Y si hubiera estadistas….

 

Hubo un tiempo en que, aún en el contexto del capitalismo, los Estadistas ejercían el manejo directo de los Estados en prácticamente todo el planeta. Por supuesto, resguardaban los intereses vitales de un sistema de vida que privilegia al dinero como proveedor del sentido de la vida. Pero  los Estadistas comprendían su papel de árbitros con doble función: por un lado, arbitrar los intereses de las clases dominantes con respecto a ellas mismas para evitar su autodestrucción y por el otro, suprimir los intereses de las clases subalternas (concepto de Antonio Gramci) para que estas últimas no tuviesen los incentivos para insurreccionarse, lo cual se traducía en programas de empleo, mejores sueldos, alternativas de educación, acceso a la vivienda, en una palabra, lo que cualquier ciudadano de países capitalistas como Finlandia, Islandia, Suecia o Noruega puede alcanzar. El beneficio para la clase dominante de los países mencionados es la paz y el que puedan seguir acumulando capital sin inquietud alguna.  Más todavía, esos países disfrutan de un mercado interno poderoso, porque las clases medias y las trabajadoras tienen poder de compra, lo que al final, es una conveniencia de los tres o cuatro macro ricos que controlan la economía de esos países. Cuando los estadistas desaparecen y su lugar lo toman los “buscadores del poder” esa situación comentada se altera y llegan al poder los círculos más ignorantes, no sólo de cómo se maneja un Estado y para qué sirve, sino de la historia de sus países, el valor de las tradiciones, el significado de la ética y un rasgo muy importante: la sensibilidad. Los Estadistas tenían sensibilidad ante los problemas de la sociedad y buscaban la manera de resolverlos sin que los intereses dominantes sufrieran mella. Los “buscadores de poder” carecen de sensibilidad, son ignorantes, no tienen visión más allá de sus narices, y con esas “capacidades” manejan a los Estados. Son por supuesto irresponsables e incapaces de darse cuenta del daño que causan. Ellos están, como los “mirreyes”, para disfrutar la vida, gozar la frivolidad, “vivir a toda madre”, disfrutar a sus “lobuquis”, sus “ferraris”, y “cosas por el estilo”. Con estos círculos del poder apoderados de los aparatos de Estado en América Latina, es muy difícil aprovechar la insólita situación que se nos abre: pasar por delante de un demente llamado Donald Trump. Porque si tuviéramos Estadistas en el poder y además nacionalistas, lo que veríamos sería un aplauso a las políticas de Trump para que erija el muro, aísle a los Estados Unidos, convierta a ese país en una cárcel, y nos deje tranquilos en América Latina y el Caribe. Además, si tuviéramos estadistas, ya estaríamos en este momento construyendo (con las mismas reglas del capitalismo) un mercado común de más de ¡500 millones! de personas y viendo la forma de establecer alianzas con China, Vietnam, Japón, Corea del Sur, Thailandia y la India. Si eso sucediera-pero no va a suceder-en cuatro años más, los Estados Unidos estarían implorando a América Latina y El Caribe que los dejemos ser parte de ese mundo. Cuando en 1985, un grupo de científicos sociales de varias disciplinas en general, pero con preeminencia de la antropología, iniciamos el estudio de la Frontera Sur, una de nuestras primeras conclusiones fue la de que México debía mirar hacia el sur y tratar de establecer una macro región que hiciera realidad el sueño bolivariano. Advertíamos de que concentrar las expectativas del país en los Estados Unidos era un grave error que, a la larga, nos redundaría en enormes costos sociales. La insistencia en esa “vuelta hacia el sur” repercutió en la reunión de Tuxtla los días 10 y 11 de enero de 1991, entre el Presidente de México y los Presidentes de los países de Centroamérica, que estuvo precedida de los Encuentros de Intelectuales Chiapas-Centroamérica. Desde mi punto de vista -admitiendo que es discutible- se desaprovechó una excelente oportunidad de consolidar una macro región cultural y a la vez, un gran mercado que marcaría la independencia de los flujos de capital desde los Estados Unidos, además de situar a Chiapas en particular en el centro del devenir latinoamericano. Más todavía, se echó por la borda la oportunidad de construir una articulación latinoamericana y caribeña que hoy sería una eficaz defensa en contra de la embestida trumpiana. Más aún, hubiera puesto a los países nuestros en la posibilidad de alentar a Trump para que aísle a los Estados Unidos y nos deje libre la puerta para convertir a nuestras naciones en una gran región de prosperidad sellada por una alianza cultural sólida. Pero nos faltaron y no siguen haciendo falta, los Estadistas, los líderes concentrados en el manejo de los Estados. En su lugar, llegaron los “mirreyes” con sus “lobuquis” y ferraris, y sobre todo, con sus cráneos vacíos y una ambición desbocada por el dinero. El daño que ello está causando a nuestros pueblos es enorme y veremos sus peores consecuencias a muy corto plazo. Al final, nuestra condición colonial seguirá marcando el rumbo y será el propio pueblo norteamericano el que en cuatro años más pondrá fin a la demencia que, en forma paradójica, habría abierto para América Latina una puerta hacia la independencia y la interrelación. ¡Ni modo! Dijo la tuxtleca, mientras le bajaban su justan.

Andrés Fábregas Puig

Ajijic, Ribera del Lago de Chapala, a 18 de febrero de 2017.

 

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