¡Atole de granillo!
Lulú buscó con la mirada, desde el balcón, y observó a la señora vendiendo atole. El llamado había surtido efecto; el frío matutino era el aliado. Varias personas se habían acercado a comprar la bebida, entre ellas Lulú, quien agradecía estar ahí en esa mañana.











