La oncocercosis, una aproximación indigenista, geográfica y social
*La oncocercosis o “ceguera de los ríos”, es una enfermedad parasitaria producida por el nemátodo filárico Onchocerca volvulus. Se transmite por la picadura de moscas negras infestadas (Simulium spp.) que se crían en ríos rápidos y arroyos, cerca de aldeas remotas situadas cerca de tierras fértiles donde la población depende de la agricultura.
*El libro presenta un recorrido por el contexto histórico de Oaxaca y Chiapas, ofreciendo abundante información sobre la etnografía y el indigenismo de la región.
Redacción por Eduardo Molina Jiménez
El libro “Rincones dantescos, enfermedad, etnografía e indigenismo: Oaxaca y Chiapas, 1925 – 1954” de Laura Giraudo, doctora en Historia de las Américas, explora la asociación entre una enfermedad parasitaria en lugares y grupos humanos de dos estados del sur de México, en la que se destaca la intersección entre el imaginario nacional, medicinal y las entidades sociales colectivas.
En 1925, la prensa mexicana hizo eco de preocupaciones médicas y alertó la existencia de un pueblo de ciegos en la sierra de Ixtlán en Oaxaca, y de una enfermedad desconocida que provocaba ceguera y el “mal morado” en la zona de Montecristo de Guerrero en Chiapas.
Así se difundió la idea de que se tratara de una “patología indígena”, algo que siguió presente en la campaña sanitaria nacional de 1954. Entre noticias científicas, nombres populares y relatos de orígenes, empezó el recorrido de la obra de Giraudo.
La obra indica que, desde los años veinte hasta los años cincuenta del siglo XX, la oncocercosis se entrelazó con definiciones raciales, construcciones de imaginarios, descripciones del paisaje, representaciones de grupos humanos, investigaciones y prácticas médicas, experimentaciones, trabajo etnográfico, expediciones y diagnósticos sociales.
Por lo que, la enfermedad parasitaria adquirió una definición geográfica, social y diferenciado desde lo étnico, que propició una aproximación indigenista y el interés del Instituto Indigenista Interamericano.
Fue así como, el ámbito médico y antropológico se mezclaron y retroalimentaron, configurando narrativas etnográficas que propiciaron diagnósticos y representaciones de los lugares, su gente y la enfermedad que contribuyeron al imaginario geográfico, social y antropológico de esos rincones mexicanos.
Durante la presentación de la obra, realizada por el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR), se mencionó que las y los chiapanecos padecía esa terrible enfermedad que a menudo generaba confusión y empatía.
Lo anterior, se debía a que el escaso conocimiento científico de una enfermedad recién descubierta que presentaba múltiples incógnitas sobre su origen, transmisión, síntomas y tratamientos, creó la alarma social que originó la primera noticia en la prensa de 1925.
También, en la presentación se expuso que la asociación entre el lugar y la ceguera en esos dos estados transformó la topografía local, creando una imagen dramática e inquietante de las comunidades afectadas.
Es importante mencionar que, fue destacable la cooperación y aceptación de la población indígena hacia el personal médico y brigadas, así como su disposición de buscar ayuda para sus comunidades.
Además, la autora enfatizó la importancia de dar voz a las personas y lugares donde ocurren eventos y debates, ya que fomenta una mayor investigación e interpretación, que contribuya a más conocimiento y comprensión.
Durante el evento, se precisó que la doctora ha tenido un impacto duradero en el campo de la historia de las Américas, su trabajo continúa inspirando y provocando ideas nuevas a generaciones de investigadoras e investigadores, a explorar y comprender la riqueza de las culturas indígenas en el territorio mexicano.
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