Diplópodos, los ingenieros del ecosistema

*En México, se han decretado 155 áreas naturales protegidas que abarcan una superficie de 18 millones 867 mil 731 hectáreas (ha), esto representa casi el 10% del territorio nacional, sin embargo, en ninguno de ellos se explica la necesidad de conservar la biota del suelo. 


Redacción por Leonardo Montoya

Durante la plática “A 30 cm de la extinción (Diplopoda et al, 2023)”, Julián Bueno Villegas, profesor-investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y miembro de la Asociación Mexicana de Sistemática de Artrópodos (AMXSA), precisó los pocos esfuerzos existentes por conocer la biota del suelo, diversidad, distribución, interacciones y funciones.

Ya que, en cuanto a investigación se refiere, el suelo es un sistema que ha sido olvidado y no es considerado en los programas de conservación. Pues, en ninguna de las propuestas, decretos o planes de manejo, se explica o se plantea la necesidad de conservar su biota.

Así mismo, se externó la importancia de conocer sobre la micro y macrofauna del suelo y sus interacciones. En especial, porque organismos como bacterias, hongos, lombrices, miriápodos y colémbolos, promueven la transformación de la materia orgánica en nutrientes.

Además, realizan cambios físicos en el ambiente, facilitan la aireación y absorción de agua, modulan la disponibilidad de recursos para otras especies y modifican, mantienen o crean hábitats.

Messicobolus magnificus. Foto: Leonardo Montoya

En ese sentido, Bueno Villegas mencionó que, varios investigadores han señalado a ciertos grupos de organismos de la fauna edáfica como los ingenieros del ecosistema, debido a que intervienen en los procesos fisicoquímicos del suelo, afectan el ciclo de los nutrientes y la actividad microbiana, efectos que pueden permanecer a través del tiempo.

Organismos que pueden ser vertebrados, invertebrados e incluso plantas, y se encuentran en lugares tan diferentes, como las acuáticas y terrestres, siendo más abundantes en zonas tropicales en comparación con las templadas.

Uno de esos grupos terrestres son los artrópodos, significativos en los procesos de formación del suelo, ya que desempeñan un papel importante para mantener un agro ecosistema ecológicamente balanceado.

El investigador señaló que dentro de los artrópodos están los miriápodos. En México, se encuentran 721 especies de las cerca de 16 mil 500 que existen a nivel mundial. Mientras que en el grupo de diplópodos, se encuentran 517 especies, tan solo en Chiapas se encuentran 79, siendo el segundo estado con mayor presencia.

Apheloria virginiensis. Forma de cuña. Cortesía de: Bob Walker.

Dicho grupo habita en casi todos los ambientes del país, excepto los glaciares y el ambiente marino. Desde el punto de vista ecológico, indicó que se han clasificado a las especies de diplópodos como ecomorfos, término acuñado por primera vez en 1972, por Ernest Edward Williams.

Son especialistas en formar cavidades en el suelo, como la madera en descomposición, hay de diversas formas: cuña, rodillo y cilíndrica. Utilizan sus heces fecales para construir muda, liberando componentes nitrogenados y estimulan la actividad microbiana, otros grupos construyen una cámara con su excremento.

Zoosphaerium libidinoso. Forma de rodillo. Fotografía de: Saussure & Zehntner, 1897

Los diplópodos se alimentan principalmente de materia orgánica vegetal en descomposición, hojarasca y madera, comentó el especialista.

Como parte importante de la fauna edáfica, ese grupo interviene en la fragmentación y transformación de la materia orgánica. Dispersan esporas, airean el suelo y sirven como indicador de la calidad del suelo e intervienen en la formación de suelo fértil.

Messicobolus magnificus. Forma cilíndrica Fotografía: Leonardo Montoya

¿Por qué el suelo ha sido olvidado en los objetivos de conservación?

El profesor precisó que, hay cuatro razones por la que los suelos han sido olvidados por los objetivos de la conservación:

  1. La taxonómica de suelos, al ser joven, se ha entendido poco.
  2. En los suelos, no existen las especies “carismáticas”. Es decir, una especie que capte la atención de la sociedad y facilite los trabajos de conservación.
  3. La pérdida de conocimiento taxonómico. Ya que, no están bien descritos los hot spots de riqueza de especies en suelos, y tampoco se sabe a qué se le llamaría un “hot spots” de actividad biológica de suelos.
  4. Los suelos tienden a estar fuera de las mentes de las personas, en general, no se le considera algo valioso.

Hablando en específico de los diplópodos, el investigador precisó que aún falta mucho por conocer e investigar de un grupo que juega un papel importante en la conservación y uso sustentable del sistema suelo.

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