Migración internacional de jóvenes de los Altos y el impacto diferencial en su vida sexual

Kuxlejal Org.

*La migración es un factor importante que condiciona los tipos de experiencias y contextos que se viven, así como la capacidad de reaccionar ante la prevención de embarazos e infecciones de transmisión sexual, determinado a su vez por el género, la escolaridad y las propias situaciones personales.


Por Redacción Alexandra Díaz

Diana Reartes, antropóloga social e investigadora en el Instituto de Pensamiento y Cultura en América Latina (IPECAL), desarrolló un estudio socioantropológico entre 2007 y 2012 en los Altos de Chiapas, con el objetivo de analizar las implicaciones del proceso migratorio interno e internacional en jóvenes mujeres y hombres tsotsiles en cuando a su sexualidad y reproducción. Dicho estudio lleva por nombre “Migración juvenil indígena y ejercicio sexual en los Altos de Chiapas” y fue publicado en 2017.

Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO) en 2011, los Altos de Chiapas representa una de las nueve regiones socioeconómicas del estado y está conformada por municipios indígenas con niveles altos de marginación y carencias. Mismos que se han acrecentado principalmente en la población joven, quienes según Reartes, en la búsqueda de mejorar sus condiciones de vida, han optado por la migración interna o internacional, que en el caso del estudio nombrado se sitúa en San Cristóbal de las Casas y Estados Unidos, respectivamente.

Además, menciona que “a veces, el traslado a la ciudad tiene que ver con la no aceptación de condiciones de vida familiares e imposiciones de los adultos” como violencia familiar, arreglos matrimoniales, restricciones económicas, entre otras.

Mediante entrevistas semiestructuradas aplicadas a una muestra de cinco varones y tres mujeres, estudiantes de educación superior entre veintiún y veintitrés años, cuatro hombres y tres mujeres trabajadores/as, de entre diecisiete y veintitrés años, migrantes en San Cristóbal de las Casas y siete varones y cuatro mujeres que recientemente habían regresado de Estados Unidos, con un promedio de edad entre los veinte y veinticinco años, la investigadora analiza cómo afectan las prácticas migratorias a la vida sexual y reproductiva de estos sectores de la población en los Altos de Chiapas.

Como resultado de este estudio, Reartes reconoció que las primeras relaciones de noviazgo que establecieron las y los jóvenes tsotsiles de esa muestra, se dieron en la escuela, en sus comunidades de origen, quienes terminaron al finalizar el ciclo escolar y migraron para continuar con sus estudios (cada un/a por su lado), la mayoría a San Cristóbal de las Casas. Por su cercanía, oferta educativa y laboral.

Demostró también que en general, en los primeros años en los que la o el joven migra, están marcados por soledad y tristeza, pues el nulo o escaso dominio del español dificulta su integración con la sociedad, y es poco a poco cómo se establecen relaciones de amistad y/o de noviazgo en los espacios educativos y laborales.

Relaciones en las que destacaron los varones, ya que es en estos en donde se identificaron mayor número de relaciones afectivas (noviazgo o amistad) establecidas en la ciudad, a diferencia de cuando vivían en una comunidad.

Así mismo, en este contexto de migración fue cuando la mayoría de las y los jóvenes iniciaron su vida sexual dentro del noviazgo, en el que se enfrentaron a dudas, dilemas y decisiones sobre su sexualidad: si debían iniciarla, tomar medidas para evitar embarazos o, en dado caso, interrumpirlos.

De acuerdo a Reartes, en las personas originarias de Chamula las diferencias se observaron en el género, ya que, para los hombres de la muestra, el inicio de su vida sexual inició antes de migrar a los Estados Unidos, mientras que, en las jóvenes, la primera relación sexual se dio en Estados Unidos, fuera de sus comunidades de origen.

Del mismo modo, la investigadora reveló que el embarazo significó un riesgo mayor que las Infecciones de transmisión sexual (ITS) para la población estudiada, ya que este podía truncar sus estudios. Y, en lo que respecta a las ITS, mantener relaciones sexuales entre integrantes de la comunidad, en un contexto rural, representaba un riesgo menor de exposición «como una supuesta estrategia de prevención, garantía de protección o reducción de daño» para el grupo estudiado en San Cristóbal. Sin embargo, en el caso de los jóvenes migrantes a Estados Unidos, los riesgos de contraer una infección de transmisión sexual se asociaron al sexoservicio y al alcohol.

Finalmente, la autora concluyó que la migración tiene un impacto diferencial en la vida sexual de las y los jóvenes migrantes. «La migración no sólo implica para esta población tránsito a otros espacios sino también el pasaje al mundo de la adultez, en la que se convierten en profesionales, madre o padre». Y afirmó que es indispensable entender las dinámicas locales y transnacionales que se desarrollan en las prácticas sexuales, para así determinar las vulnerabilidades de la población y, de esta manera, poder atender sus realidades desde las políticas públicas y los programas sociales.

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