Hombres deben asumir su responsabilidad por violentar y mujeres dejar de cuidarse

Adriana García obtiene el grado de Maestra en Ciencias. Cortesía: Jesús Tadeo Mateos Orozco

*La investigación remarcó la necesidad de conocer la experiencia de mujeres que viven y transitan en Tapachula, para así producir mejoras en la dinámica de la ciudad. 


Adriana Rebeca García Ovando, maestra en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), exploró la experiencia de diferentes tipos de violencia y el acoso sexual de mujeres en Tapachula, para luego conocer sus estrategias aplicadas para evitarlas, todo ello dentro de su investigación “Inseguridad, acoso sexual y las movilidades de las mujeres en Tapachula, Chiapas”.

En la investigación se planteó el desarrollo de estrategias en mujeres que habitan y transitan en el municipio de Tapachula para evitar diferentes tipos de violencia. Así pues, el acoso sexual callejero se identifica como la más cotidiana pero, la menos visible, por ello, se han acostumbrado a vivir con ella y, para eludir los riesgos, avisan donde están, van acompañadas o previenen salir a ciertas horas. 

Tapachula Foto: Cortesía

La investigadora ubicó prácticas del acoso sexual callejero documentadas con miradas, chiflidos, tocamientos, comentarios y persecuciones,  a través de recorridos en la ciudad, aplicación de encuestas y entrevistas. Así mismo, el segundo tipo de violencia fue por motivo de género, con comentarios sexistas por no creerlas capaces de ciertas actividades y sus logros. El tercer tipo fue el hostigamiento sexual, algunos ejemplos son: la búsqueda de un ascenso, en la academia por parte de profesores y compañeros, pero si alguna tiene un puesto directivo, se da de forma jerárquica y horizontal.

No hay sitio en la que no se presente algún tipo de violencia contra las mujeres, fue una conclusión de García Ovando tras constatar respuestas sobre la seguridad en los hogares.

Hay mujeres que han vivido acoso sexual en sus casas, por personas que frecuentan el hogar, vecinos, amigos y familiares. También otras más graves, como el intento de violación, violación o feminicidio, expuso la investigadora.

Parada del transporte público, es un espacio donde las mujeres pueden sentirse inseguras debido al acoso sexual callejero. Cortesía: Adriana Rebeca García Ovando

La maestra propuso mejorar la imagen de la ciudad. Por ejemplo, quitar la maleza evitaría que mujeres pierdan visibilidad, pues al caminar observan su alrededor para corroborar que no las sigan o les arrebaten algo.

Las mujeres que viven y transitan en Tapachula no solo son víctimas de violencia, además son agentes efectivos. Es decir, buscan un cambio social por medio de estrategias y propuestas de seguridad específicas por el proceso de hartazgo a causa del acoso sexual recibido a lo largo de su vida, el miedo y la sensación de impotencia, a causa de sentirse abandonadas, ignoradas y subestimadas  por integrantes de su familia, la sociedad y las instituciones gubernamentales.

Al no poderse detener por lo que les están pasando, buscan hacerle frente para continuar con su camino y lograr sus objetivos. Esa parte del empoderamiento femenino es el mejor resultado y el más alentador. Aunque hay una alerta de género y un pronunciamiento de cero tolerancia, ¿Por qué sigue ocurriendo?, dijo la investigadora.

La investigadora analizó la limitación a transitar de manera libre por la ciudad, puesto que el acoso sexual callejero es una forma de ahuyentarlas del espacio público, para ello, evitan ciertos lugares y horarios por  miedo, una mala experiencia o vivir otra.

Tienen tanto derecho de ir a un lugar como a otro, sin embargo, los lugares a los que van tienen ciertas características que las hacen sentir más o menos seguras. Contemplan que el lugar esté bien iluminado, sepan cómo llegar y si saben de alguna vigilancia pública, indicó la maestra.

Anuncio en el interior de tapachulteco, invita a denunciar el acoso sexual en transporte público. Cortesía: Jesús Tadeo Mateos Orozco

En la investigación, entre diferentes propuestas, sugirió la creación de una línea especifica anónima para atender emergencias por violencia de género. Debido a que las entrevistadas mencionaron la falta de respuesta del 911, insuficientes unidades conocidas como «patrullas violetas» para atender a toda la ciudad, desinformación de la Alerta de Violencia de Género, además, el miedo a las represalias al pedirles nombre o número de teléfono.

Anuncio del MAI, muestra el número de teléfono que es poco conocido, lo mismo que los servicios, la poca difusión hace que las mujeres no sepan dónde o cómo pedir ayuda. Cortesía: Adriana Rebeca García Ovando

El incremento de elementos femeninos en la policía, patrullas, módulos de seguridad, y seguridad privada es otra propuesta reflejada en las entrevistas de la investigación. A lado de ello, se pidió el urgente cambio del número telefónico del Módulo de Atención Inmediata para Mujeres en Situación de Riesgo (MAI) por ser poco accesible y difícil de aprender.

Otra propuesta fue relacionado al transporte, estudiantes mencionaron que en sus escuelas deberían tener transporte escolar, muchas viven el acoso en lo que toman el colectivo. La mayoría no vive en Tapachula, vienen de otros municipios, viajan diario y muy temprano. Propusieron transportes donde las operadoras sean mujeres o transportes fijos para ellas, aunque no elimina el problema, ayuda a la movilidad, expuso García Ovando.

Otra propuesta son las capacitaciones y talleres hacia hombres, con el fin de identificar los diferentes tipos de violencia ejercidas.

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Por último, reflexionó sobre establecimientos con calcomanías con la leyendas «libres de violencia de género».

Esto está bien, porque las mujeres tienen donde resguardarse. Sin embargo, seguirles diciendo que son ellas quienes deben cuidarse, agrava el problema ya que los hombres no se les confiere responsabilidad por violentarlas, acentuó la investigadora.

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