Certificaciones limitan aumento de la producción de pequeñas cooperativas de café

Foto: Ángeles Mariscal/Chiapas PARALELO

*Cerca de 180 mil familias chiapanecas, distribuidas en 88 municipios, dependen de la producción de café, de acuerdo a cifras del Instituto del Café de Chiapas en 2019.


Por Redacción Alexandra Díaz

Ángeles Tepox Vivar, investigadora independiente y Alma Amalia González Cabañas, investigadora en el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur en la Universidad Nacional Autónoma de México (CIMSUR-UNAM), analizaron la potencialidad del Símbolo de Pequeños Productores (SPP), como una opción de participación campesina en cuanto al desarrollo de sus capacidades y empoderamiento de sus organizaciones, en su artículo “Una nueva apuesta de los cafeticultores chiapanecos. La estrategia del Símbolo de Pequeños Productores (SPP”*.

Las investigadoras hicieron una revisión bibliográfica y un análisis de los sitios web del SPP, sobre sus objetivos, iniciativas y materiales de difusión impresos. Así como un análisis del trabajo de campo, realizado durante el periodo febrero de 2017 a diciembre de 2018, de las organizaciones Maya Vinic, Tzeltal-Tzotzil y Majomut, acreditadas por el SPP, en Los Altos de Chiapas.

Tepox Vivar y González Cabañas expresaron que un antecedente al SPP es el Comercio Justo (CJ) el cual surge como un esfuerzo ético que pretendía generar relaciones comerciales equitativas entre pequeños/as productores/as y compradores/as. Sin embargo, dentro de este sello certificador se generaron inconsistencias entre sus principios éticos, motivo por el que se creó el SPP.

El CJ enumera sus principios en: (1) acceso al mercado de los pequeños y pequeñas productoras, (2) relaciones comerciales sostenibles y equitativas, (3) desarrollo de capacidades y empoderamiento, (4) sensibilización de las y los consumidores e incidencia política, y (5) Comercio Justo como un contrato social.

Tepox Vivar y González Cabañas consideran al CJ como una iniciativa que forma parte de los “nuevos movimientos sociales”, entendidos como portadores de proyectos civiles alternativos que luchan contra las brechas de clase.

A través de la confianza del consumidor/a, quien paga un sobreprecio con la seguridad de que este le llegará a los productores y productoras maginadas, como muestra de solidaridad social y apoyo a la economía campesina. Pero para que el consumidor o consumidora deposite su confianza en los productos de este sello, el CJ certifica los productos mediante normas y procesos emitidos por expertos y expertas, lo describieron.

Sin embargo, las propiedades que un producto adquiere en un dispositivo de comercialización que opera bajo principios de confianza mutua entre los agentes no son precisamente tangibles, de allí que el consumidor no tenga elementos para evaluar si verdaderamente la “calidad”, entendida en este caso como la confianza entre los agentes, está presente o no en el bien adquirido, afirmaron las investigadoras. Por ello, fue necesario utilizar etiquetas como señales certificadas por terceros, que vienen de fuentes confiables y validan la información. Pero con esto surgió un problema ético: algunas empresas negocian sus verificaciones, por el poder que tienen en el mercado, lo cual afecta los estándares de calidad y hace ver al sello del CJ como una estrategia de mercadotecnia, usado únicamente para vender.

Tepox Vivar y González Cabañas consideraron, a todo este problema, una disyuntiva entre ganancia y responsabilidad del certificador/a.

Sumado a lo anterior, el CJ comenzó a tomar decisiones que solo sustentaban las necesidades del mercado, permitió el acceso de empresas transnacionales, dejando de lado su ideal inicial que era potencializar la economía de los y las pequeñas productoras. Además, sus costes altos de verificación excluían a los y las pequeñas productoras, por ello, los pequeños y pequeñas productoras, construyeron un sello que sirviera a sus intereses: el Símbolo de Pequeños Productores (SPP).

El SPP como alternativa

Símbolo de Pequeños Productores (SPP)

El Símbolo de Pequeños Productores (SPP), creado en 2006, surge como una alternativa para la participación efectiva, al cual se sumaron organizaciones cafeticultores de Chiapas, estado posicionado como uno de los principales productores de café orgánico certificado a nivel internacional.

Los principios fueron creados por campesinos/as, indígenas y artesanos/as rurales, en América Latina y el Caribe: defienden la producción a pequeña escala, contemplan a la solidaridad como base de la organización y a la justicia como base ética.

Las investigadoras consideraron a la etiqueta como una alianza entre pequeños productores con el propósito de construir un mercado local y global que valorice la identidad y las aportaciones económicas, sociales, culturales y ecológicas de las organizaciones de pequeños productores. En los mercados locales y globales, el SPP permite diferenciar los productos de los pequeños productores, de aquellos manufacturados por las grandes empresas.

El SPP es un sello amparado por una certificación independiente y avala a través de su etiqueta que el producto fue elaborado por pequeños/as productores/as, bajo criterios de sustentabilidad económica, social, cultural y ecológica, comercializado bajo condiciones justas.

Las investigadoras expresaron que a diferencia del CJ, este organismo “asume que cuanto mayor sea la distancia entre quien produce y quien certifica existe una mayor garantía de imparcialidad y objetividad”.

 

Cafeticultores chiapanecos

Tepox Vivar y González Cabañas enfatizaron que la actividad cafetalera en Chiapas es de suma importancia, pues en la entidad se ubican aproximadamente 180 mil 856 productores de café (en un terreno de 253 mil 746 hectáreas destinadas a la producción del producto), de los cuales cerca del 61% son indígenas.

Así mismo, en Chiapas, diez organizaciones cafeticultoras cuentan con una certificación por parte del SPP, entre ellas: Unión Majomut, Campesinos Ecológicos de la Sierra Madre de Chiapas (CESMACH), Comunidades Indígenas de la Región de Simojovel de Allende (CIRSA), Finca Triunfo Verde, Unión de Ejidos y Comunidades San Fernando.

Sin embargo, si bien la SPP ha contribuido con la economía de los y las pequeñas productoras, sus altos costos económicos para el proceso de certificación, excluyen a los y las pequeñas productoras más marginadas, por no poder pagar dicha verificación (al igual que en el CJ).

Las investigadoras enfatizaron que adquirir una certificación no significa que el producto se venderá, pero no adquirirla también podría provocar que el producto no se venda, por no contar con la verificación. Por ello, lo redituable para una organización, es tener primero al comprador y no correr el riesgo de no vender su producto.

Las investigadoras concluyeron que el SPP tiene el peligro de seguir el mismo camino que el CJ por depender de una certificación externa que si no se evalúa podría volverse corrupta.

*El SPP cuenta con 120 organizaciones de pequeños y pequeñas productoras, distribuidos en treinta países, con una presencia en cincuenta países consumidores, según el propio organismo.

Un comentario en “Certificaciones limitan aumento de la producción de pequeñas cooperativas de café”

  1. Jerónimo Pruijn
    21 agosto, 2021 at 12:13 #

    Gracias por esta publicación del artículo. Soy parte del equipo operativo internacional del SPP. Muchos de los elementos que señalan los autores, que por cierto aún no se han aproximado a nosotros (esperemos que lo hagan). Lamento que el título del artículo no cubra su contenido, que es mucho más equilibrado. La opción de certificación que tenemos como SPP, una red intercontinental de organizaciones de pequeños productores de 25 países de tres continentes, no limita la producción de ninguna manera. Sí es correcto que las certificaciones de tercera parte, tal como nos lo exige el mercado, sobre todo el mercado internacional tienen un costo y que ese costo puede ser alto para algunos grupos, pero es inherente al concepto de ‘certificación independiente’. Como SPP estamos siempre buscando que, dentro de lo posible, los costos sean lo más bajos posible y supervisamos a las certificadoras de manera constante para que no cobren más de lo debido nunca. Cuando hay inconformidad de los productores en estos casos intervenimos. Por otro lado, el SPP está abierto a trabajar con Sistemas de Certificación Participativa, que es una alternativa para reducir los gastos de manera considerable, pero que también implica una gran responsabilidad de los interesados. Finalmente lo que buscamos las organizaciones de productores es que nuestros productos cuenten con precios realmente justos en el mercado, que las empresas y los consumidorxs reconozcan la alta calidad de nuestros productos y nuestro cuidado del medio ambiento y lo que hacemos para fortalecer nuestras economías locales de manera participativa, incluyente y democrática. Buscamos una alianza con consumidores para construir una economía y un mundo más igualitario y sustentable. Los precios mínimos SPP, considerablente más altos que los precios mínimos al productor del sistema comercio justo Fairtrade, han logrado que muchas de nuestras familias de productores tengan mejores ingresos por su trabajo produciendo café, cacao y muchos productos más. Es importante que fortalezcamos estos mercados y esta relación consumidor-productor. La certificación es para generar la credibilidad de este tipo de comercio. Desgraciadamente muchas empresas y marcas dicen que hacen comercio justo y ecológico SIN contar con certificación alguna y de esa manera engañan a consumidores. Es por eso que la certificación se vuelve una inevitable necesidad. En el mundo actual donde lo ‘feik’ tiene más adeptos que lo real, tenemos la obligación de sustentar lo que se ofrece al mercado. No cuentos, sino la realidad. Tenemos que mostrar el beneficio de un producto que cuida la economía familiar y al medio ambiente, aunque cueste un poco más, porque el costo de los productos ‘baratos’ es muy alto: desempleo, migración, violencia, destrucción, cambio climático, explotación laboral, etc. Todo lo que se haga en el campo de una comercialización más justa debe ser aplaudido y no merece ser descalificado…¿queremos que el mercado depredador siga su curso y la gente mejor opte por quedarse de brazos cruzados? Somos cientos de familias de pequeños productores en el mundo que estamos abriendo este camino diferente, venciendo obstáculos y con limitaciones, seguro y estamos siempre abiertos a escuchar voces críticas para mejorar nuestro quehacer diario. Estamos atentos a sus comentarios. Cordiales saludos.

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