
Definición de barco
No sé ustedes, pero a mí me parece genial que alguien sueñe con ser un barco y logre su deseo. ¿Cuántos profesores se quedan en simples piedras, en desnudas sandalias? ¡Ah, ser barco debe ser lo máximo!
No sé ustedes, pero a mí me parece genial que alguien sueñe con ser un barco y logre su deseo. ¿Cuántos profesores se quedan en simples piedras, en desnudas sandalias? ¡Ah, ser barco debe ser lo máximo!
Inocencia era lo que su nombre indicaba. Cuando su novio Casto, que era todo lo contrario de lo que su nombre revelaba, le dijo que la llevaría a un “Cinco letras” ella se emocionó, lo abrazó y le dijo que sí, que eso era lo que había deseado toda su vida.
Los abuelos llamaron impresora a aquella mujer que se dedicó a hacer folletos, revistas y libros en una imprenta. La mujer impresora era una mujer sublime, porque sublime fue el oficio de impresor.
Por lo regular, la definición de Fiesta no contempla la tragedia, pero, por lo regular, la tragedia es invitada especial de las fiestas. No existen estadísticas al respecto, porque es imposible registrarlas, pero un buen porcentaje de fiestas termina en tragedia.
En casa de la familia Orantes todo mundo definía al apéndice con el nombre del tío Eusebio. Por eso, cuando Amanda respondió a la pregunta de la maestra de química se ganó un cinco.
Tienda, entonces, es el local donde venden de todo. Las plazas actuales no son más que versiones remasterizadas de las tiendas de doña Angelita, de don Santiago y de don Rubén.
Las grandes ciudades del mundo siempre tienen un río. Dice que en Chiapas la ciudad más digna (así lo dice él) es Chiapa de Corzo, porque es una ciudad que creció a la vera del Río Grande.
Roxana no está de acuerdo con la definición “oficial” del verbo nacer. Ella insiste que lo contrario de nacer es morir, por eso coloca dichos verbos en las antípodas. Va más allá. Dice lo obvio: cuando algo nace está irremisiblemente condenado a morir.
s el de ciénaga. Una tarde, Alfonsina trató de enmendarle la plana al tío Eusebio. Éste contaba que, de muchachito, iba con toda la palomilla, se arremangaban las piernas del pantalón y entraban (descalzos) al humedal. Contó que le encantaba la sensación de sentir el lodo en la planta de sus pies.