
Algodones en primavera
Antes de abrir la tienda, tenía como su ritual de la mañana ir a regar sus maceteras y los árboles que tenía en el patio.
Antes de abrir la tienda, tenía como su ritual de la mañana ir a regar sus maceteras y los árboles que tenía en el patio.
Sonrió para sí; el paisaje de esa mañana le había recordado que aún con todas las vicisitudes la vida era una danza y danzar la vida en sus distintos ritmos, era un regalo muy valioso y necesario que cada persona tendría que descubrir y poner en práctica.
Gracias al público, al universo, a la divinidad, a mi familia, a los medios que divulgan la columna y a quienes organizan los eventos literarios, por hacer posible que las Voces Ensortijadas viajen.
Emilia avanzó en su trayecto al trabajo, el centro de la ciudad dejaba sentir una especie de caos, sumado al tráfico que era característico antes de las nueve de la mañana.
Como cada mañana acostumbraba saludar a sus plantas, abrió la ventana que daba al patio y se percató que el piso estaba mojado.
Observó que había poca gente en las calles. Alzó la vista, el tono del cielo era un azul de los que apetece quedarse contemplando por un gran rato. Las aves parecían disfrutar el paisaje, Aurelia también se deleitó con la vista.
Esta edición de Grito de Mujer me hace recordar la importancia de fortalecer las redes entre mujeres, no estamos solas y es muy importante alzar la voz, denunciar y compartir lo que nos sucede.
Ambas entraron al auditorio que comenzaba a llenarse. Mónica observó el escenario, el atril, la iluminación, dentro de unos minutos estaría frente al público compartiendo la palabra y honrando a su linaje.
Si me dan a elegir algún día, el primero que viene a mi mente es el miércoles.