Chiapas: diferencia y desigualdad

En el lenguaje de las Ciencias Sociales, el término diferencia se refiere a la heterogeneidad de las sociedades. Ello quiere decir que todas las sociedades están configuradas por personas diversas entre sí, diversidad notoria en la edad, el sexo o las preferencias sexuales, la estatura, el color de la piel, la lengua y en general, la cultura. La diferencia o diversidad, es una característica de la vida en general, como lo demuestra con creces la composición de la naturaleza en la enorme variedad de fauna y flora que puebla al planeta. En el caso de las sociedades, la desigualdad no es un derivado de la diferencia. Para las ciencias sociales, la desigualdad se refiere a una estructuración jerárquica de las personas que componen a una sociedad determinada. Esta jerarquía está referida al control al acceso de los recursos básicos de los que dispone la sociedad y al dominio ejercido sobre el trabajo social. La desigualdad es parte de la organización social y está relacionada con el acceso al poder. En la clásica definición de Max Weber, el poder es la capacidad de una persona o de un grupo social de imponer sus intereses por sobre el de los otros, aun en contra de la voluntad de estos. Una estructuración social desigual ha sido y sigue siendo analizada por los científicos sociales de acuerdo a sus epistemologías de referencia y las corrientes teóricas vigentes en las ciencias sociales, por ejemplo, a través del concepto de clase (marxistas y pensamiento crítico en general), sistema de estatus (funcionalismo) o sistema de estratificación social (estructuralistas).

Chiapas multicultural. Foto: Fernando Vásquez/ Chiapas PARALELO.

La sociedad mexicana en su conjunto no es la excepción en cuanto a la diversidad. Es más, México es uno de los países con mayor diversidad social y cultural en América Latina. Justo esa es la riqueza mayor del país. Aquí aún existen 68 lenguas diferentes, una notable variedad de configuraciones culturales que al ser analizadas en términos ecológico-culturales resultan en una diversidad de ecologías modeladas culturalmente. Pero al lado de esta riqueza cultural, México es una de las sociedades más desiguales del mundo y Chiapas está a la cabeza de los índices de desigualdad social en el país. De esta manera, el poder económico en el Estado se concentra en muy pocas personas en relación al número de habitantes en la entidad. Quienes concentran la riqueza tienen acceso no solo a la satisfacción de las necesidades vitales del ser humano, sino a una vida sumergida en la frivolidad, los lujos y los excesos, además del desperdicio y la suntuosidad. En contraste, la mayoría de la población chiapaneca no posee el mínimo indispensable para llevar una vida digna. Las anteriores conclusiones están basadas en datos oficiales proporcionados por las propias agencias del Estado Nacional Mexicano como el Consejo Nacional de Evaluación del Desarrollo. Es más, un lector interesado puede  consultar a través de la computadora al Informe de pobreza y evaluación en el Estado de Chiapas, o las estadísticas proporcionadas por la agencia OXFAM. Según estas fuentes citadas, en México en general, el 1% de la población acapara el 43% de toda la riqueza del país, excluyendo al 57% de los beneficios de la misma. En el mundo en general la situación es insólita: el 1% más rico de la población mundial, posee más riqueza que el 99% restante de los habitantes del planeta. Los llamados paraísos fiscales permiten que una minoría privilegiada oculte 7.6 billones de dólares, una masa de dinero con la que podrían resolverse los problemas más ingentes de la pobreza planetaria. Otro dato para ilustrar la situación: 62 personas poseen en el mundo la misma riqueza que la reunida por 3, 600,000 (¡tres mil seiscientos millones!) de personas, la mitad más pobre de la humanidad. En Chiapas, y utilizo datos del 2014, la población “en situación de pobreza” según la terminología del CONEVAL, ascendía a 76.2%; el rezago educativo, al 30.7% de la población; el 82.8% de los chiapanecos carece de seguridad social; 57.4% no tiene acceso a los servicios básicos de vivienda y 27.5% carecen en absoluto de alimentación. El 78.7% tiene un ingreso inferior a la línea de bienestar y 48.5% tiene ingresos inferiores a la línea de bienestar mínimo lo que sumados ambos porcentajes nos dicen que prácticamente, fuera de las escasas personas que controlan la riqueza en el Estado, todos los chiapanecos son pobres  en mayor o menor grado. Insisto: son datos oficiales.

Las estadísticas anteriores confirman que la economía capitalista se basa en la exclusión y en la hiper explotación del trabajo humano. En otra oportunidad, habrá que reflexionar sobre el papel que juegan las ideologías y el racismo para sostener este andamiaje. También, las estadísticas confirman que el modelo de desarrollo imperante jamás logrará eliminar ni la pobreza ni la consiguiente desigualdad social. Pero lo que sí es posible lograr es un mejor nivel de vida de la población excluida y los caminos para conseguirlo están inscritos en los resultados de la investigación en Ciencias Sociales. En Chiapas en particular, la presencia de las ciencias sociales es añeja y debería jugar un papel protagónico en la atención a los problemas sociales. El que no sea así configura una compleja situación de la que los propios científicos sociales tienen la responsabilidad de reflexionar y aclarar.

Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. 29 de enero de 2017.

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