«Que Donald Trump nos abra las puertas»

Hasta este 5 de noviembre, Josué y su madre habían recorrido unos 800 kilómetros desde Choloma, una población cercana a San Pedro Sula. Foto: Fredy Martín Pérez

Tapanatepec, Oaxaca; 5 de noviembre.- Josué Isaac López conocido como “El niño milagro” en Honduras, porque cuando nació, el 10 de septiembre del 2008, los médicos solo le habían dado tres horas de vida, es integrante de la Segunda Caravana del Migrante y su deseo es llegar a los Estados Unidos para buscar ayuda de médicos y corregir una malformación en los pies y a 13 días de haber emprendido la caminata el niño dice: “Yo le pido al presidente Donal Trump que nos abra las puertas. Solo queremos trabajar, porque somos pobres”.

Cuando su madre, Jacky Jackelín Torres, supo que se organizaba la Segunda Caravana y que el contingente partiría de Puerto Cortés, en el Caribe hondureño, entonces decidió apostarse en la carretera el 22 de octubre para incorporarse con Josué Isaac y caminar hasta la frontera con México.

Hasta este 5 de noviembre, Josué y su madre habían recorrido unos 800 kilómetros desde Choloma, una población cercana a San Pedro Sula, pero gran parte del trayecto lo han hecho, caminando y otra en aventones en tráileres, camiones y vehículos particulares.

Josué Isaac es un niño con capacidades diferentes, pero ha caminado bajo la lluvia, el sol extenuante, ha dormido a la intemperie donde ha enfermado de gripa, y no pone peros para levantarse a las 03:00 horas para caminar en la madrugada, siempre tomado de la mano de su madre.

Días antes de que partiera la Segunda Caravana, su madre estaba desesperada, porque Josué Isaac recayó en sus crisis de ataques epilépticos, por lo que tuvo que recorrer varios hospitales de San Pedro Sula, en busca del medicamento, hasta que lo encontró y solo así se sintió aliviada y con deseos de caminar hacia los Estados Unidos.

En estos 13 días de caminata, Josué Isaac no pierde la esperanza de que el presidente de los Estados Unidos, Donal Trump, los conceda refugio a él y su madre,  ella que recientemente fue despedida de una maquilador y pueda encontrar trabajo, mientras que el deseo del niño es encontrar a  un médico para que pueda corregir el problema que tiene en los pies. “Yo le pido al presidente Donal Trump que nos abra las puertas. Solo queremos trabajar, porque somos pobres”, dice.

Cuando la Caravana salió de Mapastepec a Pijijiapan, el pasado viernes, el niño caminó varios kilómetros bajo la lluvia y cuando el grupo hizo un alto en una garita de la Policía Federal,  Josué Isaac presentaba fiebre, pero en un puesto de ayuda médica recibió medicamento y a los pocos minutos mejoró. En un momento el niño contó que le gustaría oír a su hermano que quedó en casa. “Extraño a mi hermano”.

En la madrugada del lunes, el niño que durmió en las tribunas del campo de fútbol de la Unidad Deportiva, volvió a presentar calentura, pero con el medicamento que le dieron, sintió alivio y a las 03:00 horas del lunes, camino de la mano de su madrea hacia Oaxaca. Se molesta porque “esta tos no se me quiere quitar”, explica.

El 10 de septiembre del 2008, cuando se celebra el Día del Niño en Honduras, Josué Isaac nació en el hospital del Seguro Social de Choloma. “El nació cuando quiso, porque no estaba a tiempo”, cuenta Jacky Jackelín Torres, pero después de dar a luz, los médicos le dijeron que el niño solo tendría tres horas de vida y lo llevaron a la incubadora. Los órganos del bebé no estaban desarrollados.

Antes de las 15:00 horas de ese 10 de septiembre del 2008, Jacky Jackelín, escuchó una voz que le decía que el nombre de su hijo sería Josué Isaac y cuando los médicos le informaron que tenía que despedirse, fue al área de incubadoras y vio al niño conectado a varios aparatos y de un momento a otro, el menor se quitó la respiración artificial, sonaron las alarmas, pero cuando los médicos se acercaron se sorprendieron que el bebé respiraba bien. A los pocos minutos era paseado en brazos por médicos y enfermeras. Su caso fue reportado por la prensa de Honduras, como “El niño milagro”.

Diez años después, el niño está en tránsito hacia los Estados Unidos y él y su madre no pierden la esperanza de ser aceptados en el país del norte. “Dios nos ha dado fortaleza. Vinimos pidiendo a Dios fuerzas para seguir adelante, porque la misión es llegar a los Estados Unidos con la intención de buscar ayuda para mi hijo. Tengo fe en que vamos a pasar”, asegura Jacky Jackelín, la madre que no quiere volver a su país, porque “no hay trabajo”.

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