Mujeres tojolabales empoderadas por medio del manejo del agua

En Chiapas, principalmente en comunidades rurales y periurbanas las redes de agua potable no garantizan su calidad para consumo humano, debido a malas prácticas de desinfección, potabilización, almacenamiento y distribución. Cortesía: Cántaro Azul.

*Investigaciones sobre el uso y manejo del agua documentan que los principales problemas para garantizar el Derecho Humano al Agua y Saneamiento (DHAS) son los mecanismos de gestión que propician la escasez del vital líquido y las desigualdades de género.


Mayra Romero García, Angélica Aremy Evangelista García y Erin Ingrid Jane Estrada Lugo, investigadoras de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), presentaron los factores que dificultaron el empoderamiento de un grupo de mujeres rurales que forma parte del modelo de negocio de purificación de agua denominado NuestrAgua Franquicia Social (NAFS).

Dicha iniciativa fue implementada en 2015, por Fundación Cántaro Azul, con el propósito de garantizar el Derecho Humano al Agua y Saneamiento (DHAS) y posibilitar el empoderamiento de las mujeres de Francisco Sarabia, Comitán de Domínguez.

En su investigación, exhiben que los valores asignados al agua por parte de las mujeres de NAFS, la Fundación Cántaro Azul y las autoridades locales, no son compartidos. Las divergencias e incluso conflictos en torno al uso del agua generan tensiones y desencuentros entre las mujeres y la localidad, constituyendo el principal obstáculo para su empoderamiento por medio de la participación en la gestión local del agua.

Entonces, la gestión del agua forma parte de los mecanismos de inclusión y empoderamiento de las mujeres en la toma de decisiones públicas. En principio las relacionadas con el uso y manejo de ese recurso, desde la perspectiva de organizaciones internacionales como ONU Mujeres, organismo de la Organización de las Naciones Unidas destinada a fomentar el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género.

El modelo NuestrAgua Franquicia Social, que invita a grupos de mujeres en comunidades rurales y periurbanas a emprender y operar un kiosco de purificación de agua. Cortesía: Cántaro Azul

Dicho organismo, reconoce el papel de las mujeres en materia de provisión, gestión y protección del agua, porque su participación contribuiría a mejorar la eficiencia del líquido y la salud de la familia. Por lo que, han propuesto asumir la gestión del agua como proceso de participación a nivel comunitario en torno al uso y mantenimiento de ese recurso.

Así pues, indicaron que la particularidad de la iniciativa NAFS, es que las mujeres hacen uso de un bien común escaso y de manera tradicional administrado por hombres, quienes deciden su uso, distribución y costos. Y, para comprender los conflictos y tensiones con respecto al uso y manejo del vital líquido en un determinado contexto, señalaron que es necesario reconocer los valores que le otorgan.

Por lo tanto, al identificar aquellos valores asignados al agua por las mujeres, la Fundación Cántaro Azul y las autoridades locales, mostraron los factores que dificultan el proceso de empoderamiento del grupo de NAFS con relación a la gestión del agua.

A través de la operación, administración y venta de garrafones de 20 litros, el programa contribuye al desarrollo de habilidades y capacidades para garantizar y promover el consumo de agua segura. Al mismo tiempo, brinda una oportunidad de autoempleo con ingresos para mejorar la calidad de vida de las mujeres y sus familias.

El grupo de mujeres participantes reside en el ejido Francisco Sarabia, cuenta con una población de 3 mil 285 habitantes de origen tojolabal, para quienes la siembra del maíz es la principal actividad económica.

Para lograr sus objetivos, la Fundación Cántaro Azul brindó al grupo de mujeres de NAFS el equipo de purificación e instalación. Así como, capacitación, un motocarro para la distribución de garrafones y los manuales de operación e insumos para iniciar con el negocio.

Mientras tanto, ellas invirtieron en la adecuación del espacio para instalar el sistema y participaron en las capacitaciones. Para garantizar el consumo de agua segura dentro de los límites permisibles para consumo humano, la fundación estableció requisitos a largo plazo para el funcionamiento y sostenibilidad del sistema de purificación en localidades rurales.

Una condición era que la fuente de agua a usar contuviera los componentes físico-químicos que la tecnología de Cántaro Azul pudiera remover sin problema. En ese sentido, en Francisco Sarabia el personal operativo de la Fundación realizó de manera previa estudios de calidad de agua.

A partir de los resultados, detectaron niveles de dureza que sobrepasaban los límites permisibles para consumo humano. Por lo tanto, personal de Cántaro Azul instaló un filtro suavizador para disminuir la dureza del agua y, así mejorar el sabor y la calidad.

Este negocio social busca ampliar el acceso a agua segura y asequible, y detonar el desarrollo económico a pequeña escala. Cortesía: Cántaro Azul

Es así como, el grupo de mujeres en Francisco Sarabia fue el primero en formar parte del modelo de negocio de NAFS. Al inicio se conformó por cinco mujeres de diferentes edades, todas madres de familia con hijos de diversas edades y escolaridad.  Sin embargo, al momento en que las investigadoras realizaron su investigación en marzo de 2020; solo una de ellas se encargaba de operar y administrar la purificadora de agua.

Romero García, Evangelista García y Estrada Lugo expusieron que las experiencias compartidas por las mujeres entrevistadas de NAFS, les posibilitó comprender su desarrollo de estrategias de empoderamiento. Al mismo tiempo, la generación de nuevas y diferenciadas prácticas en sus vidas dentro y fuera del ámbito doméstico.

La participación del grupo de mujeres de NAFS en Francisco Sarabia, tuvo como punto de partida su interés personal en emprender un negocio poco común para mujeres: el de purificación del agua en su localidad, comentaron las investigadoras.

Así mismo, estar cerca de su familia fue un aspecto psicosocial que influyó en su decisión.  Como lo muestran diversos estudios, el empoderamiento de las mujeres se relaciona con su ser mujer y madre, lo cual se convierte en una motivación para mejorar la calidad de vida de los otros.

Se trata de experiencias que, desde la dimensión individual del empoderamiento propuesta por Rowlands, mejoran la autoconfianza y la autoestima de manera diferenciada en cada una de las participantes, volviéndose protagonistas para la familia, comunidad y las organizaciones, agregaron las académicas.

«Ahora estoy convencida que el agua que estoy purificando es de calidad y no representa un riesgo para mi familia». -Leticia. Cortesía: Cántaro Azul

En este orden, otra transformación en la subjetividad de las mujeres se dio a partir de su experiencia al manejar la moto-carro en su comunidad. En una etapa inicial del negocio, se optó por contratar a un repartidor que se encargó de la entrega de garrafones.

Pero, al ver que las ventas aún no eran altas, tomaron la decisión de pedir a un familiar que les enseñara a manejar la moto. Esta decisión generó asombro e incluso burlas de quienes las veían circular por toda la comunidad, pues en su contexto quienes manejan ese tipo de vehículos son por lo general los hombres.

…al principio era como mucha risa (…) como de ahí vienen las del agua, como de burla (…) porque ellas empezaron a manejar la moto, el agua, el cómo manejaban (…) ¡Cuidado ahí vienen las del agua! y esas cosas (…) hasta que pasó el tiempo pues ya las… pues creo que empezaron a ver que iba en serio ¿no?, que sí estaban pudiendo hacer las cosas, dijo una fémina de 29 años.

El grupo de mujeres de NAFS también pasó por situaciones conflictivas que limitaron el crecimiento del negocio y por lo tanto la autonomía económica de las mujeres. Desde el empoderamiento en la dimensión individual y colectiva.

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