En fase 3, personal de salud de Chiapas sigue trabajando sin equipo de protección

  • Una enfermera del Hospital Pediátrico ya se contagio de COVID-19, el resto trabaja solo con cubreboca.

Dos días después que su compañera de trabajo fue diagnosticada con COVID-19, a María de Lourdes Corzo Ocaña le dieron un cubrebocas, para que iniciara su turno laboral en la sección de Urgencias del Hospital Pediátrico de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; una institución que depende del gobierno federal.

Ella, y otros 15 trabajadores del turno nocturno, son el primer contacto de niñas y niños que llegan, en días recientes, con síntomas de enfermedades respiratorias agudas. Hay dos turnos más.

Las enfermeras reciben a los enfermos, les toman sus signos vitales, la temperatura. Luego los pasan con un médico quien, tras una primera evaluación, determina si requiere una prueba de COVID-19. Para que se la tomen, pueden pasar unas horas, o días.

En ese tiempo el infante ya estuvo en varias salas del hospital, en contacto con otras enfermeras y pacientes. Ninguna de estas personas, hasta este fin de semana, contó con cubrebocas, guantes, mascarilla, o cualquier equipo de protección.

“Hoy que entré a mi turno, ya me dieron un cubrebocas sencillo”, narra María de Lourdes Corzo Ocaña, la noche antes de que el gobierno federal declarar que en México entra a la fase 3 de la pandemia, donde los contagios se multiplicarán.

Les dieron el cubreboca, cuenta, porque en el hospital tuvieron que reconocer que están trabajando en situaciones de alto riesgo. Pero para llegar a este punto, autoridades asumieron que una de las enfermeras de ese hospital, una mujer de 41 años, se contagió de COVID-19.

La enfermera contagiada hoy se encuentra hospitalizada, y se debate entre la vida y la muerte. Su estado fue considerado por el secretario de Salud, José Manuel Cruz Castellano, como “muy grave”. Aún así, sus compañeras de trabajo tuvieron que hacer una colecta para comprar los medicamentos que requiere, porque en los hospitales públicos no solo el personal médico carece de equipo de protección, sino los pacientes de medicamento.

Ala enfermera contagiada se la conoce como “el caso número 68”. En su expediente se señala que “tuvo contacto con un enfermo respiratorio. El 14 de abril empieza con síntomas y a los tres días se le realiza la toma de muestra”. Hasta el día 19 se hizo público el diagnóstico de contagio, en una conferencia de prensa.

Ese día, por la noche, en la cuenta oficial de Facebook del hospital, la institución dio a conocer un comunicado que señala: “Hasta el día de hoy, no se han atendido pacientes positivos a COVID-19 en esta Institución. Los casos sospechosos han sido enviados a la Unidad de Atención de Enfermedades Respiratorias”.

En los comentarios de la publicación en esta red social, trabajadores contradicen esta versión. Una enfermera que se identifica como Elea Elea, sostuvo: “los pacientes sosoechos (sic) manejados con diagnósticos de neumonías atípicas porque si se han recibido pacientes quienes son ingresados bajo ese DX y han ingresado directamente al área de admisión continua donde es verdaderamente un desmadre”. Otras enfermeras dieron más detalles sobre la falta de equipo con el que laboran.

Aristegui Noticias entrevistó personalmente a cinco enfermeras y enfermeros. Todos coincidieron, “no hay equipos de protección”. Apenas dos días después que se confirmó el contagio, se les dio cubrebocas.

“Nos están dando un cubreboca sencillo que no nos protege absolutamente de nada (…) tiene cuatro semanas que hemos trabajado exponiendo nuestra salud con pacientes con enfermedades de vías respiratorias, se nos han muerto ya pacientitos que hemos atendido por vías respiratorias ya complicadas, y no se les ha realizado la prueba COVID”, denunció  María de Lourdes Corzo Ocaña.

Explicó que el personal médico y enfermeras, y también trabajadores de intendencia, de este hospital que depende del gobierno federal, trabaja con miedo por el alto grado de riesgo por contagio del COVID-19. Sin embargo, “no protestan por el miedo de ser despedidos”.

“La Ley General (de Salud) dice que deben darme el material necesario para trabajar”, señala desesperada la enfermera, antes de regresar a cubrir su turno de ochos en el hospital.

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