RESPUESTA DIVINA:

Amado Fernando, me buscaste en oración y yo te escuché. ¡Por supuesto que voy a bendecirte! Es mi vocación. Pero no lo haré de la manera en que tú esperas. Antes debemos aclarar cosas, ajustar cuentas. Antes debes resarcir a los que has ofendido. En tu afán para ser Presidente Municipal de Tuxtla hiciste trampas: robaste la elección usando el dinero que estaba destinado para hospitales, escuelas, centros deportivos; dinero de los servicios públicos. Aprovechándote de la pobreza de la gente compraste su voluntad con miserias. ¿No ves la ira en la ciudad? ¿No viste las masivas protestas? ¿Y no veías a los pobres en las calles cuando tú derrochabas su pan y su vestido? ¿Crees que sería yo un Dios justo si te bendigo así, sin que reconozcas tus pecados, las ofensas a este pueblo mío? No, amado Fernando, lejos de hacerte un bien te haría daño.

Fernando, estemos en paz. Si reconoces, primero en la intimidad conmigo, y después públicamente lo que hiciste, y te arrepientes y decides pagar las consecuencias de tu mal, prometo que mi bendición caerá sobre ti como una cascada, que salpicará a tu esposa y a tus hijos, y los hijos de ellos. El proceso será doloroso, pero alcanzarás la victoria. Si no lo haces, sabrás lo que significa «Dios que defiende a los que a él claman por justicia». ¿O crees que los que te ordenan a hacer el mal son más poderosos que yo?

Amplio en perdonar, Rey de reyes, Señor de señores, el que dio a su Hijo por amor a ti.

Dios.