Mujeres trans, reafirmar la identidad ante la violencia estructural

En las puertas del Congreso del Estado, mujeres trans pidieron a los diputados y las diputadas legislen por el derecho a la identidad.

*Las trabajadoras sexuales transgénero son un grupo que vive violencias de manera constante. Socialmente han sido excluidas y orilladas a vivir en la precariedad, ya que institucionalmente no se les ha asegurado un ambiente libre de estigma y discriminación que les permita ejercer sus derechos.

Por Redacción Alma Martínez

David Ismael Gutiérrez Gamboa, Angélica Aremy Evangelista García y Ailsa Margaret Anne Winton, investigador e investigadoras de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), realizaron un artículo titulado “Mujeres transgénero trabajadoras sexuales en Chiapas: las violencias del proceso de construcción y reafirmación de su identidad de género”, con el objetivo de identificar y analizar los diferentes tipos de violencia que viven las trabajadoras sexuales trans.

El artículo se desarrolló a partir de nueve relatos de vida de mujeres transgénero que ejercían el trabajo sexual en Tuxtla Gutiérrez, Suchiapa, Chiapa de Corzo y San Cristóbal de las Casas. Con esta modalidad de relatos buscaron demostrar las condiciones socioestructurales que influían en la vida de estas mujeres.

Las entrevistadas tenían entre 21 y 39 años, pero se iniciaron en el trabajo sexual entre los 10 y 18, orilladas por condiciones económicas precarias, además del estigma y discriminación efectuado por familiares a causa de su identidad de género. Siendo dos mujeres originarias de Honduras y las otras siete mexicanas de distintos municipios de Chiapas.

Las investigadoras e investigador señalaron que la identidad de las mujeres transgénero comienza a construirse en el momento en el que ellas cuestionan las características masculinas atribuidas a su sexo/género y se configura constantemente a partir de que reafirman su identidad femenina y trans ante los demás. Este proceso de construcción y reivindicación de su identidad es transgresivo y les presenta retos y violencias cotidianas.

Además, las mujeres transgéneros son un grupo social que suele vivir violencia en la familia y en la escuela desde el momento en el que manifiestan su identidad, situación que puede llevarlas a la deserción escolar. Lo grave de esta problemática es que se convierte en un obstáculo más para que en el futuro ellas puedan acceder al campo laboral.

Al ser excluidas del ámbito laboral formal, muchas mujeres trans ejercen el trabajo sexual y en este contexto se ven obligadas a practicar esta actividad económica de manera clandestina, ya que para las mujeres transgénero el trabajo sexual no se encuentra regulado en Chiapas.

Detallaron que la clandestinidad a la que se ven obligadas las ha protegido del estigma y la discriminación por parte de sus familiares, amigos, conocidos y la sociedad en general. Sin embargo, la no regularización del trabajo sexual para ellas provoca que no puedan acceder a la relativa protección que ofrecen los espacios semiprivados del trabajo sexual regulado, y se vean obligadas a ejercer esta actividad en espacios públicos pero solitarios, al abrigo de la oscuridad.

Debido al carácter informal de esta actividad económica, el acceso a seguros médicos es escaso para ellas. Aunque algunas cuentan con seguro popular, estos son servicios médicos básicos y de cuestionable calidad. No contar con seguridad médica, o tener una atención inadecuada, es el primero de los muchos problemas que enfrentan las mujeres transgéneros para el cuidado de su salud.

También, se enfrentan a que en México no existe ninguna acción institucional que les ofrezca servicios de orientación y atención médica a las que deseen someterse a una reasignación sexual. No hay estrategias institucionales que les posibiliten feminizar su cuerpo de forma segura, por lo que realizarlo resulta un lujo que sólo pueden solventar quienes tienen recursos económicos suficientes.

Además, el personal de los servicios de salud no respeta su identidad de género al referirse a ellas con sus nombres masculinos, siendo ésta la violencia institucional a la que más se enfrentan cuando acuden a los servicios de salud.

Y sí, es un lugar que la verdad no me gusta visitar; me molesta mucho la verdad, porque si te ven que llegas como una mujer, con pechos y todo lo demás, y te ves una mujer, y te sientes una mujer; y que te quieran decir por tu nombre de varón a fuerza, como que eso te molesta, expresó Dulce (26 años, Tuxtla Gutiérrez).

Por otra parte, los agentes de seguridad pública les niegan protección a estas mujeres por su identidad transgénero lo que provoca que no acudan a las instituciones de seguridad debido a la dificultad en los trámites, la discriminación a causa de su identidad de género y la negación de los servicios por el hecho de ser una trabajadora sexual.

Si ahorita me roban la bolsa y salen corriendo, lo primero que te dicen los policías: por qué no los alcanzaste si eres hombre, lo hubieras alcanzado y le hubieras pegado, comentó Gloria (39 años, Tuxtla Gutiérrez).

Así que siempre están expuestas a recibir insultos y agresiones manifestadas de diferentes maneras y pocas veces la autoridad realiza acciones.

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Han pasado y tiran huevos, la otra vez estaba parada y tiraron un chingo de huevo, o personas en alcohol que te tiran botella y todo lo demás, no pasa tan frecuente pero sí una vez al mes, o dos veces, o tres veces al mes que pasan personas tirando botellas o cosas así, o que levantan a una chica y la golpean”, expresó Dulce (23 años, Tuxtla Gutiérrez).

Por último, el investigador y las investigadoras concluyeron en que las mujeres transgénero trabajadoras sexuales no viven un solo tipo de violencia o en un determinado ámbito. La visibilidad de su identidad de género es una de las razones por las cuales están expuestas a las violencias en intersección con el estigma que recayó en ellas en el momento en el que comenzaron a ejercer el trabajo sexual.