777 antesalas

Casa de citas/ 563

777 antesalas

Héctor Cortés Mandujano

—¿En su época no había nada de desnudos?

—¡Esta todavía es mi época!

Poniatowska y Tongolele

 

Elena Poniatowska inició su trabajo como entrevistadora cuando era muy jovencita. No usaba grabadoras y, por eso, se decía que sus entrevistados hablaban como ella (en Poniatowsko, se dijo); además, no era muy fijada en la certeza de sus afirmaciones. Su modo de jugar, de aparentemente no tomarse en serio, de incluso mostrar su ignorancia en los temas que sus entrevistados dominaban, se volvió su marca registrada.

Todo México, tomo 1 (Diana, 1990) muestra sus errores y aciertos cuando entrevista a una nómina brillante y variada: Luis Barragán, Buñuel, El Cordobés, Borges, María Félix, García Márquez, Tongolele, El Santo y Lola Beltrán.

La entrevista que más me gustó, que curiosamente no cito, es la de Luis Barragán. Qué buena.

La de Buñuel, publicada en 1977, la hace en pedacitos, de sus visitas y su amistad con el cineasta y su familia. Le dice Jeanne, su esposa (p. 54): “¿Viste la película Él, que filmó con Arturo de Córdova? Bueno, pues Él, ese loco, ese hombre que espía a su mujer corroído por los celos, ese es Luis. Esa película es su autobiografía”.

Buñuel le dice que invente todo y que él no va a contradecirla, pero la ven concentrada, tratando de recordar lo que está viendo. Dice Jeanne a Luis (p. 69): “Luis, no le digas esas cosas porque ella cree todo, y lo apunta mentalmente. ¿No te has fijado? Cree todo y así lo va a escribir”.

Poniatowska lo explicita más adelante, refiriéndose a la entrevista (pp. 75-76): “La hago a mansalva, a puros parches que voy cosiendo lentamente, uniéndolos de visita en visita”.

 

Borges le dice (p. 130): “He notado que la satisfacción que da escribir una página mediocre es la misma satisfacción que da escribir una página más o menos legible, tolerable”.

Es muy caballeroso, dice Elena (p. 136): “Borges tiene una manera de hacerlo a uno sentir Jesucristo superestrella que destantea y confunde, ‘Dostoievski era de su misma opinión’… ‘Flaubert escribió algo parecido a lo que usted está diciendo’ que lo manda a uno por la estratósfera, sólo para caer como piedra en el pozo cinco minutos después”.

De pronto, la entrevistadora no quiere ser condescendiente y le dice (p. 139): “¿Y por qué da tantas entrevistas?, ¿por qué aparece usted en público cuantas veces se lo solicitan?, ¿por qué?

“Entonces Borges me dio una lección que jamás he de olvidar. Dijo muy distintamente:

“—Por cor-te-sía.”

La entrevista con Borges (de 1976) es la más famosa, porque allí Elena cometió una de sus mayores faltas, reconocida después por ella misma. Le adjudicó, como lo habían hecho (y lo siguen haciendo) los que no lo leen, el poema “Instantes”. Pero metió la pata hasta el fondo, porque ella afirmó en la entrevista que él se lo dijo; algo falso, evidentemente. Un error garrafal, que ella reconoció, y al que sobrevivió con algunas melladuras.

De hecho, Borges le quedaba grande. Le dice él, en cierto momento, que le sorprende una de sus preguntas, referida a uno de sus cuentos (pp. 148-149):

“—¡Qué curioso! (su cara se viene hacia adelante). ¡Qué curioso que me hable de Emma Sunz!

“—¿Por qué curioso?

“—Es que pensé que usted no había leído mis cuentos.

“—¿Por qué, maestro?

“—Por las preguntas que me hace.”

Ilustración: Alejandro Nudding

María Félix le confiesa, en la entrevista de 1973 (p. 156): “Álex, mi marido, me llama ‘puma’, seguramente por lo buena gente que soy y lo fácil que resulta mi carácter”.

También le dice (p. 159): “Tengo el ojo nuevo, todo me interesa, todo me llama la atención”.

 

A Gabriel García Márquez también lo entrevistó en 1973. Le dice sobre Macondo (p. 212): “Hace tres años, cuando regresé, se me ocurrió averiguar qué significaba macondo y encontré que es un árbol que no sirve para nada; así está definido: un árbol que no sirve absolutamente para nada”.

Elena ya no apunta, lleva grabadora y es criticada por el Nobel de Literatura (p. 214): “Desde que ustedes los periodistas trabajan con grabadora ya no piensan, ya no interpretan, ya no nada”.

Ella se defiende: “Gabo, es que hablas mucho, se me caería la mano de tanto apuntar”.

 

De El santo me llamó la atención que con su primera esposa “tuvo 10 hijos, 5 mujeres y 5 hombres”. Bastantitos.

 

Antes de la entrevista con Lola Beltrán habla de lo difícil que es hacer su trabajo con artistas de cine, con cantantes (p. 292): “Tengo que da muchas vueltas, hablar con la secretaria, la representante, la apoderada, la amante, la mamá, la tía, la manager, la esposa actual, la divorciada, la madre de sus hijos, el esposo, el ama de llaves, el portero, noventa achichincles. […] Tengo que pasar por mil trámites, cien mil llamadas, 777 antesalas. […] No me doy por vencida. Pido audiencias. Ni el Papa se haría tanto del rogar”.

 

***

 

En Llámame por tu nombre (Call Me By Your Name, 2017, dirigida por Luca Guadagnino), el personaje que hace espléndidamente Timothée Chamalet es un adolescente de 17 años que se enamora de un hombre joven, guapo e inteligente, el mejor alumno de su padre, doctor en arqueología.

Los papás notan el entusiasmo de su hijo y lo dejan hacer. El joven estudiante estadounidense tiene, además, vueltas locas a las muchachas del pueblo, pero al final prefiere ser la primera vez sexual y amorosa del menor. El padre habla con su hijo, después de que el estudiante (Arnie Hammer, con un papel bien ejecutado, antes de que se volviera famoso por sus escándalos, que llegaron incluso a sugerir canibalismo) se vuelve a su país y el adolescente sufre la ausencia. Dice el padre al adolescente que se creía un dios y que ahora sufre las terribles torturas del amor: “Cuando menos lo esperas, la naturaleza tiene maneras astutas de encontrar nuestro punto débil”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

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