La jornada dominical de Albores Gleason
Inicia su jornada dominical con un desayuno privado con el líder de una iglesia. Después visita los mercados del centro de Tuxtla.
Su agenda está repleta. A diario, Roberto Albores Gleason participa en ocho o diez reuniones públicas, ya con las bases priistas, con la Red de Amigos Gleason, con el magisterio, con comisariados ejidales, con estudiantes y camina por colonias y barrios de Chiapas. Su misión es mostrarse, saludar y dar calor a sus seguidores.
Después del desayuno, decide visitar el mercado Pascasio Gamboa y después el Juan Sabines. Saluda a los automovilistas y a los transeúntes. Muchos le prometen voto diferenciado. “Votaré por AMLO a la presidencia, pero a la gubernatura por usted”, le dicen tres personas. No todo son complacencias. Alguien le grita: “Josean”, otro más “ya póngase a trabajar”.
Él sigue en lo suyo. Estrecha manos. Una caminata que a lo sumo tardaría diez minutos, él lo hace en 40. Son más los apoyos que las descalificaciones, y ya debe de estar acostumbrado a esta lucha particular por la búsqueda del voto. Está contento: “Tuxtla lo teníamos como un reto muy importante por el ánimo social, pero se ha creado una dinámica muy positiva”. Su frase, “ni me asusto ni me rajo”, ha calado. Lo repiten los transeúntes, hasta un limpiaparabrisas que se acerca para solicitarle unas monedas, cuando se desplaza en su vehículo por el Libramiento Norte.
Un día antes, el sábado estuvo en Tapachula, y llegó a Tuxtla después de la medianoche. Viaja en camioneta, porque ha prometido no subirse a ninguna avioneta o helicóptero para recorrer Chiapas.
Dice que durmió unas cinco horas, “como tengo pichi”, pero que está contento, que está emocionado por esta campaña que lo ha llevado a palpar la realidad del Chiapas profundo, que el cansancio es poco, porque cuando “uno va a un evento, llega la adrenalina” y se olvidan las inconveniencias.
Al medio día, después de visitar a las locatarias del mercado, asiste a un Foro por la Equidad y la Inclusión Social en la universidad UPSUM. Después, se traslada al salón Tiffar, a la salida oriente de Tuxtla Gutiérrez.
En todos lados es recibido de una batucada estruendosa y alegre. Me parece que no hay candidato sin batucada, que no hay campaña sin batucada. Un amigo dice que si fuera candidato formaría su batucada muy particular con marimbas móviles de mecapal y parachicos. Aquí, eso sí, hay parachicos y collares de flores de mayo y margaritas.
En la reunión con la Red de Amigos Gleason, organizada por la maestra Malena Torres Abarca, habla durante 12 minutos de su programa que pondrá en marcha, en caso de que gane la gubernatura de Chiapas.
Si el acto en sí dura alrededor de 20 minutos, la despedida se convierte en el evento principal. En este tiempo de selfies, muchas piden una foto con el candidato. Es un ritual de una hora de abrazos, de besos, de propuestas, de documentos recibidos, de peticiones, de solicitudes para ser incluidos y de consejos.
Anda a marcha forzada. Su jornada es de 12 a 14 horas diarias. Reuniones aquí, caminatas allá, abrazos por todos lados. Tiene que ser receptivo. Escuchar demandas, ofrecer soluciones y mantener el buen ánimo, en especial en medio de esta incertidumbre que debe de experimentar por no saber bien a bien cuáles serán los partidos que finalmente se alíen al PRI y al Panal.
Le gusta leer, pero ahora está concentrado en buscar el voto. Habla de su autor favorito, del economista turko Dani Rodrik, porque cree que muchas de sus aportaciones pueden aprovecharse en Chiapas, en especial de por qué unas naciones son exitosas mientras que otras fracasan y se empobrecen.
También se interesa por el comportamiento del consumidor. Cita a dos autores que le parecen fundamentales: Dan Ariely y Simon Sinek, que explican la psicología del comportamiento económico, el primero con Las trampas del deseo, y el segundo, con su libro La clave es el por qué: “Las grandes corporaciones, como Apple, son exitosas no por lo que venden, ni cómo lo venden, sino por qué lo venden. El por qué de Apple es romper el status quo en la música, en los celulares, en las computadoras. Ese es su objetivo”, dice el candidato priista.
En esta carrera de las prisas, en que se convierte una campaña, el tiempo para leer, comer, escuchar música y estar con la familia se acortan. En el trayecto, del Salón Tiffar a la UPSUM, en donde debe mantener otra reunión con seguidores del diputado Emilio Salazar, aprovecha para cambiarse de camisa, y al salir de ahí, para dirigirse al Barrio de San Francisco, come dos tacos más, porque en la reunión apenas ha podido probar un taco; los abrazos y las fotografías con sus seguidoras se lo han impedido.
Desde que inició su campaña ha recorrido 16 municipios, y ha sostenido más de 150 reuniones y foros. Ha tenido poco tiempo para escuchar música, por lo pronto prefiere aprovechar los viajes largos para evaluar su campaña y oír propuestas. José José, Gloria Trevi y Juanga, por lo pronto los ha dejado aparcados, incluso a su cantante preferido Andrés Calamaro.
Está concentrado en la campaña, “representamos la propuesta más viable y mejor”, dice convencido, mientras prepara su caminata, bajo una lluvia que cae de improviso, acompañado de unas 300 personas por San Francisco. Después del chaparrón, se despeja el cielo y llega el bochorno del Tuxtla caluroso.
Al candidato, a Roberto Albores Gleason le faltan todavía dos eventos más para concluir este día. Mañana será otra jornada de abrazos, petición de votos, discursos y comidas apresuradas.
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