Operación “Pantone”, o todo en Chiapas es verde

Desde acotamientos, hasta policías, estudiantes y "fundaciones". El gobierno de Manuel Velasco, literalmente, quiere pintar todo de verde. Foto: Cortesía

Desde acotamientos, hasta policías, estudiantes y «fundaciones». El gobierno de Manuel Velasco, literalmente, quiere pintar todo de verde. Foto: Cortesía

 

Cual política pública de alta urgencia, el gobierno de Manuel Velasco ha desplegado cuantiosos recursos humanos y económicos para hacer de Chiapas un estado a la medida de su proyecto político y de la estrategia expansionista del partido que lo llevó al poder.

Esa maquinaria manejada desde el centro del país y con extensiones en Palacio, tiene varias misiones y una de ellas está enfocada a construir realidades simbólicas y a partir de ahí generar percepciones que conduzcan a conseguir sus objetivos prioritarios.

A la par de que le confeccionan al gobernador una imagen pulcra, popular, de hombre trabajador, generoso, solidario, paternal, saludable, cercano a la gente, juvenil, a veces informal que raya en la chabacanería, los cerebros de la estrategia han puesto en marcha una operación que podríamos denominar “Pantone” y que consiste en teñir de verde todo el estado.

El desenfreno cromático no tiene límites y alcanza desde infraestructura urbana hasta uniformes y útiles escolares. Lucen el color preferido del sexenio el estadio “Víctor Manuel Reyna”, mercados públicos, instalaciones escolares, parques, gimnasios al aire libre, patrullas, anuncios gubernamentales, la nueva vestimenta estudiantil, y un largo etcétera. El caso más visible y emblemático es el de las guarniciones y barras de contención en importantes arterias de la capital del estado, que pese a contravenir la normatividad vial han sido despojadas de sus tonalidades preventivas (blanco y amarillo) para colocarles el color de moda.

Complementan el trastornado paisaje los taxis y mototaxis concesionados verdes, las playeras verdes entregadas en actos oficiales, el uniforme verde del equipo Jaguares y de los beisbolistas de Tucanes de Chiapas, las lonas mundialistas colgadas en Palacio de Gobierno, fachadas de presidencias municipales, pintas en bardas de la Fundación “Dr. Manuel Velasco Suárez” o de otras organizaciones como “Chiapas Verde”, “Tierra Verde”, “Municipio Verde” y anuncios espectaculares de precampañas electorales adelantadas.

Esta avasalladora tendencia a la que muchos se han sumado por oportunismo, en su origen está sustentada en la psicología del color, la cual sostiene que el verde es un color de fácil registro para el ojo humano y provoca sensaciones de tranquilidad, seguridad, serenidad, armonía, frescura; y también está asociado a la esperanza, la prosperidad, la confianza y la salud.

En este sentido, el “huracán verde” que hoy azota a Chiapas no obedece sólo al deseo de inundarnos de referencias a la gestión gubernamental sino a un planeado propósito de inocular imágenes y símbolos con fines de manipulación política y electoral. La idea es –pese a hechos en contrario— generar una percepción de paz, unidad, progreso y esperanza, a la par de forjar una fuerte identidad entre sectores de la sociedad y gobierno que pueda ser refrendada en las urnas a través del voto hacia el Partido Verde Ecologista y sus asociados Unidos por Chiapas y Mover a Chiapas.

El problema de esta estrategia es que además de alterar la fisonomía urbana y de violentar la Norma Oficial Mexicana para las vialidades, se está socavando uno de los pilares fundamentales de la democracia: la pluralidad. Y tratando de uniformar las conciencias, se corre el riesgo de caer en prácticas totalitarias que lesionen aún más el vulnerable tejido social chiapaneco.

Nada garantiza el éxito de la Operación “Pantone” –llamada así por el popular sistema de control de colores— porque como bien puede generar adhesión, también puede desatar un fenómeno de rechazo ante la saturación de su invasivo despliegue. Anular su efectividad depende de la capacidad ciudadana para combatir ese intento de manipulación.

PATROCINIO Y LOS VACÍOS.- La serie de entrevistas a Patrocinio González Garrido que se publicaba los domingos en el periódico Cuarto Poder, culminó a raíz de las interpretaciones que en esta columna se hicieron de las opiniones del exgobernador. Está en desacuerdo con que a sus declaraciones se les dé una connotación política. El autor del texto periodístico, Carlos Hiram Culebro Sosa, asoció mis comentarios con un ejercicio de astrología. Lo que yo puedo decir es que en política los vacíos se llenan, haya o no premeditación; y en tenor esotérico puedo asegurar que este Oráculo acertó una vez más en sus predicciones. La decisión de González Garrido, lamentablemente, nos privará de conocer otros pasajes de su vida política que ayudan a entender importantes sucesos del estado y el país, y nos ilustran sobre el ejercicio del poder, algo que la mayoría de los ciudadanos desconocemos y deberíamos saber más. Quizá sus opiniones no pretendían trascender más allá de lo anecdótico, sin embargo, ante la falta de debate, ante la liviandad e indefiniciones de este gobierno, sus posturas ante temas relevantes de la agenda estatal toman una dimensión política inevitable.

 

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