Roberto Domínguez Castellanos, rector cuestionado

Con el inicio del tercer mandato de Roberto Domínguez Castellanos al frente de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach) podrían despertarse los demonios en esa institución de educación superior.

A diferencia de su primera reelección, en que la comunidad académica, administrativa y estudiantil, estaba de plácemes por una gestión realmente brillante para los actores unicachenses, en esta ocasión se han alzado voces críticas que podrían poner contra de la pared al más antiguo rectorado de una universidad pública en la entidad.

La primera señal de alarma son las malas relaciones que mantiene el rector con el sindicato de administrativos, porque desde ahí se podría prender la mecha de la inconformidad.

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Las académicas tampoco están contentas, aunque la dirigencia sindical marca al paso que le marca el rector. El descontento se debe a los pocos estímulos por la productividad académica.

A diferencia de la Universidad Intercultural de Chiapas, la Unicach no tiene un programa de estímulos económicos que reconozca la docencia, la academia y la investigación.

Ante esa realidad, de una universidad joven que logra premiar a sus docentes, y de una con más años, que se concreta a negociar salarios para sus profesores e investigadoras, es un fracaso.

Por eso hay muy mala pinta en esta segunda reelección de Roberto Domínguez Castellanos. No ha logrado convertir  a la Unicach en universidad pública. Su antecesor, Jesús Morales, obtuvo el nombramiento de universidad de apoyo solidario.

Por lo pronto, la Escuela de Artes está en revuelta, y los primeros cuatro meses  serán difíciles para esta continuada rectoría porque debe apaciguar ánimos, renovar negociaciones y reiterar promesas.

Es difícil, sin embargo, prometer donde ya se prometió mucho; renegociar en donde no se han tenido resultados.

El ambiente universitario no es de plácemes. Es de espera de la campana escolar que marque otros tiempos.

Eso lo sabe Roberto Domínguez Castellanos. Hasta unos días antes de su reelección navegó en la incertidumbre de su candidatura, porque no encontraba el aval necesario en Palacio de Gobierno.

Por fin recibió la señal inequívoca de su continuidad, en medio de la protesta por acoso laboral de algunas trabajadoras, así como de voces que cuestionaban su posible reelección.

Jaime Valls, ante un escenario así o quizá un poco más beligerante, prefirió dar un paso atrás y buscar otros espacios. El mundo de Roberto Domínguez tampoco se limita a la Unicach. Sus buenas relaciones con Manlio Fabio Beltrones, lo pueden llevar al PRI. Por lo pronto confía,  como ha sucedido en los conflictos que ha vivido en la Unicach, en acercarse a los actores y llevarlos a la tranquilidad de los salones.

El problema es que el rector está desgastado. Su figura, en estas dos administraciones, se ha desdibujado, y le sucedería a cualquiera por el largo periodo ejercido. En su primera etapa fue un rector brillante, pero en la segunda se ha dejado llevar por el impulso bien administrado de los primeros años y su carisma de político. Logró mucho en infraestructura pero ha quedado a deber en lo académico.

Sus enemigos, para este tercer mandato, andan sueltos y podrían desbarrancarlo en ese camino que se teje a la larga rectoría universitaria sin precedentes en Chiapas.

 

 

 

 

 

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