Presa de Malpaso, la obra histórica que dejó sin voz ni voto a la población local

Presa Netzahualcóyotl (Raudales Malpaso) uno de los complejos hidroeléctricos más grande del país. Cortesía: Es momento Chiapas.

*La intervención en un territorio mediante la construcción de obras hidráulicas provocaron dinámicas de apropiación no planificadas y en consecuencia, nuevos territorios en constante transformación por parte de los actores involucrados: territorios para construir, para trabajar, para permanecer y para vivir, señalaron investigadoras.

Por Redacción Alma Martínez

Cinthia Niño Maldonado, licenciada en Historia por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) y Edith Kauffer, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Aix-Marseille, realizaron un artículo titulado Dinámicas territoriales en torno a la construcción de la presa Malpaso, Chiapas (1960-2011): construir, trabajar y permanecer”, publicado en la revista Sociedad y Ambiente en el 2020.

Las autoras realizaron una búsqueda de documentación generada entre 1960 y 2011 acerca de la construcción de la presa Malpaso y del campamento CORSA: documentos oficiales, informes de gobierno y periódicos. En paralelo, realizaron entrevistas que les permitieron recrear las dinámicas de apropiación de los distintos actores y realizaron recorridos en la central hidroeléctrica y en el poblado.

La presa Netzahualcóyotl, mejor conocida como presa Malpaso se encuentra ubicada en el noroeste de Chiapas. Al norte, colinda con el estado de Tabasco; al sur, con el municipio de Ocozocoautla; al este, con el municipio de Tecpatán, y al oeste, con el estado de Oaxaca.

Fue construida entre 1960 y 1964, por las compañías constructoras del Consorcio Raudales S.A. (CORSA). La construcción de todo el complejo se realizó en dos etapas: la primera comprendió la construcción de la presa, la cual estuvo a cargo del Consorcio Raudales, y la segunda, la edificación de la central hidroeléctrica, realizada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Al ser empresas totalmente mexicanas las que participaron en su construcción, la presa fue considerada un orgullo de la ingeniería mexicana. Y se distribuyó un discurso que pretendía enaltecer el orgullo de la población chiapaneca que ponía a disposición de la federación elrío Grijalva como recurso natural.

En 1951, por decreto presidencial, fue creada la Comisión del Río Grijalva (CRG), organismo que tenía como objetivo construir presas de almacenamiento para el control de inundaciones, encauzamiento de corrientes y generación de energía hidroeléctrica, con el fin de llevar el “progreso y el desarrollo” a la cuenca del río Grijalva.

Las autoras explicaron que para la CRG, la región comprendida dentro de la cuenca estaba inmersa en un atraso económico y social, debido a las inundaciones provocadas por el río Grijalva y por la insalubridad derivada de la ausencia de un desagüe natural. Por ello, para lograr un desarrollo acelerado había que fomentar la industrialización y ampliar todas las obras de infraestructura.

El 19 de abril de 1963 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que declaraba y expropiaba por causa de utilidad pública 52 760 hectáreas para la construcción y embalse de la presa Malpaso. Desde la perspectiva de la CRG, los ríos Grijalva y Usumacinta estaban desaprovechados y había que usarlos.

La CRG ejerció sus competencias a partir del acuerdo de la construcción de la obra y se concretó mediante el decreto de expropiación que le permitió ejercer su autoridad y disponer del territorio para convertirlo en propiedad federal, explicaron las autoras.

Presa Malpaso
Foto: IngGeofisico

La edificación de la presa Malpaso provocó la movilización de trabajadores y sus familias, que llegaron de otras partes del país hacia el sitio de trabajo para incorporarse a la obra, lo que requirió la construcción de servicios públicos para satisfacer las necesidades básicas de esta población considerada de tipo flotante por el gobierno federal.

Además, al territorio ingresaron trabajadores tanto calificados como no calificados: ingenieros, directivos, técnicos, administrativos, profesores y obreros especializados y no especializados, procedentes en su mayoría de diversas partes del país.

De acuerdo con las autoras, la población de las localidades cercanas no fue empleada en la construcción de la obra debido a las especificidades de los empleos y a las características de los habitantes del área, quienes se dedicaban a la agricultura.

Agregaron que, se desconoce la cantidad de personas que fueron desplazadas por la construcción de la presa, pero algunos estiman que era poca población distribuida en una tierra considerada como extensa y por lo tanto desde la visión del Estado, les permitió evitar un conflicto agrario en dicho lugar.

Algunos campesinos no aceptaron una reubicación por una cuestión de relación afectiva con el territorio, o porque no lograron concluir los trámites necesarios para la restitución de sus tierras y perdieron su casa y terrenos.

No nos pagaron, ni a mi papá, a nadie nunca nos pagaron. Mi papá perdió mucho cacao, cafetal, todo eso, lo que ellos cosecharon, y nunca les pagaron, señaló un entrevistado.

De acuerdo con las actas realizadas por el personal de la CRG, todos los predios que fueron afectados por la construcción de la presa fueron contabilizados e indemnizados. Sin embargo, para tomar posesión de la casa y cobrar el finiquito de la indemnización, los habitantes tenían que realizar los trámites que aunados al hecho de que la mayoría de los desplazados no sabía leer o escribir, impidieron un seguimiento.

Las autoras señalaron que la población local que vivía en el área cercana antes de la construcción de la presa fue afectada directamente por la edificación de la obra y se convirtieron en actores de su propio proceso de territorialización.

Los habitantes de Quechula, pueblo inundado por el embalse fueron relocalizados en un nuevo territorio que habitaron después de la inundación y que responde al nombre de “Raudales Malpaso”, pueblo que surgió junto con la construcción de la presa.

Otros habitantes se posesionaron de las casas-habitación que había dejado el CORSA en 1963, cuando los trabajadores de dicha compañía fueron liquidados al concluir la construcción de la presa, porque consideraron que era el espacio del cual habían sido desposeídos, y que era lógico volver a instalarse en él.

Al quedar inundado el pueblo de Quechula, el espacio del antiguo campamento presentóun carácter de sustitución, pero es de sumo interés la visión de recuperación que animó a estos desplazados que se negaron al reasentamiento en los lugares lejanos, expresaron las autoras.

El templo de Quechula es una ruina en medio del Río Grijalva. Cortesía: Corazón de Chiapas.

En 1970 se conformó El Comité pro-desarrollo político, económico y social de Raudales Malpaso, que proponía la creación de un nuevo municipio que tendría como características:que a la Población de Raudales Malpaso se les reconociera y se les otorgara como límites legítimos los que tuvo el antiguo Municipio de Quechula.

También que se les llamara únicamente Malpaso, siendo dicha población la cabecera municipal, y que a todo el municipio se le designara con el nombre de “Nuevo Quechula de Juárez,”. Sin embargo, su reivindicación no fue atendida, ni aprobada por el Congreso del estado de Chiapas.

Aunque el gobierno del estado no reconociera su territorio como un municipio libre, los habitantes ya habían ejercido una apropiación territorial, caracterizada por su instalación en el campamento que había sido construido específicamente para los trabajadores de la presa, explicaron las autoras.

El 14 de noviembre de 2011, en sesión extraordinaria, el ejecutivo del estado de Chiapaspropuso ante el Congreso del estado la creación del municipio de Mezcalapa (rebautizó a “Malpaso”). A esto le siguió una controversia constitucional que obstaculizó el reconocimiento y, por ende, el apoyo económico de la federación hacia este nuevo municipio.

Las autoras concluyen en que en el 2018, los actuales habitantes de “Mezcalapa”, expresaron abiertamente a través de los medios de comunicación que querían recuperar el nombre de “Malpaso” como municipio y rechazaron rotundamente el otro nombre.

A pesar de los años transcurridos, el sentimiento histórico de no ser escuchados, ni tomados en cuenta sigue latente, señalaron las autoras.

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