Definición de algo

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El diccionario define a algo como aquella palabra que “designa lo que no se quiere o no se puede nombrar”. Me encanta esta definición porque sintetiza muy bien la indecisión del mundo. A partir de esta definición puedo decir que si no defino un objeto y lo llamo algo es porque no quiero o no puedo nombrar. Si no quiero no hay problema, el problema es cuando no puedo, porque este no poder es por ignorancia o por temor. ¡Ah, cuántas cosas en el mundo se quedan sin nombrarlas por temor!

“¿Qué me compraste?”, le preguntó el niño al papá y éste, como mero juego, le dijo: “Algo. Ya lo verás”. ¿Esto es correcto? ¿Es bueno que el papá, con la sana intención de hacer más intensa la emoción, deje en la indefinición el cuestionamiento del hijo? No, no es bueno. Ese niño puede crear expectativas falsas en torno a ese algo. El algo es tan dañino como el etcétera. ¿Qué cabe en un etcétera? Cabe un algo. ¡Oh, qué problema!

La patria tiene un nombre, pero hay hombres y mujeres que sólo alcanzan a nombrarla como algo. En este caso no existe ignorancia sino temor. Nombrar a la patria con su nombre, en estos tiempos, es algo temerario. Puedo escribir un ejemplo muy elemental: ¿quién nombra al equipo América en una tribuna llena de aficionados Pumas? El temor a una golpiza soberana obliga a hacer silencio. ¿Quién se atreve a decir que nació en Palestina en territorio Israelí? Este temor convierte el nombre en una indefinición.

El algo es como la cosa. Los hombres deberíamos procurar hallar nombres para cada cosa, para cada sentimiento, para cada acción. Hay hombres tan timoratos que cuando sus amadas les preguntan si las aman, ellos responden con un débil “algo”. Es el temor al compromiso, a cruzar el río sin tecomates.

Los hombres deberíamos procurar hallar nombres a todo acto. “¿Qué estaban haciendo encerrados en el cuarto?”, brama la madre cuando descubre a los dos muchachos adentro del cuarto. “Nada, no hacíamos algo”, jura el muchacho poniéndose el pantalón. ¡Qué absurdo! Se sabe que todo mundo hace “algo” siempre. Si dos muchachos están adentro de un cuarto ¡juegan! Juegan los juegos que dos muchachos gustan jugar adentro de un cuarto. En este ejemplo, la asquerosa es la madre que se interna en territorios ajenos. La madre de este ejemplo es una madre asquerosa.

Sería bueno que la palabra algo designara a un juego determinado. Un juego en donde todo tuviese como respuesta la palabra, siempre y cuando la pregunta estuviese bien formulada: ¿Qué se necesita para cruzar un río? ¡Un algo! ¿De qué color es el algo? Del color de tu brasier. ¿De qué tamaño es el algo de tu brasier? Del largo de tus sueños. Y luego, ya cuando los grillos aparecieran sobre el campo, los jugadores deberían buscar la palabra exacta que sustituyera todos los algos aparecidos. ¿Qué se necesita para cruzar un río? ¡Un elefante! ¿De qué color es el elefante? Del color de tu brasier? ¿De qué tamaño es el río de tu brasier? ¿Del largo de tus sueños? Y luego, ya cuando el sol tocara con sus dedos la montaña en madrugada, los jugadores deberían buscar la palabra exacta que sustituyera todos los demás sueños.

La palabra algo existe, pero su propia indefinición la obliga a buscar una luz para alumbrarla. Algo bien se puede llamar silla o uirtescalto o yurencartioalme.

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