Ramiro Ordóñez Gibson, un hombre que dedicó su vida a la UNACH

Ramiro Ordóñez Gibson, representante de Cuerpos Académicos de la Unach, falleció este 20 de mayo después de un padecimiento de cáncer de estómago que le fue detectado el año pasado.

Amante de su ciudad, funcionario dedicado, quien pese a las quimioterapias no abandonó su puesto de trabajo, Ramiro estuvo hasta los últimos momentos atendiendo solicitudes de ingreso a Perfil Prodep y de cuerpos académicos registrados ante la SEP.

Sus raíces estaban en Tuxtla. Sus padres, Ramiro y Yolanda, vivían en San Roque, el barrio en donde nació Ramiro el 29 de junio de 1949. La capital era entonces un lugar tranquilo, de escasos 20 mil habitantes, cuyo límite al poniente estaba marcado por la Penitenciaría, la Peni. Más allá estaban los ranchos, las quintas, las fincas y los pueblos remotos de Terán y Juan Crispín.

Su familia logró adquirir una pequeña quinta en los terrenos que ahora pertenecen al Hotel Arecas. Ahí cuidaba seis vacas que dejaban algunos litros de leche excedente y que Ramiro distribuía con su bicicleta por el centro de la ciudad, antes de asistir a sus clases de educación primaria en el Colegio Chiapas.

La quinta, alejadísima en un principio, empezó a acercarse a la ciudad. Surgieron casas. Aparecieron fraccionamientos. Brotaron colonias. Tuxtla daba sus pasos hacia una capital ensanchada pero desorganizada.

En 1959, los Ordóñez Gibson recibieron la visita de los Núñez de León. Después de una cascarita de futbol, Ramiro y Rodrigo Núñez se hicieron amigos, una amistad que duraría toda la vida.

Al crearse el Fraccionamiento Jardines de Tuxtla esta amistad se estrechó más porque una de las familias residentes eran los Núñez de León quienes habían dejado su casa del centro, por esa colonia periférica, rodeada de árboles y de un río con un afluente constante y poco contaminado.

Ahí, en las reuniones de fin de semana que acostumbraban realizar sus padres, con carnes asadas y partidos de futbol, la amistad se fue perpetuando. Aunque empezaron a asistir a diferentes secundarias —Rodrigo se decidió por la López Mateos y Ramiro por la secundaria del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (ICACH)—, eso no fue obstáculo para compartir pasatiempos y los primeros gustos por la lectura.

La mayor alegría para ambos era recorrer en bicicleta los pueblos de Terán, Juan Crispín y Berriozábal. A la plebe alegre se juntaban los hermanos Martínez Figueroa —Armando, Óscar, Carlos, Pepe, Amadeo, Lauro y Delfino—, Miguel Ángel Meneses Maciel y Alfonso Grajales, hijo del fundador del periódico Es! Diario Popular, Gervasio Grajales.

El bachillerato, que cursó en la Escuela Preparatoria del Estado, fue un descubrimiento de la contracultura, del rock, la psicodelia, The Kinks y Hell Cat, con el gato en llamas pintado en el viejo Packard de Delfino.

El Tuxtla de la creatividad cultural tampoco fue ajeno para Ramiro. Asistía, de cuando en cuando, al café Queens para escuchar a los artistas, escritores, actores y pintores tuxtlecos. A Chú Castañón, a Carlos Olmos, a Daniel Robles Sasso, a Roberto Culebro, a Tony Santillán.

Su gusto por la literatura provenía de la influencia cercana y constante que ejercía Rodrigo Núñez, que aunque más joven, estaba asombrado por la nueva generación de escritores latinoamericanos, quienes todavía no recibían el nombre comercial del boom.

En 1969, cuando a Ramiro le tocó elegir una carrera profesional, sus padres le dijeron que no podía asistir a la UNAM, por esa ola de manifestaciones estudiantiles y represión gubernamental. Estaba muy reciente Tlatelolco y sus muertos jovencísimos. Su única opción fue Jalapa, Veracruz, en donde ingresó a la licenciatura en psicología.

La Universidad Veracruzana fue un deslumbramiento, con una generación de profesores innovadores, con Florente López, Francisco Montes, Huerta, Alcaraz, Francisco Bousas y las constantes apariciones del padre de la psicología infantil, Sidney W. Bijou. Su preferido fue, sin embargo, el catalán Emilio Ribes Iñesta, de quien tenía impresa en su oficina de la Unach una frase que guiaba su gestión académica: “Como nuestras universidades no son por lo general genuinas comunidades académicas, quizás con excepciones notables. Las personas creen que las discrepancias conceptuales, metodológicas o teóricas son insultos personales y ofensas”.

Su universo cultural se amplió. Asistió a obras de teatro, a muestras de cine y a conciertos sinfónicos en el Teatro de la Llave. Pero no se quedó solo en Jalapa. Cuanta oportunidad tenía se marchaba a la Ciudad de México, en donde estudiaba comunicación Rodrigo Núñez, para escuchar conferencias o asistir a clases de Fernando Benítez, Julio del Río, Raúl Cremoux y Miguel Ángel Granados Chapa.

En 1974, después de concluir la carrera en psicología, Ramiro encontró trabajo en el ISSSTE del Distrito Federal. Su inquietud cultural siguió alimentándose así como la amistad con Rodrigo. El descubrimiento de esos años para ambos fue Julio Silva, el famoso editor de La vuelta al día en ochenta mundos, de Julio Cortázar.

A principios de los ochenta, Ramiro decidió regresar a Tuxtla. Estaba ya casado con Connie Jiménez. Trabajó en un principio para el Gobierno del Estado y, después del movimiento zapatista, se incorporó a la Dirección de Planeación de la UNACH, en donde se hizo cargo posteriormente de becas SEP, perfil Promep y Cuerpos Académicos.

El 22 de julio del año pasado, su mejor amigo, Rodrigo Núñez de León, con quien había descubierto el mundo de la literatura y la contracultura, falleció. Esa muerte le entristeció y se llevó parte de su vitalidad.

Al mes siguiente, empezó a sentir algunas molestias en el estómago, que fueron diagnosticas como colitis. Su amigo Manuel Coutiño, anestesiólogo en la Ciudad de México, le sugirió unos análisis que arrojaron algo más grave: un cáncer de estómago. Se sometió entonces a una operación y a varias quimioterapias.

Recién operado, sus amigos —Pancho Lara, Francisco Trujillo, René Aramoni, Manuel Coutiño, Noé Vázquez y Jorge Luis Daryans— festejaron su convalecencia con un viaje a Puerto Arista.

Aquella vida de servicio empezó poco a poco a apagarse hasta resurgir en luz infinita este sábado 22 de mayo de 2017, a un mes de cumplir 68 años.

4 Comentarios en “Ramiro Ordóñez Gibson, un hombre que dedicó su vida a la UNACH”

  1. César Ortiz Sánchez
    31 julio, 2017 at 23:56 #

    A familiares y amigos del amigo
    Enterarme del funesto suceso de mi gran amigo Ramiro y quedar omitida en la reseña biográfica sus estudios preparatorianos en el internado Colegio Linda Vista ubicada en la selva negra Chiapaneca no podía callarlo ya que compartimos dos hermosos años de vivencias en nuestra mocedad, hermosa adolescencia donde pudimos compartir el mismo dormitorio, compañeros de mesabanco en el salón de clases, en la misma mesa al desayuno, comida y cena, las horas de deporte, de trabajo y horas de estudio en dormitorio, donde era influenciado a estudiar en busca de las primeras calificaciones ya que en las dos graduaciones que nos tocó vivir siempre abrió la marcha en sus aperturas por obtener las más altas calificaciones, desde joven siempre fue un ser excepcional.

    Tuvimos la bendición de tener a un ser maravilloso en su calidad humana y conocimientos culturales como director a un mentor de nacionalidad chilena Ministro por convicción y Psiquiatra por vocación propiedad de la excelencia educativa y de la formación de jóvenes que sin duda indujo a muchos de nosotros a ser hombres íntegros y significo mucho en la vida de Ramiro que me platicaba la profunda admiración a nuestro mentor, que él estudiaría la carrera de Él.

    Estudiando la carrera en la ciudad de Jalapa y yo en Veracruz, nos buscábamos con gran dolor y lágrimas en mis ojos escribo estás lineas por la gran amistad que nació entre nosotros, mi sincero pésame a familia y amigos.

    • CÉSAR ORTIZ SÁNCHEZ
      14 agosto, 2018 at 0:24 #

      Querido amigo Ramiro, a familiares y amigos del amigo, por impacto de tu deceso, pido perdón a nuestro mentor por omitir su nombre, Ministro José Angel Fuentes, Doctor, Psicólogo, Administrador, Poliglota, Director de nuestro amado colegio Adventista Linda vista ubicada en la hermosa montaña de Pueblo Nuevo Solistahuacan, Chiapas y de varias instituciones en otros países.

      Honorable mentor te llevo en mente y corazón donde quiera que estés recibe de muchos nuestro agradecimiento y amoroso abrazo en compañía de su hermosa familia, Dios siga dirigiendo su vida para bendición de muchos.

  2. Judith Moreno
    22 mayo, 2017 at 21:21 #

    Descanse en paz, un excelente ser humano, estuvo de Srio. Particular de Don Elmar Setzer Marseille, ahí tuve el gusto de trabajar con el.

  3. Alberto Edison Coutiño PastrAna
    22 mayo, 2017 at 18:24 #

    Lamentable deceso de Ramiro Ordóñez Gibson, condolencias sentidas para la familia y en especial para Doña Yolanda Gibson de Ordóñez. QPD.

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