Racismos cotidianos

Nota del 9 de enero en el periodico La Voz del Sureste, en Chiapas.

Nota del 9 de enero en el periodico La Voz del Sureste, en Chiapas.

 

En 1978 la UNESCO emitió la Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales cuyo primer artículo afirma que “todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen el mismo origen. Nacen iguales en dignidad y derechos y todos forman parte integrante de la humanidad”. También afirma que “las diferencias entre las realizaciones de los diferentes pueblos se explican enteramente por factores geográficos, históricos, políticos, económicos, sociales y culturales. Estas diferencias no pueden en ningún caso servir de pretexto a cualquier clasificación jerarquizada de las naciones y los pueblos”.

Eso fue hace 36 años. No han sido suficientes para convencernos. Aún hoy, muchas personas establecen reglas, discursos e incluso políticas públicas basadas en la creencia de que los seres humanos nos dividimos por razas y que esa distinción nos hace diferentes en dignidad y derechos.

Lejos estamos de un tiempo en que los prejuicios étnicos dejen de ser una traba para la libre realización de los seres humanos, son pensamientos —si se les puede llamar así— que todos cargamos, y el hecho de que estén ahí, todos los días en nuestras calles y nuestras acciones, nos impide identificarlos y combatirlos.

 

Comparto tres momentos de esta semana donde esos prejuicios juguetean y brincan de un lado a otro de la delgada línea que los separa de la discriminación y la segregación:

Primer momento: Racismo alrevesado

Dos hombres entraron armados a la redacción de la revista Charlie Hebdo y asesinaron a 12 personas, incluidos Charb (el editor del semanario), Cabú, Tignous, Wolinsky, Phillipe Honore (caricaturistas), Bernard Maris (economista que firmaba como Oncle Bernard) y Elsa Cayat (psicoanalista que escribía la columna “El diván de Charlie”).

La policía francesa de inmediato declaró que los atacantes eran fundamentalistas musulmanes ofendidos por las caricaturas de Mahoma publicadas por Charlie Hebdo. No queda claro cómo supieron que esta era la razón, pero nunca se podrá confirmar porque en la persecución los dos atacantes resultaron muertos.

Un vistazo a sus portadas puede hacer que cualquier persona que profese una religión se ofenda, pues la línea de Charlie Hebdo era burlarse del poder poder político, donde se incluye a los dirigentes religiosos encumbrados. Esas burlas, irrespetuosas e irresponsables, son congruentes con el pensamiento libertario (ni dieu ni maitre, ni dios ni amo) que les dio origen. La prensa de todo el mundo reprodujo las portadas donde aparecían caricaturizados islamistas y yihadistas, dejando de lado todas la demás. Esto dio pie a que se les acusara de racistas.

Ya los habían acusado de lo mismo antes, pero en esa ocasión Charb, el director, no estaba muerto, y pudo responder con argumentos pidiendo que quienes los acusaban leyeran la revista. http://www.elmundo.es/opinion/2015/01/07/54ad5cc1e2704e1c228b4594.html De todo lo que se ha publicado en esta semana acerca del racismo de Charlie Hebdo muy pocos se refieren a cartones en específico (“este cartón es racista por esto y por esto”), nadie ha podido demostrar con cifras que fueran más las caricaturas de musulmanes que de católicos o de judios, ignorando, además, que su principal blanco de burlas era el partido racista de derecha, el Frente Nacional.

El equipo de Charlie Hebdo afirma que no son racistas. Sus lectores consuetudinarios también. Quienes hace una semana no los conocían, están convencidos de que sí. Miles de personas ofendidas en el mundo dicen que lo son. Unos y otros tienen argumentos válidos que nos darán para seguir reflexionando durante largo tiempo.

Pero aquí y ahora quiero plantear el asunto de cómo es que pasamos de una posición antireligiosa a una posición racista.

Cuando alguien dice “se burlan de los imanes, por lo tanto son racistas” está construyendo el siguiente laberinto: Iman=islamista=musulmán=árabe. Cada una de esas equiparaciones tiene un margen de error muy alto, de ahí que sea un laberinto, un laberinto que además es falso. La primer falsedad es que no existe la raza árabe, los árabes son aquellas personas que hablan la lengua árabe, sin que compartan geografías o características físicas (hay árabes güeros, morenos, lacios, colochos, chaparros, altos, guapos y feos). Tampoco comparten religión, hay árabes ateos, árabes cristianos, árabes musulmanes… aunque también hay musulmanes que no son árabes (como los musulmanes tsotsiles). Entre los musulmanes también hay muchas diferencias, grupos, sectas, corrientes, organizaciones… las principales ramas son los suníes y los chiíes, que a su vez se desagregan en otras subramas. De ahí se puede inferir que no todos los musulmanes son islamistas y que hay islamistas tradicionalistas y otros progresistas, y que algunos son fundamentalistas y otros yihadistas, y que se puede ser musulmán conservador y no ser yihadista… un laberinto, pues.

Pero alguien, en algún momento, nos convenció que todo era lo mismo: nos dijeron que árabe era igual a musulmán y que musulmán era igual a terrorista. Nos convencieron de esa generalización absurda haciendo uso de un enorme aparato de propaganda y una estrategia bien medida. Es esa generalización racista la que nos dicta que si alguien se burla de un Iman o de un yihadista armado, se está burlando de todos los pueblos árabes. Es un poco torcido, pero nos convencieron

Ahora, Charlie Hebdo, que muchas veces se plantó contra el racismo concreto y real de las políticas segregacionistas de su país http://m.dailykos.com/story/2015/01/11/1357057/-The-Charlie-Hebdo-cartoons-no-one-is-showing-you es acusado de racista derivado de nuestro propio racismo alrevesado.

 

Segundo momento: Los indígenas impiden el desarrollo

Indígena es una de esas palabras que no dicen nada pero nos permiten adjudicarles todos nuestros prejuicios. No existe la raza indígena. Hay pueblos con características culturales, geográficas e históricas específicas. La discusión está inacabada y se sostiene con alfileres originarios. Lo cierto es que en el caso de México la palabra describe a diferentes grupos sociales, todos ellos en una situación de inequidad económica y social, en relación con los otros grupos o etnias de nuestro país. Lo indígena es una etiqueta que se impuso desde arriba a todos los pueblos originarios de México que fueron así generalizados y segregados.

El periódico chiapaneco La Voz del Sureste, en su portada del viernes 9 de enero, tituló así una de sus notas: “Indígenas impiden desarrollo”.

En cuanto la leí recordé el artículo 2 de la Declaración sobre las razas y los prejuicios raciales de la UNESCO: “Toda teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que dé a unos el derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o que haga juicios de valor basados en una diferencia racial, carece de fundamento científico y es contraria a los principios morales y éticos de la humanidad”.

De esos juicios de valor basados en la diferencia étnica que implica pertenecer a un pueblo, está plagada la prensa chiapaneca. A partir de esos juicios de valor (los indígenas se oponen al progreso) es que los gobernantes se abrogan el derecho de decidir por ellos, de suplantarlos, de imponerse.

No es pura consigna. Ese mismo día, 9 de enero, a la hora que el periódico empezaba a circular, el gobierno del estado desalojaba a los ejidatarios de Bachajón que habían ocupado la caseta de cobro de las cascadas de Agua Azul, que se encuentra dentro de su territorio. El secretario de gobierno de Chiapas, ese mismo día pero más tarde, tuiteó: “Recuperamos caseta de cobro de las cascadas de Agua Azul”. ¿De quién? ¿Para quién? No lo dijo.

 

Tercer momento: El cine para la indiada

Una de mis primeras lecciones de política la aprendí en una oficina del Prodesch (Programa de Desarrollo Socioeconómico de Los Altos de Chiapas), yo tendría 7 u 8 años y escuchaba una conversación sobre el reciente proceso electoral municipal. Una de las secretarias explicó la victoria del candidato PRI: “ese señor ganó gracias a la indiada, porque lo que es la gente… la gente votó por la otra candidata”.

No recuerdo los nombres de los candidatos, pero esa distinción entre “la indiada” y “la gente” la escucharía una y otra vez. La última ocasión fue de boca de un funcionario de la actual administración municipal encargado de la defensa del patrimonio. Muchos la usamos, a veces con otros nombres y con otros pretextos, pero siempre generalizando, discriminando, segregando. “Los indígenas quieren esto…”, “los indios piensan así…”, “los pueblos originarios saben…”. Aunque siempre pueden también usar el molesto posesivo “nuestros indígenas necesitan…” “nuestros pueblos son…”. Del otro lado, la “gente de razón” que sabe lo que quieren, necesitan, piensan, son.

En el próximo Festival de Cine de San Cristóbal (¡aplausos y beneplácitos!) habrá proyecciones al aire libre. En el centro de la ciudad. Detrás del palacio municipal. Se proyectarán, entre otras, César Chávez, dirigida por Diego Luna y La jaula de oro, dirigida por Diego Quemada-Diez (18 y 19 de enero respectivamente). Ambas cintas tendrán traducción al tsotsil.

En septiembre de 2014 la película “La jaula de oro” se proyectó en algunas cabeceras municipales de Chiapas, igual, traducida al tsotsil. Con el detalle que la traducción no era doblaje, sino subtitulado. Marco, un amigo que habla, escribe, lee, piensa y siente en tseltal, comunicólogo y traductor, escribió a la casa productora. Les dijo que eso era una burla, una simulación, que era una pérdida de dinero. Todo acompañado de argumentos que ni siquiera merecieron una respuesta.

Breviario cultural: La escritura tsotsil y tseltal fue desarrollada por lingüistas anglosajones, basados en la fonética, logrando uno de los alfabetos más complicados de leer y escribir, obligando a los tsotsil y tseltalhablantes a practicar un tipo de traducción siempre que se enfrentan a ella. La mayor parte de la gente —me dice Marco— prefiere traducir mentalmente del español al tsotsil que hacer la criptografía de ese alfabeto ajeno.

Es un misterio si en el FIC-San Cristóbal estas películas estarán dobladas o subtituladas al tsotsil, lo que sí es un hecho es que estarán traducidas.

¿Qué tiene que ver esto con la anécdota de la secretaria del Prodesch? Cito el artículo 5 de la misma Declaración sobre las razas y los prejuicios raciales: “La cultura, obra de todos los seres humanos y patrimonio común de la humanidad, y la educación, en el sentido más amplio de la palabra, proporcionan a los hombres y a las mujeres medios cada vez más eficaces de adaptación, que no sólo les permiten afirmar que nacen iguales en dignidad y derechos, sino también reconocer que deben respetar el derecho de todos los grupos humanos a la identidad cultural y al desarrollo de su propia vida cultural en el marco nacional e internacional, en la inteligencia de que corresponde a cada grupo el decidir con toda libertad si desea mantener y, llegado el caso, adaptar o enriquecer los valores que considere esenciales para su identidad.”

Dice la misma Declaración más adelante “La comunicación entre los grupos raciales y étnicos deberá constituir un proceso recíproco que les permita manifestarse y hacerse entender plenamente y con toda libertad”.

La pregunta entonces es: ¿por qué las funciones que se realizarán dentro de las salas no estarán traducidas al tsotsil? ¿es que acaso el cine para “la indiada” es en la calle y el cine para “la gente” es en los teatros?

Estoy seguro que las intenciones de ambos Diegos son buenas, igual estoy seguro del genuino interés del FIC por incluir más que segregar, y estoy seguro también que ninguno de ellos podría ser calificado de racista. Pero como decía al principio, muchas veces la discriminación es tan cotidiana, tan normalizada, que se vuelve invisible, y nuestras prácticas cotidianas (o extraordinarias, como es el caso del FIC) nos llevan, a pesar de nosotres, a abonar al prejuicio y la exclusión.

San Cristóbal de Las Casas

12 de enero de 2015 (21 años después de aquella marcha)

Un comentario en “Racismos cotidianos”

  1. César Alain Cajero Sánchez
    17 enero, 2015 at 21:04 #

    Que artículo tan inteligente y bien escrito. Un placer leerlo.

    Invito al autor a leer mi blog: http://larosapublica.blogspot.mx/

    No toco mucho este tema aunque es de los que más me interesan, pero probablemente encuentre cosas de interés, estemos o no de acuerdo.

    Sólo un comentario más: no creo que el alfabeto propuesto por el ILV sea especialmente difícil de entender ni de escribir (no más que el del español; con las dificultades inherentes a algunos errores –como usar la qu, ¿para qué?). Yo adopté en mi caso la lengua ch’ol (pues he dado clase en la zona por años) y el diccionario del ILV me ayudó bastante. Con ayuda de los muchachos de la comunidad hicimos un nuevo alfabeto que nos pareció más sencillo y fácil de usar.

    Ya sé la historia de aculturación del ILV. No defiendo su actuar terrible en ese sentido, sólo su trabajo de lingüistas (que sí que fue mucho).

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