
El valor de compartir la palabra
Ambas entraron al auditorio que comenzaba a llenarse. Mónica observó el escenario, el atril, la iluminación, dentro de unos minutos estaría frente al público compartiendo la palabra y honrando a su linaje.
Ambas entraron al auditorio que comenzaba a llenarse. Mónica observó el escenario, el atril, la iluminación, dentro de unos minutos estaría frente al público compartiendo la palabra y honrando a su linaje.
Si me dan a elegir algún día, el primero que viene a mi mente es el miércoles.
Regresó a su mente la imagen del cachorro muy contento intentando alcanzar a los chicos, como quien anda en busca de un hogar.
El clima de esa mañana era cálido. Alzó la vista, el tono azul del cielo era sumamente hermoso.
—¿Viento en día soleado? —preguntó para sí. Salió al patio para cerciorarse, de nueva cuenta percibió el canto de los pájaros. Además, sintió el airecillo fresco que soplaba esa mañana. Alzó la vista, unas nubes cruzaban con prontitud el cielo, como si alguien las apresurara.
El autobús que llevaría a Federica a su nueva ciudad de residencia salía a las 15:30 horas. Federica llegó, como no solía hacerlo, muy temprano a la terminal.
Mientras Romina continuaba con los ojos atentos al paisaje, su corazón también se deleitaba con la música de jazz.
Ambos coincidieron en que ir a la playa era uno de los destinos más anhelados, cada quien dio sus puntos de vista y el por qué de ese destino. Iván se despidió y salió de la oficina.
Tamara despertó temprano el 6 de enero, desde pequeña tenía esa costumbre. Como una especie de flash vinieron a su mente algunas de las ocasiones donde bajó rápidamente de la cama para ver qué les habían traído los Reyes Magos.