Cayó Moreira, falta Sabines

En 2008, Alejandro Encinas salió de Palacio de Gobierno muy contento, porque Juan Sabines le había manifestado su apoyo para dirigir al PRD.

Su acompañante, un diputado perredista de Tuxtla, le dijo que no confiara en la palabra casquivana de Sabines.

—¿Pero cómo no voy a confiar? —contestó Encinas, y mostró una bolsa de dinero que le había dado el exgobernador de Chiapas para su trabajo proselitista.

Días después, Encinas fue vapuleado en Chiapas en las elecciones de su partido en donde ganó Jesús Ortega, con el apoyo directo de Juan Sabines.

Cuento esto porque los gobernadores han encontrado una fórmula básica para robar y gozar de impunidad: repartir dinero a dirigentes de los partidos políticos y a candidatos presidenciales.

Humberto Moreira y Juan Sabines Guerrero fueron los principales suministradores económicos  a la campaña de Enrique Peña Nieto. Por eso no son procesados en México pese a las múltiples evidencias de saqueo al erario.

Tanto Sabines como Moreira adoptaron comportamientos similares: se apropiaron de los partidos de oposición, tiraron paladas de dinero, se emborracharon de poder y también dieron manotadas y golpizas a quienes no se plegaron a sus designios.

Ambos venían de la clase media. Sabines era funcionario de segunda en una delegación del Distrito Federal, y Moreira, profesor de secundaria, cuando la varita de la política tocó a sus puertas y no desaprovecharon la oportunidad.

El cinismo político...

El cinismo político…

Los dos llevaron una meteórica carrera y los dos enloquecieron de poder. Ya traían la herencia, pero se dejaron llevar por la música, por el alcohol, las drogas y el dinero siempre fácil que proveían las arcas públicas.

Tomaron el dinero para sí y para sus colaboradores. Y repartieron para comprar seguridad y para tender alianzas y protecciones.

Por eso, han vivido amparados con la seguridad que les otorga el Estado mexicano. Sabines hasta ha sido premiado con un consulado que llena de oprobio al gobierno de Enrique Peña Nieto.

La detención del exgobernador de Coahuila en España exhibe la maleabilidad de las leyes mexicanos y la fuerte influencia que tienen los presidentes de la república para proteger a sus aliados en nuestro territorio.

Mientras que Peña Nieto pide que no se adelantes juicios, en España está abierto un expediente en contra de Humberto Moreira por depósitos de 218 mil dólares, los cuales deben aclarase su procedencia.

La cantidad, unos cuatro millones de pesos, es irrisoria, pero ese hilo puede llevar a la madeja realmente importante con el que buscan quedarse las autoridades hacendarias de España y que se estima en tres mil millones de pesos.

Si Moreira ha caído en desgracia es por el desaseo con que maniobró el dinero sustraído de las arcas públicas. No porque en México alguna autoridad le haya puesto un traspié.

Juan Sabines también dejó un cochinero, pero compró impunidad no solo en Los Pinos, sino también a nivel local, en donde dejó a un gobernador que lo protege, así como diputados locales, federales y senadores cuya misión principal ha sido brindar confort al exmandatario.

En México no hay posibilidad alguna que Juan Sabines sea castigado. Si llega una investigación tendría que venir de Estados Unidos o de España, en donde hemos visto que no se detienen ante realezas o compadrazgos políticos, pero aquí es diferente, aquí se protege al delincuente sea Juan Sabines o Humberto Moreira.

 

 

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