Autonomía universitaria “totalmente palacio”

Estudiantes de la UNACH en el foro donde llegaron 8 de 23 aspirante a dirigir esa Máxima Casa de Estudios. Foto: Vianer Montejo.

Estudiantes de la UNACH en el foro donde llegaron 8 de 23 aspirante a dirigir esa Máxima Casa de Estudios. Foto: Vianer Montejo.

 

Por disposición constitucional, las universidades tienen la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí misma. Por eso se les reconoce como autónomas. En Chiapas, tal disposición no tiene aplicación práctica, puesto que la autonomía no se ejerce o no le permiten a la universidad y a la comunidad universitaria ejercerla. El gobierno de la universidad de Chiapas se decide y se ejerce desde el poder político, específicamente desde el palacio de gobierno.

En las últimas veinticuatro horas se han dado dos situaciones que han puesto en claro lo que decimos: la designación del rector y la renuncia de la directora de la Facultad de Derecho.

En el primer caso, hasta el día martes la Junta de Gobierno de la Universidad no tenía ni idea de quien sería designado rector, pese a que contaba con 23 aspirantes. No tenía idea porque no le había llegado la instrucción desde el palacio de gobierno. Es un secreto a voces que nadie en la comunidad universitaria se pregunta sobre el proceso que sigue la Junta de Gobierno para designar, sino el momento en que el Gobernador les dirá el nombre de la persona a quien habrá de designar. Se acepta como normal la injerencia política.

La designación como rector de un miembro del gabinete de gobierno sugiere un movimiento al interior del gobierno del Estado, el cambio de una secretaria de gobierno a otra, de la Secretaría de Salud a la universidad, o viceversa, como fue también el caso. Para que estas rotaciones se pudieran concretar fue necesario modificar la Ley Orgánica, misma que, por cierto, no hemos visto publicada con sus modificaciones, ni siquiera en la página de internet del Congreso del Estado.

El segundo caso es aún más grave y bochornoso en términos de la inexistencia de la autonomía. Hace cinco meses el Gobierno del Estado nombró a Guillermina Vela Román como directora de la Facultad de Derecho. Dado el nombramiento, la Junta de Gobierno llevó a cabo la consecuente ceremonia de designación. Durante estos cinco meses, la profesora dio sobradas muestras de soberbia e incapacidad para fungir como directora. El Poder político se equivocó en el nombramiento.

Dada la incapacidad de la profesora, y el rechazo de la mayoría del personal docente y estudiantes de la Facultad, la profesora Vela Román se vio obligada a renunciar. Este proceso se dio durante la noche del día martes y la madrugada del miércoles de esta semana. Sin embargo, la profesora nunca puso un pie en las oficinas de la Junta de Gobierno, ni siquiera recibió las llamadas telefónicas de la presidenta del órgano de gobierno que la requería para escuchar su posición frente a los reclamos en su contra. La razón era lógica: si no fue la Junta de Gobierno quien la nombró no tenía por qué comparecer y dar explicaciones a ella. La ex directora renunció en el Palacio de Gobierno ante funcionarios de gobierno y representantes de la universidad. Esa renuncia sería enviada más tarde a la Junta de Gobierno.

La realidad es muy triste, pero no debemos engañarnos: La universidad necesita hacer realidad su autonomía.

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