Paco y la traición del PAN

Conferencia de líderes del PRD y PAN con Francisco Rojas Toledo. Foto: Notimex/Archivo

Conferencia de líderes del PRD y PAN con Francisco Rojas Toledo. Foto: Notimex/Archivo

 

El gobernador Manuel Velasco Coello y su partido no podían dejarse arrebatar la capital de Chiapas. Bajo ninguna circunstancia la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez debía quedar en otras manos, menos a la mitad del sexenio, cuando se empiezan a perfilar las estrategias de la sucesión en la gubernatura. Sin el control de la ciudad más importante del estado, los escenarios para el 2018 francamente se les hubieran complicado.

En ese sentido, para mantener su hegemonía, el gobierno-Partido Verde Ecologista de México operó a todo vapor y en diferentes espacios y niveles. Primero quiso desbarrancar la candidatura del panista Francisco Rojas Toledo filtrando un video a Reporte índigo donde el exalcalde tuxtleco (1999-2001) recibe de un empresario constructor dinero con presuntos fines electorales.

Como el golpe mediático no tuvo el efecto letal que se esperaba, se procedió a cerrarle los espacios en los medios al fuerte candidato opositor y así evitar que creciera su elevada simpatía entre los capitalinos; al mismo tiempo se difundieron encuestas electorales manipuladas en las que todas daban a Fernando Castellanos, el candidato oficial, como amplio ganador de los comicios.

Lejos de declinar, la fuerza política de Rojas se mantuvo firme. Para intentar contrarrestarla, se intensificó la operación desde las estructuras gubernamentales –estatales y municipales— de los programas sociales con fines clientelares; abiertamente se regalaron a sectores populares despensas con el logo oficial del gobierno de Velasco, acompañadas de propaganda de Castellanos.

El 19 de julio, la votación municipal arrojó resultados oficiales muy cerrados y numerosas quejas por irregularidades en los comicios. Coacción y compra de sufragios, acarreo de votantes, robo de urnas, conteos erróneos, actas alteradas, fueron incidentes reiterados que ensuciaron la elección. Vino la impugnación de Paco Rojas pero una a una, las instancias electorales desecharon los alegatos y pruebas sobre el fraude. Primero fue el Tribunal Electoral del estado de Chiapas, luego la Sala Regional Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y finalmente la Sala Superior de esta institución; todas rechazaron el recurso de nulidad de la elección del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez.

Pero adicionalmente a todas estas acciones encaminadas a mantener el poder en la capital chiapaneca, el gobierno también operó la “traición” dentro de Acción Nacional jalando los hilos de control que durante años han ido colocando en ese partido los gobiernos en turno. Al primer movimiento de la cruceta, reaccionó el dirigente municipal panista Vicente Vázquez González. Surgido de los cuadros albiazules de Patria Nueva, como cualquier “empleado”, recibió órdenes directas desde Palacio de Gobierno para hacer campaña contra Rojas. Arremetió contra el aspirante panista cuando se dio a conocer el video del supuesto “moche”, deslindándose de su correligionario e incluso pidiendo la expulsión del partido. Cuando el periódico El Universal días antes de la elección difundió una encuesta donde Castellanos resultaba triunfador, Vázquez emitió un comunicado que fue recogido con inusitada rapidez por los medios, donde reconocía que“hoy no estamos en la preferencia de los tuxtlecos”.

Victoria Rincón Carrillo también fue tentada por el gobierno y sucumbió a los encantos del poder. La exalcaldesa panista quería que su partido la lanzara como candidata a diputada plurinominal, pero como no consiguió sus pretensiones, decidió renunciar en mayo pasado a su militancia de casi 20 años. Un mes después, junto con otro panista tránsfuga (Felipe Granda), apareció en la planilla de regidores de Castellanos Cal y Mayor con el evidente propósito de tratar de restarle votos al doctor Rojas.

Gloria Luna Ruiz, siendo diputada local de la pasada Legislatura, apoyó abiertamente la candidatura de Paco, se le vio con él en actos públicos de proselitismo; sin embargo, una vez concluida su encomienda en el Congreso local y conocido el fallo del Tribunal Federal Electoral a favor de Castellanos, Luna aceptó la Secretaría General del ayuntamiento capitalino. Cuentan que quizá fue a petición de su hijo Enrique, cercano colaborador del hoy alcalde, que aceptó la encomienda en el nuevo Ayuntamiento; sin embargo, lo más probable es que la exdiputada local haya llegado a esa posición como pago de negociaciones cupulares entre la dirigencia nacional panista y el gobierno estatal, que tenían como propósito abandonar a Paco en la recta final de la impugnación electoral.

A Vicky Rincón y a Gloria Luna también les prometieron otra recompensa: ser magistradas del Poder Judicial cuando llegue el tiempo de los relevos y se busque la equidad de género. La profesora Rincón concluyó estudios en Derecho Fiscal y la doctora Luna estudia actualmente la carrera de Derecho, además de que es pariente deMargarita Beatriz Luna Ramos, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Bajo estas consideraciones, detrás de la supuesta pluralidad que se quiere mostrar en el gobierno capitalino, se esconde una historia de traiciones panistas que culminaron en la entrega de la alcaldía a Castellanos y al PVEM. Si hacemos un poco de memoria, la traición a Paco no debiera sorprendernos tanto, pues es el reflejo de la subordinación del PAN al Ejecutivo durante la última década, y de la cual debe dar cuenta su actual dirigente Carlos PalomequeArchila, cuya actitud en el caso Tuxtla fue bastante timorata.

TRIUNFO FRUSTRADO.- Cuentan que en la etapa más candente del conflicto poselectoral por la impugnación de los resultados oficiales en los comicios de Tuxtla, una de las salidas que plantearon las partes y que obtuvo alto consenso, fue la creación de un concejo municipal encabezado por un ciudadano de prestigio y de probada honestidad. La idea se consideró tan viable que los encargados de la negociación habían incluso explorado mecanismos para nombrar al presidente del eventual concejo. Sin embargo, algo sucedió en el camino, pues a la vuelta de unos días de receso la voluntad política se debilitó. Rojas y Castellanos volvieron a sus posturas radicales y excluyentes, y así murió un sano intento por amainar la polarización política entre los tuxtlecos y por construir un gobierno democrático. Lo que pudo ser un gran triunfo ciudadano, se diluyó entre egoísmos y una amplia red de intereses políticos y económicos.

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