudad de Ramsar, Irán, se reunieron decenas de países, quienes firmaron un convenio que, en la plenitud de sus alcances, permitiría proteger de manera universal, la gran diversidad de ecosistemas de humedales a lo largo y ancho del Planeta Tierra, nuestro único hogar. 

Para 1975, haciéndose algunas modificaciones, el Convenio Ramsar entró en vigor, y hacia 1995, México figuró entre los países que pretendieron y juraron sumarse a los esfuerzos internacionales de protección de manglares, tulares, popales, arrecifes, sistemas lagunares y humedales de montaña. En el papel se escucha bien bonito, pero hoy, somos mudos testigos de lo que sabemos, ocurre en la realidad. 

Hacia 1997, el Convenio Ramsar declaró el Día Mundial de los Humedales, enmarcado en el 02 de febrero de cada año, con la misión de hacer visible la importancia de los humedales, los beneficios que nos aportan, por qué importa conservarlos e impulsar acciones locales, federales e internacionales para hacer realidad el sueño de aquellos que aman la naturaleza: Protegerla. La definición de humedal para el Convenio Ramsar es bastante amplia, en realidad, aquí cabe casi cualquier ecosistema en el que el agua -sea dulce, salobre o salada- sea la protagonista, y que en estos espacios, la vida se exprese a sus anchas, con cientos y miles de especies de peces, aves, mamíferos, reptiles, anfibios, insectos, crustáceos, moluscos, plantas y hongos poblando el lugar en toda su extensión.

El portal web del Convenio Ramsar provee de información detallada sobre los humedales, las especificaciones del convenio, los avances logrados en conservación de humedales, proyectos y convocatorias.

No obstante, y muy a pesar de que México cuenta con 142 Sitios Ramsar, que “protegen”  8,657,057 hectáreas de humedales, el Día Mundial de los Humedales ha pasado casi desapercibido para buena parte de la población. A las instituciones les ha hecho falta realizar esfuerzos tangibles y contundentes para la protección de estos espacios y divulgar la información oportuna para contar con una población sensible al respecto. Pero, ¡no sólo eso! Este año, a los biólogos nos tocó poner el grito en el cielo, porque -en su afán de celebrar esta relevante efeméride ambiental- nuestra clase política hizo gala de sus relucientes aptitudes (ya mencionadas anteriormente y muy bien conocidas por el pueblo mexicano), y qué mejor ejemplo que “Chucho Nader”, el presidente municipal de Tampico, quien con bombo y platillo, convencido de haber jugado el papel de héroe, anunció el ecocidio que gestó en la Laguna “La Escondida”, liberando 15 mil alevines (crías) de Mojarra Tilapia, una especie de pez originario de África, y gran de importancia comercial, que se encuentra catalogada entre las 100 peores especies exóticas invasoras del mundo (según la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, UICN), dado que su presencia en los ecosistemas acuáticos supone la extinción de muchas especies nativas o autóctonas y el desequilibrio ecológico de las regiones que invade a causa de la irresponsabilidad del ser humano. Y claro, Chiapas, ya se encuentra plagado por esta especie que, muy a pesar de su preocupante pero preciada velocidad para reproducirse y crecer -cosa que tiene bien contentos a los productores e inversionistas, que solo ven por su bienestar económico-, no provee siquiera de una carne de buena calidad, si se le compara con la variada cantidad de especies de peces nativos que hoy en día, muchos chiapanecos ya ni siquiera conocen..

El ecocidio anunciado como acto heróico, en el que convencidos de su buena acción, políticos como Jesús Nader, hacen gala de su ignorancia y la de sus cercanos en el gabinete, demostrando así, que quienes ocupan puestos en la administración pública, carecen de toda preparación, vocación e interés genuino en lograr cambios positivos.

Jesús Nader, es sólo uno entre tantos politiquillos que lo único que busca es la aprobación de las masas, no importándole el bienestar de los ecosistemas naturales, porque claramente ni él, ni su gabinete, ni muchas personas a las que se supone pretende ayudar, logran dimensionar y comprender que al dañar severamente nuestros ecosistemas, están poniendo en jaque el bienestar de todos nosotros. Es este uno más, en una larga lista de insulsos que a costa de su beneficio propio y buena imagen ante el “pueblo”, ha puesto su grano de arena para lapidar los ecosistemas mexicanos.

Pero este, es el resultado de guiar nuestras equivocadas vidas en una senda que cada vez nos aleja más y más de la naturaleza y nos enfrasca en una vorágine de consumismo y carencia de valores, que aniquilan la curiosidad y capacidad de asombro que es natural en el ser humano, cualidades que han permitido que conozcamos, comprendamos y apreciemos el mundo que nos rodea, de la mano de grandes científicos. Si nosotros no somos capaces de siquiera nombrar una docena de especies de plantas nativas que podemos encontrarnos en un parque, ¿cómo pretendemos cuidar un sitio natural del que no sabemos nada más que el llano hecho de que nos han convencido de que es importante protegerlo? Entre los Sitios Ramsar de México destacan algunos de gran importancia turística, y para no ir muy lejos, les comento que nuestro Parque Nacional “Cañón del Sumidero” es un Sitio Ramsar, un humedal de importancia internacional desde el 2004. ¿De qué ha servido, si apenas hace unos meses, un youtuber y un escándalo pornográfico nos hicieron recordar, entre memes y controversia, el deterioro evidente de este emblemático paraje chiapaneco? 

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Imagine usted, que un grupo de turistas le piden servir de guía a través del Cañón del Sumidero, ¿qué mostrará a los turistas, para convencerlos de la maravilla natural y la gran riqueza biológica de la que siempre nos jactamos que abunda en Chiapas? ¿Nos quedaremos mudos después de señalar al árbol de navidad y el caballito de mar? ¿Nos ha comido la lengua el gato, o es que hemos caído en cuenta de que ni siquiera sabemos qué habita allá afuera además de nosotros? Como bien dice el Dr. Juan Luis Cifuentes Lemus: “Lo que se conoce, se quiere, y lo que se quiere, se cuida”. ¿¡Cómo pretendemos cuidar y apreciar algo que ni siquiera conocemos!?

La asociación «Otros Mundos», nos muestra los diversos megaproyectos que afectan y amenazan el bienestar de los ecosistemas naturales de Chiapas y por tanto, el bienestar y salud de nosotros, los chiapanecos. De gran preocupación es saber, que más de la mitad de la costa chiapaneca ya está concesionada a una empresa minera extranjera. ¡Ese territorio, prácticamente ya no es nuestro!

Esperemos que no sea ya muy tarde -a mi pensar, sí- para rescatar o al menos amortiguar el daño que hemos generado y las consecuencias futuras que vendrán a causa de nuestra abulia e indiferencia, del creernos dueños de este planeta, del asumir que no pasa nada, y del no voltear a disfrutar de los pequeños y grandes espectáculos naturales que ocurren a nuestro alrededor. Mientras tanto, invito a quienes han llegado hasta este párrafo, a que visiten y conozcan la riqueza biológica -más allá de lo que los precarios prestadores de servicios y cooperativas turísticas pueden decirles e inventarles- de los Sitios Ramsar de Chiapas, antes de que un fraccionamiento irregular o una empresa refresquera como Coca-Cola decida secarlo, tal y como ocurre en San Cristóbal de Las Casas; o que la SEMARNAT decida entregar más de la mitad de las costas y manglares de Chiapas a una empresa minera extranjera, como ya ocurrió en el Soconusco. Al día de hoy, existen 12 Sitios Ramsar en Chiapas, entre los que destacan: 

 

  • La Reserva de la Biosfera “La Encrucijada”, en la costa de Chiapas, que protege los últimos remanentes de majestuosos manglares que sustentan las actividades pesqueras de nuestro estado. Sin esta reserva, la economía regional, quedaría pendiendo de un hilo fragilísimo.
  • Las Áreas de Protección de Flora y Fauna “Nahá y Metzabok”, en el norte de la Selva Lacandona, donde existen maravillosas lagunas, custodiadas por algunas de las últimas comunidades de Lacandones de la región. Las selvas de esta zona, son sencillamente hermosas.
  • Los Humedales de Montaña “La Kisst” y “María Eugenia”, en San Cristóbal de Las Casas, último y único hogar del Popoyote de San Cristóbal, un pececillo que en su carácter de endémico, no existe en ninguna otra parte del mundo, y por lo visto, ya ni siquiera existe en las mentes y conocimiento popular de los habitantes del Valle de Jovel. 
  • El Sistema Lagunar “Playas de Catazajá”, en el extremo norte de Chiapas, que alberga las últimas poblaciones de Manatíes de nuestro estado, y que han estado extinguiéndose, junto con la vida en aquella región, a costa del desarrollo de la industria petrolera y agrícola, impulsada por los mezquinos intereses políticos. 

A estas alturas, donde parece no existir vuelta atrás, no estamos en condiciones de ver solamente por aquello que nos dé un beneficio o retribución, y que sólo por eso se considere importante conservarlo. La vida, en sus muchas expresiones, debe respetarse y procurar conservarse, desde los carismáticos jaguares, guacamayas y tortugas, hasta los repudiados reptiles, arácnidos e insectos.

Sin embargo, cada quien desde nuestra trinchera, podemos hacer algo, algo más allá de no usar popotes y sembrar arbolitos anárquicamente (o liberar mojarras tilapia). Los invito entonces, a que antes de ejecutar cualquier acción “en pro del medio ambiente”, nos informemos de forma objetiva, abundante y veraz sobre la riqueza biológica que habita en la zona o región a trabajar… Podríamos incluso comenzar con nuestro propio jardín, parque o ciudad. Tenemos que darnos cuenta, de que no existe otro planeta Tierra que habitar, que al aniquilar los ecosistemas de nuestro planeta, estamos echando por la borda nuestro bienestar y el de las futuras generaciones. Quizás, aún estamos a tiempo de hacer algo, al final de cuentas, somos los diseñadores de nuestro futuro. 

Plácido atardecer en los majestuosos manglares de Mapastepec, Chiapas, casi en el corazón de la Reserva de la Biosfera «La Encrucijada». © Daniel Pineda Vera, 2020.

Fuentes Consultadas: 

1.- Sitio Web del Convenio Ramsar (consultado el 04 de febrero de 2021): https://www.ramsar.org/es

2.- Listado de los Humedales de Importancia Internacional del Convenio Ramsar (consultado el 04 de febrero de 2021): https://www.ramsar.org/sites/default/files/documents/library/sitelist.pdf

3.- Listado de “Las 100 peores especies exóticas invasoras del mundo”, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN (consultado el 04 de febrero de 2021): https://www.iucn.org/es/node/23198

 


 

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