Los entreguistas de ayer y hoy

 

Difícil panorama la tiene el presidente Enrique Peña Nieto en la hora más critica de la relación México con Estados Unidos. En su nivel más bajo de popularidad y credibilidad que cualquier mandatario en la historia del país, tiene que hacer uso de la solidaridad y el nacionalismo histórico de nuestra nación que, entre su patrimonio cultural tiene un Museo de las Intervenciones, un espacio donde da cuenta cómo se ha construido la patria de frente al hambre de expansión de los imperios que nos han invadido y arrebatado territorio.

Dudo mucho que los mirreyes sepan esto. Y ni les importa, al menos hasta ayer, día aciago para sus ideologías entreguistas que ellos, desde hace mucho tiempo y con sus antecesores del PAN, han profesado con descaro y sin recato histórico alguno. Ahora mismo, en un contexto donde Peña Nieto es una sombra gris del poder, sin convocatoria alguna, repudiado por la inmensa mayoría del país (según las encuestas, solamente dos personas de diez, le creen), el mismo un títere de sí mismo y de su partido, tiene que acudir, ahora sí, a las instancias políticas y del Estado mismo, para proveer de sus tímidas respuestas ante el orangután del norte, una pronunciación de unión nacional.

Curioso que sea la palabra “nacionalismo”, tan señalada por los tecnócratas, tan malamente marcada desde la soberbia neoliberal por su dizque inoperancia, quien le aporte a Peña un mínimo de respiro, el ultimo aliento de un gobierno maltrecho y moribundo, para resarcir lo que queda de dignidad del Estado mexicano. Porque fue la propia inercia actual de la opinión pública en todo el país y allende las fronteras, la ira de la sociedad en las calles protestando, quienes hicieron decidir la cancelación de la reunión presidencial a los Estados Unidos, en la mismísima boca de lobo, a una celada que ya se veía venir y que desde luego todos estábamos enterados menos nuestro presidente. El escaso timing político de este gobierno débil y proyanki a ultranza, fue azuzado por todo el espectro nacional a entender, de una vez por todas, la nueva realidad mundial que pasa por encima de sus discursos encharcados y sus trasnochados horizontes globalizados neoliberales.

Enrique Peña Nieto, presidente de México.

Pero los entreguistas de hoy, sin saber que hacer y fuera de foco del entendimiento político en la era de Trump, son resultado de los entreguistas de ayer. Espanta –por el cinismo que sobresale en cada frase profesada llena de redención patriotera- como el los ex presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón conminan a actuar con “apego nacionalista” cuando ellos mismos, conservadores y mochos, aplicaron metódicamente toda la doctrina social y económica dictada desde los Estados Unidos. ¿O no el “comes y te vas” aplicado a Fidel Castro no fue una muestra del fantoche servilismo y terror a George Bush, presidente en turno de los estadounidenses? ¿O no la guerra contra el narcotráfico que ha costado más de 120 mil víctimas no fue una orden directa de la seguridad nacional gringa? Aún mas: todos los pensadores e intelectuales que se han reunido en torno a Televisa, TVAzteca y todos los medios de comunicación afines al gobierno, convalidaron hasta la saciedad las políticas de los Chicago Boys, ahora se convierten en paladines de una patria que ellos también hicieron posible su actual decadencia. ¿Por fin, pero realmente, por fin se habrán dado cuenta qué y quien es el peligro para México?

Un poco de historia no caería mal a los Mirreyes. Recomendaría a Fernando del Paso, con su inquebrantable obra Noticias del Imperio. Pero quizá sea mucho para ellos, mejor los inolvidables y profundos textos de Rius. O algo que les diga que una cosa es acuerparnos como nación en torno las instituciones del Estado mexicano, tal y como se ha hecho en la historia de las conflictos y guerras de intervención y otra, muy diferente, apoyar a Enrique Peña Nieto, un político a quien se le paga muy bien para que haga mínimamente su trabajo.

 

 

 

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