El destino en los números

Casa de citas/ 292

El destino en los números

Héctor Cortés Mandujano

 

Todo perdí: aun aquello que dicen

es consuelo de los hombres:

perdí hasta la esperanza

Eurípides,

en “Las troyanas”

 

En la cinta St. Vincent (2014, dirigida por Theodore Melfi), donde luce a sus anchas el maravilloso Bill Murray, él y el niño que cuida ven una película de cómicos en blanco y negro. No recuerdo si el niño o Vincent, el personaje de Murray, que parece vivir en los dominios de la desesperanza, hablan de que están viejos y Murray dice:

—Están muertos, no hay nada más viejo que eso.

El niño, muy bien interpretado, le corrige:

—No, el tiempo se detiene con la muerte.

 

El niño pregunta sobre la mujer (la chulísima Noami Wats) que está en casa de su niñero y Vincent le informa:

—Es una dama de la noche

—¿Qué es eso?

—El modo más honesto de ganarse la vida.

Ilustración: Juventino Sánchez

Ilustración: Juventino Sánchez

***

 

Lo dice el personaje que interpreta Kate del Castillo en American Visa (2005), buena película escrita, producida y dirigida por Juan Carlos Valdivia: “Si no hay solución, no hay problema”.

Gustavo Sainz, novelista, dice en Autoentrevistas de escritores mexicanos (Coneculta, 2007), de Ignacio Trejo Fuentes e Ixchel Cordero Chavarría, algo muy parecido (p. 107): “Cuando los problemas tienen solución ya no son problemas”.

Y bueno, no es que ande buscando quién lo dijo primero, pero María Minera en su ensayo “La fuente de las apariencias. El caso Octavio Paz-Marcel Duchamps” (En esto ver aquello. Octavio Paz y el arte, Conaculta-INBA, 2014:336) lo cita como un lugar común: “No hay solución porque no existe ningún problema”.

 

***

 

Hace tiempo que nada hago para instituciones públicas ni para el gobierno; mis presentaciones y lecturas las hago en sitios independientes, mis ediciones son financiadas por el público que compra mis libros, hago teatro con un grupo alejado de la oficialidad, escribo en un medio independiente… Digamos que estoy desligado por completo de políticos y políticas. Por eso entiendo y suscribo lo que dice Sergio Pitol en El mago de Viena (Fondo de Cultura Económica, 1993:97): “¡La libertad absoluta! Nadie sabe exactamente lo que eso es. Yo la concibo como una posibilidad de no adular a los poderosos, ni arrodillarme para lograr premios, homenajes, becas o cualquier otra canonjía”.

Y trascribo la cita que hace de Flann O’Brien, que es un fragmento genial (p. 161): “Demasiado conocido es el caso de aquel pobre alemán enamorado del número tres, quien reducía todos los aspectos de su vida a una cuestión de tríadas. Una noche volvió a su casa, se sirvió tres tazas de café, puso tres cucharadas de azúcar en cada una de ellas, se cortó tres veces la yugular con una navaja de afeitar y con una mano agonizante garabateó en la fotografía de su mujer: ‘¡Adiós, adiós, adiós!’ ”

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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